Capitulo 1.

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No hay nada más triste que una amarga despedida. A Sanç nunca le gustaron, y Margarita nunca estaría lo suficientemente preparada para asumir que aquello iba a terminar de esa manera. 

Pero esa, su realidad, no era cómo podían pensarla. Nos encontramos en la Inglaterra del S.XVI, y la palabra matrimonio rara vez iba cogida de la mano del amor. El padre de Joanna (la actual reina) se había casado una vez, y solamente una se había enamorado. La que iba a ser su esposa, su enamorada; Lucille, falleció antes de que ambos pudieran casarse, a causa de unas fiebres.

El monarca se casó con la hija del señor más rico del país. Esa mujer le había otorgado un varón que nació ya muerto, y una única hija, Joanna. La mujer no pudo resistir al segundo parto, y debido a unas complicaciones, el Rey eligió la vida del bebé antes que la de la Reina.

Después de aquello, y pese a las súplicas de su consejo, el Rey no volvió a tomar esposa. Gozó de numerosas amantes en su corte. Una de ellas, una duquesa de la corte francesa que había acompañado a su padre; embajador de los intereses del Rey francés, quedó en cinta.

Lo único que el Rey accedió a hacer fue a reconocer al niño como su hijo, queriendo evitar así posibles conflictos entre ambos países. La madre fue llevada a una de las fincas de la corona en una población lejana de la capital, y el niño fue nombrado príncipe. La única traba que su consejo puso para aceptar la posición en la línea de sucesión; es que la princesa legítima fuera la primera en la línea. El abuelo de la princesa, el poderoso Tyros, un gran señor y el más rico del reino después del rey, contaba con el apoyo del resto de grandes señores.

La princesa alcanzó la mayoría de edad dos meses antes de que su padre muriese en un torneo, alcanzado por uno de sus hombres de confianza con la lanza. Joanna alcanzó la corona y desde entonces, los consejeros poco pudieron hacer. Todos y cada uno de los nobles de la corte habían intuido desde el minuto cero que algunos asuntos se escaparían de su control, y uno de esos asuntos fue la relación entre el prometido de la Reina, un joven pelirrojo; Sanç, y la prometida del príncipe bastardo; Margarita.

Su historia comenzó como la de dos almas que se habían encontrado en medio de un campo de batalla. Dos almas lo suficientemente puras como para saber apreciar la luz que emanaba del pecho del contrario. No importó las normas sociales establecidas para ellos. Y las cosas sucedieron como tenían que suceder, como lo hacen las mejores; sin planearlo.

Primero, una suave caricia que pretendía parecer accidental en uno de los paseos, después las dulces palabras que ambos necesitaban escuchar, los largos suspiros...

Hasta que un día él llegó tan magullado que la joven se preguntó cómo una mujer podía ejercer tanto mal al que en algún momento se iba a convertir en su esposo.

Margarita le cuidó, sanó sus heridas y beso sus lágrimas en el silencio de una oscura habitación.

La monarca era mala, y el joven, su nuevo juguete, desamparado, lejos de su familia y de cualquiera con el que pudiera sentirse en casa, demasiado noble. Y cuando ella se dispuso a marchar para dejarle descansar, Sanç pronunció apenas cuatro palabras y todo empezó de nuevo para ambos nobles.

─ Construyamos un nuevo hogar...

Secreto RojoWhere stories live. Discover now