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Cuando Ji Yong despertó, la habitación estaba oscura. Vio a SeungHyun parado en un eje inclinado de luz de luna que fluía a través de una gran ventana en forma de medialuna. La luz de luna inundaba su cuerpo desnudo, haciéndolo brillar. Para Ji Yong, lucía como un rey bendecido por los dioses.

SeungHyun volteó para mirarlo. — Estás despierto.

Ji Yong se sentó en la cama, contemplando a SeungHyun.

— Nadie más que el rey tiene permitido entrar aquí, pero hemos dormido en su cama —, confesó SeungHyun. — De seguro me castigarán.

Por lo tanto, Ji Yong compartiría el castigo de SeungHyun. No, quizá el crimen de Ji Yong era incluso peor. Había actuado como no quería hacerlo, pero en su corazón, tenía hambre de más.

— ¿Cómo crees que Dios nos castigará? — preguntó SeungHyun.

Se acercó, pasando una mano por el pelo de su amante con lentitud. Estrechó sus brazos alrededor de los hombros de Ji Yong, al tiempo que se sentaba en la cama y lo atraía hacia él.

— Supongo que no renaceremos como seres humanos en nuestra próxima vida —, respondió Ji Yong.

SeungHyun sonrió en respuesta al tono arrogante. — ¿Y qué seríamos entonces?

— Tú podrías ser un caballo y, quizá, yo sería un ave —, fue la respuesta.

SeungHyun rió entre dientes. — Si fueses un ave, podrías volar hacia el cielo y no sería capaz de alcanzarte.

Ji Yong trató de reírse con él, pero la verdad era que no había nada divertido acerca de eso.

Podría ser mejor así, pensó distraídamente. Si todo simplemente iba a terminar igual nuevamente, sería mejor no mezclarse el uno con el otro en primer lugar.

SeungHyun se recostó en la cama, aún sosteniendo a Ji Yong.

— Ya hemos cometido nuestros pecados —, dijo, — Si fuese un ciudadano devoto de Madina, habría trabajado toda mi vida por el país. Pero nunca he sido un verdadero ciudadano de este país. Siempre me he sentido fuera de lugar, como un extranjero.

Ji Yong vislumbró soledad en la serenidad de su voz.

El hombre era parte de la familia real, pero era el único que había heredado sangre extranjera. Nadie podía penetrar su aislamiento. ¿Cómo había logrado enterrar su dolor cuando su madre murió tan tempranamente, mientras él era aún un niño? ¿Alguien lo había ayudado?

La habitación se silenció nuevamente, tanto que podían oír la respiración el otro. La quietud de la noche dio la ilusión de que nadie, aparte de SeungHyun y Ji Yong, existía en el mundo entero. Sólo ellos dos en las cámaras del rey, envueltos por la noche.

Titilando en la luz de la luna, las joyas de la marquesina se volvieron estrellas en el cielo nocturno. Por primera vez desde su llegada a Madina, Ji Yong se sintió extrañamente en paz, a pesar de su culpa.

— Me enorgullece Madina y la amo —, continuó SeungHyun. — Pero no es lo mismo que sentir como si perteneciera aquí.

Su voz era tranquila, también. Esforzándose para oír el latido rítmico del corazón de SeungHyun, sintiendo los dedos del hombre acariciar su pelo gentilmente, Ji Yong encarecidamente rezó para que pudiesen desaparecer en algún lado y permanecer así para siempre. Algún lugar en donde nadie los molestara. Solos los dos.

— Deberías haberme dicho que eras de la realeza, que eras el príncipe heredero —, Ji Yong reprendió. — Si hubieses...

— No te hubieses enamorado de mí —, dijo SeungHyun, con una neblina tan tierna en sus ojos que Ji Yong no pudo decir nada más.

Por supuesto que no importaba que SeungHyun fuera o no de la realeza. Honestamente, su posición aún era lo menos importante para Ji Yong. Lo más importante era que SeungHyun fuese SeungHyun.

— Fue muy feo lo que dijiste —, remarcó Ji Yong. Frunciendo el ceño, sacudió su cabeza y volteó para irse.

SeungHyun lo devolvió. — ¿Feo? Quizá sí. Quizá yo lo soy. Después de todo, te encerré aquí después de sacarte de donde estabas.

— Y me trajiste a un lugar como éste —, concluyó Ji Yong.

Sintiendo el calor del cuerpo de SeungHyun detrás de él, quería llorar. Quería maldecir a Dios por hacer que las cosas fueran así de difíciles. ¿Qué habría hecho él para merecer este sufrimiento?

— ¿Un lugar como éste? Solías hablar todo el tiempo sobre cómo querías visitar Madina —. SeungHyun lanzó una pequeña risa sobre la parte posterior del cuello de Ji Yong.

— Eso fue seis años atrás —, dijo Ji Yong, concentrándose en lo que sentía cuando la mano de SeungHyun acariciaba su pelo. Quería recordar esto, el sentimiento que le provocaban estas manos, incluso aunque el hombre nunca toque su pelo de nuevo.

— No quieres vivir aquí, ¿verdad?

SeungHyun lanzó la pregunta casualmente, pero Ji Yong no titubeó con su respuesta.

— No, no quiero.

La mano de SeungHyun se detuvo. Probablemente estaba decepcionado con la respuesta.

— Ni siquiera lo pensaste —, acusó suavemente.

— No hay nada que pensar —, fue la igualmente suave respuesta.

Si pensar hacía algún bien, Ji Yong habría sufrido un suplicio eterno por la pregunta. Pero no lograría nada. SeungHyun se convertiría en rey, se casaría con Bom y produciría un sucesor. Llevaría a cabo su deber como el rey de Madina. Sus sentimientos personales no importaban.

— Supongo que sabía que ibas a decir eso —, dijo SeungHyun.

Alejó su cuerpo del de Ji Yong.

Una brisa helada recorrió el cuerpo de Ji Yong. — Déjame volver a Corea —, suplicó, tragándose los impulsos que emanaban en su interior, que lo hacían sentirse miserable.

SeungHyun se paró de la cama y se alejó. — Es un honor haber nacido en la familia real —, susurró.

SeungHyun tenía una espalda muscular donde se trazaba una suave línea. Ji Yong recordaba claramente la sensación de la piel de este hombre cuando estaba seca y lisa, y también cuando estaba resbalosa y transpirada.

Pero Ji Yong no podía tocarlo.

Los hombros de SeungHyun se sacudieron levemente. — Pero no hay libertad en ella —, dijo incluso más callado.

Ji Yong se mordió el labio en respuesta a la vulnerabilidad de esas palabras. Si no se contenía en ese momento, sabía que lanzaría sus brazos alrededor del hombre parado frente a él.

Pero, ¿por qué no podían sólo tirar todo? ¿Por qué no podían escaparse a un lugar muy lejos juntos?

Porque sabía que no funcionaría. Ji Yong era muy cobarde y demasiado común para ser capaz de hacer algo así.

『 AMOR ETERNO 』 » GTOPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora