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Hace unos años cuando me preguntaba qué estaría haciendo en un futuro nunca pensé que la respuesta sería <<Ir camino a un reformatorio>>.
Mientras el carro entraba al estacionamiento sólo pensaba en qué momento un juego me hizo sobrepasar el límite de las cosas, pero por más que me arrepintiera el daño ya estába hecho.
-Señorita, ya puede bajar- La voz del chófer me sacó de mis pensamientos.
Bajé del auto y caminé junto a mis padres a la entrada de aquél lugar, alcancé a ver varios edificios pegados unos tras otros, eran color gris, y se veía bastante antiguo, era un sitio a simple vista: triste.
-No puede ser, tienen vallas para que no puedan escapar- habló casi en un susurro mi madre, quizás quería que sólo mi padre la escuchara para no preocuparme.
Observé y así era, habían vallas, ¿cómo podía estar en ese lugar? Esto debía ser una pesadilla de la que despertaría en cualquier momento.

-Buenas tardes- Saludó el guardia de seguridad tomando su bolillo, ¿acaso pensaba que íbamos a hacerle algo? Esa pregunta me llevó a otra, ¿iba gente muy agresiva para que el señor tomara esa postura?
Mi estómago dió un giro y empecé a sentir nervios.
-Buenas tardes, es para ingreso a Daniela Calle-
El señor verificó en su lista y nos dejó pasar indicandonos seguir por el pasillo hasta el final a una puerta con un cartel rojo.
Cada paso que daba hacía que mis piernas se sintieran más pesadas, como si pusieran costales colgando de ellas, estába muy asustada.
Después del tercer llamado a la puerta, una señora morena y muy alta nos dejó entrar a una habitación bastante estrecha.
-Hola...-dijo lentamente mientras leía un papel de su escritorio-Daniela, ¿verdad?- Continuó sin darme tiempo de responder- Cuéntame, ¿por qué estás aquí?-
Parecía muy afanada, como si fuera su hora de almuerzo y yo la estuviera atrasando.
-Eeeeeh... yo... pues...-
-Ella viene para aprender, mejorar y pagar por su error- Dijo mi madre salvandome de responder.
-Eso me parece grandioso, pero dejemos que ella responda- mi corazón se aceleró- ¿por qué estás aquí?-
-Hice algo tonto, por eso estoy acá... Fue un simple juego entre amigos que fue muy lejos... Pero yo voy a mejorar, como dijo mi mamá- sonreí.
-Tienes una sonrisa muy hermosa, la gente buena tiende a sonreír así, vamos a ver... ¿robaste un Patek Philippe’s Platinum World Time?
-Llámelo por su nombre: un reloj, un simple reloj- casi gritó mi padre.
-Uno de los relojes más caros del mundo, señor, y bajé su tono de voz, igual... lo menos importante es el precio, se trata de lo que hizo... robar no está bien, ¿por qué lo hiciste?-
-Ya he hablado de eso mil veces, con policías, el juzgado que me envío acá, con todo el mundo, ya lo he dicho- Dije un poco enojada, aunque sabía que ese enojo era conmigo misma.
-¿sabes qué haremos acá? ayudarte, yo soy psicóloga y tendrás clases conmigo, así que esperaré el momento en que quieras hablarlo conmigo, tendrás cinco meses para hacerlo-
Cinco meses... creerlo me era imposible, cinco largos meses alejada de mi familia, amigos, de mi vida.
-Bien... Daniela, el señor Gómez te guiará hasta tu nueva habitación y te explicará un poco las cosas, yo me quedaré hablando con tus padres de lo mismo- se levantó de la silla y la vi aún más alta que minutos antes- los dejaré despedirse.

En cuanto salió abracé fuerte a mi mamá y aunque traté de evitarlo, rompí en llanto.
No quería que mis papás sufrieran, no más de lo que ya habían sufrido por culpa de mis estupideces.
-Te amamos mucho, te estaremos esperando, y vamos a venir a verte muy seguido, te amamos Dani, te amamos muchísimo- dijo mi madre entre sollozos.
Durante casi veinte minutos mi papá me dijo cosas hermosas, hasta que la psicóloga regresó y salí de allí.

-Buenas tardes, soy el señor Gómez, ven, te llevaré a tu recámara- caminamos por otro pasillo oscuro, que olía a plantas, como la cocina de mi abuela- el lugar se divide en pasillos, o salas como le llaman acá, la sala A es donde se quedan personas acusadas de asesinatos o complices- ¿asesinos? ¿era en serio? sentí mis ojos llenarse de lágrimas- en el pasillo B está personas acusadas de delitos como violación, maltrato físico, y cosas por el estilo, y en el pasillo C... el tuyo, quedan las personas que han robado, encontrado drogados seguidas veces o que arruinaron lugares públicos- no podía estar en ese lugar, no podía, mi cabeza daba vueltas- a la izquierda- señaló rápidamente y vi un pasillo llenó de guardias y muchas, muchas cámaras, donde las puertas parecían de metal- encuentras la sala A, y más allá está la sala B-
Continuamos caminando hasta que llegamos a otro pasillo- ésta es tu sala, los horarios de comida son: desayuno a las 6:20 de la mañana, almuerzo a las 2:00 de la tarde y cena a las 7:00 de la noche, si te portas mal no cenas, si sigues con malos comportamientos tu pena se extiende, yo de ti tengo cuidado con las amistades que haces y con quienes te involucras... hay gente llena de odio acá-
Nuestro lugar a diferencia de los demás, tenía puertas de madera y una sola cámara, se sentía un olor maravilloso y un ambiente tranquilo.
Al abrir la puerta de mi cuarto vi sentadas a dos chicas.
El señor inmediatamente cerró la puerta dejándome con el corazón en la mano, no supe cuanto tiempo duré de pie frente a las chicas sintiendo sus ojos en mi cara, cuerpo, bolso, y en toda yo. Sentí que iba a llorar pero la chica de cabello rojo rompió el silencio.
-¡Hola! ¿Cómo te llamas?-
-Mmm, soy Daniela-
-Qué hermoso nombre, nosotras somos Priscila y- señaló a una castaña hermosa- Laura-
-Hola...- dije, de tantas cosas, sólo dije eso dejando que mi miedo ganara la batalla. Pero no sabía si eran malas o qué error habían cometido, Priscila pareció leer mi mente.
-No te preocupes, yo sólo fui atrapada intentando llevarme a mi hermanito a otra ciudad sin permiso y ella es por drogas- Dijo la peli roja
-¿Por qué te llevabas a tu hermano?- pregunté acomodandome en la cama alterna a la suya.
-Mis padres lo golpean, nadie me creyó, dijeron que lo quise secuestrar... Ridículos-
-Las drogas son una maravilla, son unos imbéciles si creen que las dejaré- ambas rieron y yo sonreí aunque no me importara si lo dejaba o no.
-¿hay baños?-
-Daniela, ¿quieres ir al patio a buscar algo para jugar en la noche- dijo Laura al tiempo que se levantaba y abría la puerta seguida por Priscila.
Opté por acompañarlas, finalmente estaría con ellas por cinco meses.

Volvimos a hacer el recorrido anterior y bajamos unas escaleras enormes, escuché un gritó que me asustó pero a ellas pareció no importarles así que me relajé.
El patio era gigante, habían bancas por muchos lugares rodeados con flores y tanques de agua.
Entramos a un cuartito diminuto en el que nos agachamos las tres.
Vi a Laura tomar unos juegos de mesa y entrar por otra puerta, al pasarla ya podíamos estirarnos, era una habitación extensa con mesas de billar, y maquinitas de vídeo juegos junto con comida.
-Ésta habitación la mandaron a hacer los papás de un jóven narco, paga a muchas personas para que se callen y lo dejen venir a pasar el rato algunos días, invita a personas cool como nosotras- contó Laura mientras me pasaba una manzana, la cual mordí aunque no quería.
-Pensé que éste sería un lugar tipo cárcel- admití
-Lo es, nos levantamos a las seis, Dios mío es un castigo, y no nos dejan fumar, tomar, absolutamente nada, pero sabemos como salir de la monotonía, venir a jugar, bailar, jodas nocturnas, bueno, es una cajita de sorpresas, no todos los reclusorios son así de buenos, pero algunos padres pagan un dinerito extra, ¿me entiendes?- continúo.
-O sea que estas son como vacaciones- me reí pero ellas no lo hicieron.
-Son estrictos aún así, tomamos clases individuales, hacemos ejercicio algunos días, tenemos terapias, definitivamente no son vacaciones, ¿qué hiciste para estar acá?- esta vez habló Priscila.
Quise decirles que no quería hablar del tema pero lo hice.
Empecé a contarles desde el inicio.

Mis amigos y yo solíamos salir cada noche a bailar, nunca hacíamos nada malo, excepto que teníamos una costumbre... Nos hacíamos en círculo y cada uno retaba al que quisiera a hacer algo.
Gritar, bailar en un semáforo, comer croquetas de perro, en fin, esas cosas.
Una semana atrás habíamos salido más tarde de lo normal, llegamos al centro comercial y empezó nuetro juego.
<<-Dale Dani, la ventana es de vidrio, entra por ahí y saca un reloj, no es difícil->> recordé las palabras de Camila aquél día. Me negué varias veces hasta que en medio de risas rompí el cristal y entré con cuidado sacando un reloj al azar, no miré siquiera.
Pero unas sirenas empezaron a sonar por todo el centro comercial al tiempo que el lugar se tornaba de un color rojo por las luces de la alarma activa.
Unos días después estaría en la comisaría dando mi testimonio de lo sucedido, para luego enterarme que era uno de los relojes más antiguos y valiosos de la década.

-Qué idiotez, acabaste acá por un reloj- río Laura- próximamente habrán ladrones de cereal tras las rejas-
Las tres nos reímos un rato. Empezaba a relajarme.
-No te preocupes, acá te vamos a hacer reír hasta que salgas, y no te vuelvas a meter en líos, eh- retomó la conversación.
Estuvimos un rato más hablando del lugar, de juegos de mesa y otras cosas hasta que sonó un timbre que indicaba que debíamos regresar.

-No te hables con los de la sala A, han matado y han hecho cosas peores, son unos enfermos- dijo Priscila.
-No tenía planeado hacerlo- admití.
Laura abrió una cajita de un juego de misterio.
Nos sentamos las tres en la misma cama para molestar un rato, sentí que no todo sería tan malo, las chicas en unas horas me habían agradado un montón.
Me sobresalté al abrirse la puerta de golpe.
-Perdonen chicas, pero habrá un cambio en esta habitación- mi mundo se paralizó, de seguro me llevarían a otro lugar, todo sería horrible- ingresará otra chica acá- me calmé rapidamente, eso era bueno, una nueva compañera- Esto... eh... viene de la sala A- el señor Gómez hablaba muy nervioso, y de pronto entendí por qué, mi compañera sería de la peor sala- no quedaba más espacio en su recámara, se quedará acá-
-ESPERA QUÉ- gritó Laura.
-No, no, no, ¿cómo dices? ¿Y quién es?-
-Se llama María José Garzón- las observé y noté como su expresión pasó de rabia a miedo, palidecieron.
-¿Qué pasa chicas- dije para tratar de entender su cambio.
-Ella... Dani... ella es una asesina- explicó Laura- y no se va a quedar acá, no puede quedarse acá-
-Tendremos un vigilante en su puerta las 24 horas, va a este monitoreada mediante un chip, y además ya es demasiado tarde- dijo abriendo la puerta de par en par.

De repente la ví, una chica bajita, de tez blanca, con unos ojos hermosos y cabello azul, pero sus ojos estaban llenos de malicia.

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