''Se podría decir que yo, Molly Tucker, estaba ligando.''
No voy a mentiros, no soy la típica chica 10: cuerpo perfecto, personalidad perfecta, vida perfecta... Soy más bien una de esas chicas ni guapas ni feas, vamos, una del montón. Aunque claro, probablemente me reconocerías a unos 3 kilómetros gracias a mi largo y ondulado pelo pelirrojo. Aunque más que pelirrojo es peli-naranja. Gracias papá.
En serio, ¿es que le echaron zumo de calabaza al nacer o algo así? Por lo demás soy bastante normalita, aunque un poco plana en lo que a pechos se refiere. Supongo que lo que más me gusta de mí es mi nariz y mi ojos de color marrón.
Solo que, claro, estaba en París. Y comparada con la sutil elegancia, sencillez y sensualidad de las chicas francesas yo era algo así como un espantapájaros vestida con una sudadera gris de chico, unos pantalones vaqueros, unas zapatillas azules y mi inseparable pulsera naranja.
Puede que te preguntes, ¿París? ¿qué hace una chica estadounidense de 17 años en París? Respuesta: Mi hermana. Sí, tengo una hermana, además melliza. ¿Te acuerdas del prototipo 10 del que hablaba antes? Estaba describiendo a mi hermana. Ella se lama Poppy, aunque todo el mundo (menos la señora Filarski, nuestra gruñona pero entrañable vecina) la llama Pops.
Poppy y Molly. Molly y Poppy. Gracioso, ¿no?
Si os preguntáis qué fumaron mis padres a la hora de ponernos el nombre, Pops y yo pensamos que María de la buena.
Bueno, la cosa es que mi hermana llevaba... Cuánto, ¿1 año y medio? Queriendo ir a París. Al final mis padres cedieron y aquí estamos, en pleno verano, visitando París. Todavía recuerdo una escena en el avión: Yo estaba sentada junto a mi hermana y ella estaba casi demasiado emocionada, cuando le pregunté el por qué me dijo ''¡Oh, por Dios, Molly! ¿No es obvio? ¡París es la ciudad del amor!''
La ciudad del amor... Suena bien, ¿cierto?
Pues no, porque una servidora no paraba de perderse con tantas calles, puentes, y cosas para ver. ¡Entendedme! Ah, y un consejo: Si estás en París dando una vuelta sola y tu padre te dice que quedamos en ''el puente ese que está cerca de la cafetería en la comimos hace unos días'', mándalo a tomar viento. ¿No podría decirme el nombre del puente? NO, QUÉ VA, PORQUE ESTAMOS EN PARÍS Y HAY POQUÍSIMOS PUENTES, ¿NO?
Además, cuando quise darme cuenta, la batería del móvil se había desvanecido.
Total, que terminé perdida. Todo por culpa de mi padre y su espectacular manera de explicarse. Pero claro, si no me hubiese perdido nunca había conocido al chico de la chaqueta roja. Teniendo en cuenta lo último, creo que debería agradecerle a mi padre.
¿Cómo? ¿Que no te estás enterando? ¡Oh, claro que no! Soy muy mala explicando cosas que me han sucedido, pero espero que entiendas más o menos un poco la sensación que tuve cuando, paseando por las calles de París intentando encontrar un sitio para llamar a mi familia; entreví la silueta de un chico apoyado en una farola con las manos en los bolsillos de una rojísima chaqueta.
Parecía que esperaba a alguien. Movía ligeramente los pies, haciendo que sus zapatillas oscuras brillaran bajo la amarillenta luz de la farola. Dudé en si debía acercarme o no. Probablemente tendría cosas que hacer con la persona a la que estuviera esperando... Pero después de todo era la primera persona que parecía agradable con la que me encontraba después de una larguísima hora y media.
Así que me acerqué, quedándome a unos 2 pasos detrás suya. Dios mío, era altísimo. ¿Cuánto medía, dos metros? Y eso que yo no soy tan baja, mido mi metro 65, pero ese chico... ¡Me sacaba una cabeza y media! ''Valor, Molly, necesitas ir con tu familia'' me dije segundos antes de golpear suavemente su hombro.