C.1 ALGO EN QUE CREER

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Mi nombre.. Elizabeth Portman.

Era invierno, había un frío abrazador que invadía toda mi habitación. Mientras permanecía tirada sobra mi cama sin poder mover un solo dedo, observaba por mi ventana como la nieve caía sobre los árboles, sobre los coches de mamá y papá.. y sobre mi  coche que me había obsequiado papá en mi cumpleaños numero 17. Entre cerraba mis ojos y a lo lejos alcanzaba a escuchar a mamá decir mi nombre para ya ponerme de píe. Cuando salte de un brinco al mirarla sobre el filo de mi cama. y allí estaba ella, con su cabello dorado con unas pequeñas ondas no muy marcadas. Sus ojos son un tamaño medio, con un color café muy claro, su nariz es afilada y sus labios son carnosos. 

—¿Qué haces aun acostada? ¿Haz visto ya la hora? ¡Vamos! ¡Levántate! —Dijo mi madre mientras me quitaba el cobertor.

—Madre son las 6:00 a.m. —Dije mientras tomaba de nueva cuenta el cobertor y me cubría en ella.

—¡Vamos! Hoy es tu primer día con tu nuevo entrenador. Tu padre y yo hemos hecho un gran esfuerzo y no puedes llegar tarde —Lo decía mientras recogía algunas prendas de ropa que permanecían en el suelo.

—Madre, ¿Qué va pasar con Emily? —Dije quitándome el cobertor de mi rostro.

Hacía semanas que no le veía, sólo supe que papá había tenido un problema con ella y la había despedido. Mi padre había estado preocupado todos esos días porque no encontrábamos un buen entrenador y los regionales estaban cerca.

—¿Por qué papá y tu la han cambiado tan repentinamente? ¿Pasó algo malo con Emily? —Pregunté muy extrañada.

—¡Elizabeth, ponte de pie! —Dijo endureciendo su voz.

Sin quejarme y hacer mas cuestionamientos, me puse de píe mientras mi madre salía de mi habitación y se dirigía a despertar a mi hermano. Van, mi hermano mayor era una de mis personas favoritas, es de esos hermanos protectores, cariñosos y que no quieren que tengas algún día novio. 

Me dispuse a dirigirme al baño.. al entrar encendí la luz y pude verme en el espejo la gran maraña de cabello que traía y las ojeras que habían sido causa de varios trasnochos. Mi cabello es dorado con algunas ondas, mis ojos son de un color ámbar y mis labios son carnosos. Una copia más joven de mamá. Al terminar de ducharme empecé a cambiarme rápidamente, tome mi bolso de maquillaje y escondí  un poco las ojeras con un corrector que me había obsequiado mi madre. Coloque un poco de rímel en mis pestañas y observé mis ojos color miel que aún con las correcciones que había intentado hacerle aún tenían apariencia cansada. Me dirigí al armario y tome lo primero que estaba a mi alcance. Opté por un camisón a cuadros con unos jeans de tiro alto, me miraba un poco más delgada que de costumbre. Coloque unos calentones en mis pies para después colocarme mis tenis. Tome mi bolso y baje a la cocina.

Al bajar, estaba aún mi padre, quise abordarle para preguntarle sobre Emily pero él ya estaba por irse al hospital. Mi padre James Portman, era el médico de la zona. Un hombre alto, fornido, piel aceitunada, con ojos grises. Su cabello es castaño oscuro, salvo por unas pequeñas canas que se le asomaban a los costados. Sus labios son delgados y tiene una sonrisa que es encantadora. En sus ojos unas líneas ya acomodadas por debajo de su mirada delatando su edad. Para el pueblo mi padre era un hombre muy cordial, amable y también muy estricto. Mucha gente lo respetaba.

—Hija, te deseo un buen día hoy con tu entrenador. Sé que tenemos que hablar, ¿Te parece si por la tarde nos quedamos para comer en el restaurante de Bill's?

—Gracias, Papá. Claro, mándame un texto cuando estés disponible, ok?— Dije algo desilusionada ya que esperaba respuestas en ese momento.

Me da un beso en la mejilla y sale de la cocina. Mi madre y mi hermano seguían en la mesa aún sin terminarse los Pancakes que había cocinado mamá. Sobre la mesa estaba mi desayuno en el plato, y al sentarme me acerco a mi hermano Van para darle un beso. Van era uno de esos chicos de los cuales todas las chicas de la universidad morían por tener una cita. Van es alto y fornido como papá, heredo el cabello castaño y ojos grises de papá. Tiene una pequeña barba que rodeaba un poco la mitad de sus mejillas y se baja solo poco hacía el cuello. Su mirada era tranquilizadora y muy dulce. Me acerque a él y rápidamente percibí un aroma a uno de esos perfumes franceses, vestía su pantalón blanco y su camisa perfectamente planchadas, giro a verme y note que sus ojos estaban algo cansados a igual que los míos. 

Patinadores de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora