Caperucita Roja [FanFic]

1. El bosque

Era una mañana preciosa: los pájaros cantaban alegremente dándole la bienvenida al nuevo día, el viento susurraba entre las calles del pequeño pueblo por las que transitaban los aldeanos algo atareados, las hojas volaban suavemente hasta posarse en el suelo y la vida llenaba el ambiente; era uno de esos días en que piensas "nada puede ir mal".

-¡Hija! ¡Ve a llevarle un poco de fruta y queso a la abuela! -se oyó una voz que provenía del piso de abajo

-¡Sí mamá! -dije feliz por volver a verla y de ayudar. Cerré las ventanas por las que había estado observando la gente pasear y tras vestirme rápidamente bajé las escaleras.

-¡No olvides tu caperuza! Esta primavera va a ser fantástica y sería una pena que la pasases en cama enferma -recordó desde la cocina mientras me ataba los cordones de los zapatos.

-¡Sí mamá, no la olvidaré! 

Cogí el cesto que me tendía y me puse mi caperuza roja.

Salí de casa rebosante de felicidad, y me dirigí hacia el bosque, desde que la abuela se había mudado la había querido ir a visitar y por fin era el día. Tenía que cruzar la calle y dos casas más abajo ya estaba a los límites del pueblo. Era un bosque intimidante, oscuro y silencioso.

«-El bosque, no vayas nunca ahí, es un lugar peligroso. Nunca sabes los seres que pueden estar acechándote. No te acerques más de lo necesario, pues se rumorea que habita...un demonio... ¿Por qué lo preguntas niña?

-No, por nada -había contestado intentando no sonar preocupada-. Solo...simple curiosidad... -le había sonreido al vecino...»

Me detuve en frente del límite del bosque, dos pasos y estaría adentro. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Que mal momento para un recuerdo como ese.

Un demonio... Pensé.

Tragué el nudo que se me estaba creando en la garganta y me adentre en la concentración de vegetación que se extendía ante mí, no pasaba nada, solo era un bosque.

Pero a cada paso que daba los árboles iban cubriendo el cielo y parecía que oscurecía y la temperatura descendía, aunque ya estaba empezando la primavera no parecía que el bosque se hubiera enterado. Empecé a tiritar y encendí el farolillo que había encontrado en un bolsillo de mi caperuza. Mire hacia delante: un camino oscuro rodeado de árboles de follaje frondoso no esperanzaban mucho. Seguí caminando con paso vacilante.

Vi una flor preciosa justo al lado del camino y pensé que a la abuela le gustaría por lo que la cogí. Vi más, un poco más lejos y sin pensar también las cogí.

No sé cuando me aparte del camino, pero cuando me percaté ya era demasiado tarde: me había perdido.