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|| Saeran x Vanderwood ||

Advertencia:
◾Spoilers de los Secretos 1 y 2, tras la ruta de Seven.

Sus encuentros eran frecuentes, siempre con la adrenalina de mantenerlo en secreto. Sus cuerpos se buscaban con insistencia, ya sea con roces discretos o simples miradas que sólo tenían significado para ellos. ¿Amor? Sería demasiado simple llamarlo así.

Mientras Saeyoung jugaba videojuegos con Yoosung, ambos experimentaron el deseo que producía esa desafiante situación. Se encontraron en la cocina, los besos progresaron y los llevaron a rendirse al placer, eran animales desesperados por encontrar una forma de reprimir sus impulsos por despedazar al otro a mordidas.

—Lento.— Pidió Saeran, obteniendo una sonrisa socarrona de su acompañante. El informante se burló completamente de él, en especial al sostener sus piernas y mantenerlas separadas, forzándole a mantener la posición mientras estaba sentado sobre la encimera. No había prendas que ocultaran su deseo, se sentía expuesto y, sin dudas, era un sentimiento embriagante.

El cuello del gemelo menor fue atacado con besos y mordidas, mientras este se limitaba a jugar con los largos cabellos de su amante. Suspiró por su aroma, sentía como se sumía en el trance del placer, en especial cuando la intrusión en su interior le hizo recordar que sólo pertenecía entre las manos del sujeto que debería encargarse de supervisar a su hermano.

—¡Dije que lento!— Reclamó cuando no pudo tener un mayor control sobre sus gemidos, tirando sus cabellos como reprimenda. Vanderwood gruñó por eso, incrustando sus uñas en sus caderas para que recuerde su lugar. No sólo eso, inició un contacto bruto entre sus labios, en especial por la poca capacidad de Saeran por controlar su garganta.

La temperatura se elevó, sus manos buscaron estabilidad en los hombros del mayor y, antes de poder notarlo, experimentaba la gloria del orgasmo mientras reprimía sus gemidos en un beso. Se desató una agresiva danza entre sus lenguas, la cual sólo terminó cuando el castaño vertió su simiente en su interior.

Las agitadas respiraciones siguieron su curso hasta encontrar la sincronía, buscaron la calma y el control sobre sus cuerpos antes de hablar.

—¿Crees que nos escucharon?— Nuevamente dijo algo que provocó la burla en el rostro ajeno, incluso percibió una risa de su parte.

—Diría que tu hermano nos escuchó ayer.

Porque, por supuesto, un deseo así era difícil de ocultar.

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