22.- Broken.

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Jueves por la mañana, 7 de marzo, examen de cálculo, mi bebé pérdida, ¿podría mi día empeorar?

Llegue al aula no iba a estar tanto tiempo en el tonto examen, solo presentarlo y podía decidir si irme a casa o quedarme aquí unas horas más. Opté por la primera ya que nada interesante tenía por hacer aquí, ademas estaba sola.

Miraba hacia la puerta del aula, donde el pasillo era visible, a la espera de que el profesor llegara con los pesados exámenes, entonces la vi, con una sudadera negra, al igual que sus jeans, unos converse negros y su mirada fija hacia adelante, no había podido ir a su casa y en varias ocasiones lo pensé.

Así que salí lo más rápido que pude del aula y la tome del brazo para girarla.

- ¡Bebé!, no sabes el gusto que me da verte. ¿Pasa algo?.- Su mirada era penetrante, me miraba con cierta furia en sus pupilas y no sabía el porqué, por que vamos, pase toda la semana intentando localizarla, su buzón debe estar repleto de mensajes míos.

- Estoy ocupada, nos vemos luego.

Y se libero de mi agarré, ni siquiera fue amable en hacerlo, sólo arrebato su brazo de mi toque y se fue, dejándome con mil dudas en la cabeza. Era tan extraño y mi corazón se hundió en mi pecho, tenía unas inmensas ganas de llorar, ¿qué hice mal?

Volví a la clase de cálculo, tome asiento y me quede mirando al vacío.
Estaba tan sumida en mi tristeza que no me percaté de la llegada del profesor a la clase.

Sino hasta que sentí una fuerte palma impactar contra mi escritorio, haciéndome saltar en mi lugar y mirar al causante de mi repentino susto.

- La he llamado cuatro veces, Anylie, ¿puede prestar atención?, o le quitaré el examen.

- No, no, disculpe profesor.

- Bien, jóvenes, sus nombres ya están en los exámenes, tienen 30 minutos para responderlo, comiencen.

Trate lo más que pude en concentrarme en el examen y retener las inmensas ganas de soltar todas las lagrimas que se acumularon en mis ojos al recordar su frialdad hacía mí.

No podía creer qué pasara algo así, mi bebé, mi pequeña y dulce novia, estaba siendo todo lo contrario a cariñosa conmigo y dolía como los mil demonios.

El tiempo había acabado y así como llegó el examen a mis manos, fue arrebatado por el profesor, tome mis cosas y me dirigí a la salida, con el ánimo hasta el suelo y mis lágrimas en las mejillas.

Pase por la sala de baile, solo para verla a la lejanía, si necesitaba espacio se lo daría. Sólo necesitaba ver su hermoso rostro una vez y me iría a casa a procesar lo que acababa de suceder.

Ojalá no hubiera estado en ese momento en aquella sala.

Sabor a cereza. 🍒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora