Capítulo 10

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Adam

— ¿Quieres dejar de ver el maldito reloj? —la voz de Nico me regresa a la sala de juntas, se para del asiento para lanzar su chaqueta a una de las sillas, parece tan irritado como me siento ahora mismo— Sabemos que has dejado a los terribles tres, pero de verdad Adam estoy cansado y no tengo todo el día hasta que tu cerebro decida ponerse al corriente con lo que Marcos dice.

Eso me molestó ¿Quién se creía para hablar de ese modo?

— ¿Estás cansado? —mi pregunta está llena de sarcasmo— ¿De qué exactamente? ¿De viajar por todo el mundo? ¡Déjame adivinar! ¡De tener una mujer diferente en la cama cada noche! Mientras que Marcos y yo nos rompemos la espalda trabajando tú estás quien sabe en donde disfrutando los beneficios de la empresa, pero a la primera que solicitamos tu presencia quieres partir de inmediato ¡No me vengas con esas estupideces! —me acerqué lo suficiente para estar a su altura, si lo que quería era problemas estaba de suerte porque no tenía la paciencia para soportarlo.

— ¡Ya basta los dos! —el grito de Marcos nuestro hermano menor nos hizo verlo por primera vez— Los tres estamos cansados, e incluso me atrevo a decir que irritados pero los problemas no son entre nosotros, necesitamos algo grande, algo que pueda rescatar a la empresa de lo que parece es una inevitable ruina, el negocio que firmé hace dos años nos ha dejado muy mal parados y temo que por mi culpa esto termine.

— No es tu culpa—me escuché diciendo— Estuvimos de acuerdo los tres y no analizamos todo como debía ser, que esto nos sirva de lección para referencias futuras.

— Lo siento Adam—la disculpa de Nico nos sacó de contexto— Sí, ya sé que no estoy lo suficiente con ustedes y nunca me han dicho nada por ello, se los agradezco. También siento haberte dicho lo de los terribles tres.

— ¿Los dejaste con la señora Jones? —me pregunta Marcos centrando su atención en mí— Recuerdo que querían ir a un evento del colegio, debió dolerles renunciar a ello—Su comentario me hizo recordar a Cassandra, mentiría si dijera que no estaba preocupado por como les estaba yendo, por eso no podía apartar la vista del reloj en la pared pero yo mejor que nadie sabía lo incontrolables que pueden ser los chicos y aun así estuvo ahí Cassandra para ellos, no soy ciego, sé que desde que la conocieron la ven como su ángel guardián.

— No tuvieron que renunciar, llegó su ángel para llevarlos—de manera incontrolable pienso como pidió de una manera tan amable llevarlos parecía que el favor se lo estaba haciendo yo, todo con esa maldita dulce voz que tanto la caracteriza y afirmé que me encanta. Ambos me ven como si hubiera enloquecido.

— Pues mira que deseo conocer a ese ángel—como siempre la mente de Nico lo entiende a su pervertida manera.

— Todo a su tiempo hermano, somos una familia grande no puede mantener eso en secreto por mucho tiempo—me sonríen a modo de burla y es que tiene mucha razón, por como es mi hermana y mi mamá juntas lo más probable es que comiencen a preguntar porque le permití a Cassandra llevarlos, acostumbran ver más de lo que realmente hay.

— ¿Podemos volver al trabajo?

— Claro... ahora sí quieres trabajar—La burla nuevamente proviene de Nico ya con un ambiente menos pesado, acomodo mi saco para volver a la mesa y revisar todos los papeles. Después de unas horas encerrados, sin comer y solo bebiendo agua para distraernos de lo mal que se ve la situación para la empresa escucho la voz de Nico— De verdad no quiero decir lo obvio, pero ¿No será necesario hacer un recorte de personal?

— No—el primero en hablar es Marcos, veo que su postura no es debatible así que ni siquiera intento contradecirlo, por otro lado, Nico no sabe como es realmente nuestro hermanito para los negocios y vuelve a hablar.

Todo lo que nunca quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora