Malas actitudes

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Detengamos la situación un segundo. José, el capitán del equipo de rugby más importante de la ciudad y del equipo universitario está tirado en el suelo inconsciente. Lautaro y Fran miran atónitos la situación, totalmente sorprendidos. Los otros jugadores de rugby intentan reanimar a su compañero mientras que Adriana grita histérica que se levante. Y Sam, bueno. Sam solo está parado.

La pregunta es ¿Cómo llegaron todos a ese lugar, al mismo tiempo y se encontraron?

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Todo comenzó hace un par de semanas. La escuela secundaria esta cerca del complejo universitario por lo que algunos estudiantes de allí van a los cafés comunes de la universidad, participan de actividades inclusivas y algunos incluso entrenan con los equipos para obtener una beca deportiva a futuro.

Samuel fue a una secundaria más cerca de su casa, sin embargo Francisco, Analia y Lautaro decidieron ir a esa escuela. El primero porque se dedico a los deportes y esperaba obtener una beca ya que iniciaría la universidad en un par de años y quería llegar bien parado a los equipos. Con quince años no solo logró que los universitarios lo metieran en tres equipos deportivos, sino que a veces lograba entrar en los partidos y se volvió uno de los chicos más populares de su secundario. Analia por su parte gozaba de buena reputación por su hermano mayor y como era considerada una chica linda, la mayoría de los chicos la buscaban. Para una chica de trece años en segundo era demasiado.

Lautaro por su parte no tuvo tanta suerte. Fran siempre decía estar muy ocupado como para socializar con él en los pasillos. Pronto tuvo que hacer amigos y descubrió que era más difícil de lo que parecía. Además, sus gustos no lo ayudaban para nada: Anime, videojuegos, encerrarse a mirar las redes sociales durante horas y no salir de su casa para nada.  Había hecho dos amigos online y solía estar con ellos en los recreos pero los tres estaban al fondo de la categoría de popularidad. A todo esto se le sumaba que le hacían bullying por ser el más chico de la escuela. Había sido adelantado dos años por considerarlo más listo que la mayoría de sus compañeros por lo que entró en la secundaria básica con diez años. La mayoría de los estudiantes se burlaban de él y los universitarios le molestaban cada vez que podían. A veces Francsco llegaba y los detenía, pero otras veces lo encerraban en salones, lo ataban a la bandera o a un árbol.

La tarde del accidente fue un jueves. Samuel se encontraba tirado durmiendo bajo de un árbol al lado del estadio de la universidad, donde había un campo abierto. Vio pasar a Fran con su equipo de rugby y a Analia con alguno de sus novios pero ni se movió para saludarlos. Hizo un bollo con su campera para que fuera una almohada y se dio vuelta en su lugar cómodamente. Solo le quedaría un rato hasta que el partido comenzara. En eso paso Lautaro corriendo para no llegar tarde. Como Sam estaba distraído no lo vio pero se dirigió a la tribuna derecha.

El partido lo ganó la universidad local por la diferencia mínima en el último minuto. Obviamente era hora de festejar.

–Fran, amigo– dijo uno de los rugbyers –¿Por qué no vas por mis cosas al vestuario? Así podemos irnos más deprisa a festejar la victoria. Luego si quieres te llevo a tu casa.

–No hay problema– dijo Francisco encogiéndose de hombros. Se estaba acostumbrando poco a poco a estar con los populares y ya hasta disimulaba bien cuando algo lo emocionaba –Ya regreso.

–Tomate tu tiempo– dijo otro.

El equipo se detuvo a ver pasar a los fanáticos que los felicitaban y saludaban. Una de los que se les unió fue Adriana Felice, que era novia del capitán. Ella abrazó y besó a su talentoso novio mientras presumía con sus amigas lo increíbles que eran.

En ello un niño llamó la atención de José Manabello, el capitán, y sonrió asintiendo a sus compañeros.

–Cariño– dijo Adriana –Es solo un niño. Déjalo.

El poder esta en sus manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora