Son todos los dias que se asoma, 9:30 am, todos los días, a esa misma hora, como si me quisiera advertir de algo, como si me tratara de decir, que ya es hora despertar, yo ya estoy despierta, pero quiere decirmelo igual.
Luego pienso que quiere que me despierte de otra cosa, de mis pensamientos, de mi mundo, que no solo existo yo, que debo darme cuenta que el mundo somo todos, quizá me lo dice porque necesito saberlo, aunque lo tenga presente, pero al parecer él ve más allá de mi, de nosotros, que inconsientemente me hago de la vista gorda, y que mi vida es un caos, que no me doy cuenta, que para ser y estar debo arreglarmelas yo sola, pero que, sin embargo, necesito al mundo, como el mundo a mi.
Las mañanas pasan demasiado lentas, tal vez no me he acostumbrado a estar de mañana en mi casa, lo veo y lo saco a gritos.
El sonido que hace en la ventana me irrita, como me irrita el contacto humano, como me irrita cuando alguien es muy pegajoso, no me gusta que me toquen, pero me gusta abrazar, no me gusta hacer amigos, pero lloro cuando los alejo de mi.
El cuervo me hace sentir como si quisiera entrar a mi vida y yo lo espanto con desprecio, no sé que intenta decirme, y eso me vuelve loca, tal vez ya lo estoy y por eso escribo esto. El cuervo en mi ventana, no hay ni un día que falte, aveces me rindo y lo dejo, y lo miro, picoteando la ventana, lo miro porque me pregunto si algún día se cansará de hacer eso, lo miro y me doy cuenta que hasta que no lo mire, no se va.
Porque cuando lo escucho pero no me asomo, regresa.
Regresa y hace lo mismo hasta captar mi atención, pero sabe que lo botaré, y antes de que eso pase, se aleja poco a poco, sabiendo que yo iba por él.
A veces me despierto más temprano y lo espero, inconsientemente, pero lo hago, lo espero porque me acostumbre a que este, lo espero, porque sin él siento que mi día no está completo, lo espero y tengo miedo de que algún día ya no este más.
El cuervo, el mundo, quieren acercarse a mi, me da terror, me da angustia.
La ridícula idea de conocer a alguien, quererlo, y sentir cada día que en cualquier momento ya no puede estar más. No puedo, no quiero.
Querer a alguien me hace vulnerable y con eso, se crea la posibilidad que me acostumbre y se vaya, que me acostumbre y yo le diga que se vaya, o peor aún, que me acustumbre, le pida que se aleje, y no haga nada para quedarse.
El cuervo en mi ventana, aveces lo detesto con mi vida entera, aveces quiero que este ahí aunque sepa que lo botaré. Creo que todos necesitamos ese alguien que aunque sepa que en nuestros malos momentos no lo querrámos cerca, vuelva y nos haga sentir que no se irá nunca. Jamás, aunque lo hagamos siempre. Siempre, porque lo queremos cerca.
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El Cuervo En Mi Ventana
PoetryLas heridas físicas las exhibimos, las interiores también. Magalí T.