Once

5.4K 435 60
                                    

Marguerite despertó lentamente con una sensación de que algo era diferente. El ruido sordo de otro latido de corazón bajo su mejilla y la sensación de un caliente cuerpo masculino extendido bajo el suyo la hizo abrir sus ojos de par en par.

—¿Taehyung?

—¿Hmm...? —Le tocó la cara, arrastrando su dedo hacia su garganta.

Estaba todavía oscuro, y aunque ninguna luz penetraba las gruesas cortinas azules de terciopelo, los pájaros habían comenzado a cantar en el silencio.

—Deberías ir a casa.

—Hmm...

Su mano se movió más abajo, deslizándose a la taza de sus nalgas y apretándolas fuerte. Se retorció contra él, sintiendo a su erecta polla sacudirse contra su estómago.

—Taehyung...

—Necesito estar dentro de ti. —La giró sobre su espalda y con la rodilla separó sus piernas, deslizó su eje profundamente dentro de ella y comenzó a empujar. Marguerite no podía hacer nada más que agarrar sus anchos hombros y soportarlo, respondiendo a sus besos con los suyos propios, exigiendo respuesta y reponiendo necesidades que casi había olvidado que existían.

Levantó sus caderas para encontrar cada duro golpe, disfrutando de la sensación de él moviéndose sobre ella, tomándola, follándola.

Él gimió y se balanceó más fuerte, se machacó a sí mismo contra su sexo hasta que ella deseó gritar y retorcerse, morder y arañar.
Su clímax la cogió por sorpresa, forzándole a ponerse tenso también y correrse dentro de ella. Él cayó hacia abajo, su cuerpo cubriendo el de ella completamente.

Se tumbó también y dejó que su peso se asentara sobre ella como una pesada manta con vida. De repente rodó fuera de ella.

—¿Te lastimé?

Su sola pregunta la hizo girar su cabeza y mirarle. —No.

—¿Estás segura?

—¿Por qué incluso pensarías eso?

La miró fijamente, su cara un pálido contorno en la oscuridad. —Porque estoy más acostumbrado a estar con hombres, y ellos no son exactamente tan delicados como lo eres tú.

Se movió a un lado de la cama, gimiendo cuando sus pies golpearon en el suelo de madera. Marguerite se levantó sobre un codo para mirarle recolectar sus ropas y ponérselas, sus movimientos bruscos e inseguros en la débil luz.

—Taehyung, ¿estás bien?

—Por supuesto que lo estoy. Me dijiste que era hora de irme, y me estoy marchando.

Marguerite reunió las sabanas firmemente alrededor de sus pechos. Aunque él sonó totalmente cordial, apenas estaba exhibiendo el amoroso comportamiento que ella inconscientemente había esperado.

Se mordió el labio inferior.
—¿Es así como tratas a tus amantes masculinos?

Él se detuvo, sus manos en su garganta mientras envolvía su corbata alrededor del cuello de su camisa. —¿Qué?

Ella extendió sus dedos hacia la puerta. —¿Simplemente sales de la cama y te marchas sin una palabra?

—Normalmente, sí.

—Oh. —Se tumbó y tiró de las cubiertas hasta su barbilla. —Entonces, adiós.

Él se volvió hacia la cama y se sentó en el borde, extendiendo una mano para tocar su encorvado hombro.
—¿Marguerite?

—Fuera.

Rehusó mirarle; obviamente la experiencia que acababan de compartir significaba nada más para él que cualquiera de sus otras, sin duda variadas, conquistas.

Perversión. » k.th (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora