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—Ya deja de hacer eso. —Jimin no paraba de reír.
—Hacer qué. —su rostro volvió a transformarse en una graciosa mueca con ayuda de sus manos.
—Esooo. Detente ya, no respiro. —el rubio trataba de controlar su respiración entre tantas risas que le provocaba quien tenía en frente.
—Eres un aburrido. —dijo su acompañante con fingida molestia.
—¿Y te quejas? Como si no te gustara... —Jimin lo imitó haciendo un puchero.
—A nadie le gusta alguien aburrido, bobo. —le agarró levemente una de sus mejillas.
Lo vió. Estaba seguro de que él se relamió los labios antes de bajar la cabeza, eso es que estaba nervioso. ¿que ocurriría con él?
—¡Jimin cuidado! —
—¡¿qué, con qué?! —
—¡un beso! —
—¿ah...? ¡mnh! —
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Blanco. Su mente no estaba en ninguna parte, llevaba recostado más de media hora. Necesitaba verlo otra vez.
De los abultados labios de Jimin salió un sonoro suspiro, que le dio ánimos para erguirse sobre la cama y cambiarse de ropa. Parecería ridículo, pero necesitaba hablarle, verle... estar con él. Besarle si se podía, si no se negaba.
Se armó de unos jeans negros ajustados, polera básica blanca y una sudadera rojo oscuro bastante ancha, botines negros y un par de pendientes. Un gorrito que hiciera juego y ya estaba listo; última revisión en el espejo de cuerpo completo junto a la cama, se untó un poco de bálsamo labial para no dañarse con el frío, tomó billetera, llaves, teléfono con audífonos y salió de su pequeño departamento en el centro de Seúl.
El frío se coló entre su ropa, un chocolate caliente es casi como un abrazo en este tiempo. ¿qué le diría? "oye, bésame de nuevo que no estoy seguro de si lo soñé" ¡claro que no! "hyung, ¿por qué me besaste?" eso sonaría a reproche, y en verdad quiere que vuelva a pasar.
Pero fue dulce. Muy dulce.
Nunca pensó que Yoongi se atrevería, siempre se hacía la idea lejana de que alguna vez tendría que ser él mismo quién tomara la iniciativa, aunque eso dejara la posibilidad de que el mayor no le volviera a hablar por cuánto tiempo.
Un beso. Corto. Adrenalinico. De esos en los que sientes mil emociones al mismo que tiempo en vez de solo amor.
Definitivamente dulce.
¿Que qué decirle? Já, ya lo pensaría. No podía plantarse en frente de su umbral hecho un manojo de nervios y dudas, además, un café siempre soluciona todo.
Dobló en la esquina, unos pasos después ya estaba cruzando la entrada de una de las pocas galleterías que conoce. Apenas y se mudó hace un año, y no es que presuma de tiempo de recorrer por ahí sin responsabilidades que cumplir.
Notó un aroma peculiar en el aire.
¿en serio? ¿tan rápido? Sólo lo había besado una vez y ya sentía su aroma por cualquier lado, esto era un problema. No podía engancharse así de buenas a primeras.
Salió un momento del lugar para tomar aire y despejar su cabeza, el recuerdo del beso tenía demasiado poder sobre sí mismo, ¡si hasta le hacía oler cosas! Esto no podía ser. Se apoyó en la pared y llevó una de las manos hasta su sien, pero la sonrisa que tenía por qué él estuviera en su cabeza era inevitable, trató de relajar las mejillas comenzando a golpearlas levemente y estirandolas con los dedos hacia adelante abultando visiblemente sus labios.