Escucho el ruido de la puerta y salió de su letargo. Tenía la boca seca y un dolor de cabeza descomunal. Ni la peor de las resacas, mezclada con la más brutal de las gripes se podían asemejar a ese malestar que le inundaba de la cabeza a los pies pasando por todos y cada uno de sus órganos. Lo que más le dolía era aquella presión en el pecho, que por momentos se volvía cada vez más insoportable. Abrió los ojos para encontrarse con una completa oscuridad y no solo en la habitación. En su interior, se sentía vacío, desolado, roto. No podía soportar aquella realidad, por mucho que se quisiera concienciar en que Abbi ya no lo amaba, no estaba preparado para decir adiós. Aún no. Prefería cerrar los ojos y transportarse al mundo de los recuerdos. Volver a un pasado en el que la tenía. Pero eso era más un arma de doble filo que un consuelo, los momentos vividos con ella ya no los sentía suyos. Como si hubiera estado de prestado, usurpado una felicidad que no era para él. Ellos estaban destinados a estar juntos desde el principio y se entrometió. Consiguió estar con Abbi y sin darse cuenta le robo a Sang Jae su oportunidad. Qué ironía, ahora sufría en su piel lo que su amigo debió sentir los últimos años. Ahora era él quien sobraba en esa historia.
Philip salió, cerrando la puerta tras de sí. A su vez Shin Woo hacia lo mismo de la habitación contigua.
— ¿Sigue igual?— preguntó con preocupación.
Afirmó con un gesto y fue hacia la cocina. Este lo siguió.
— ¿Tú has descansado algo?— se arremangó para enjuagar unos plato antes de meterlos al lavavajillas.
—Sí, estaba reventado ¡El viaje ha sido una pesadilla! — confesó apoyándose en el marco de la puerta —. Primero se cabreo porque no tenía vodka en el bar. Ha pegado tal patada a un asiento que lo ha desencajado del sitio.
Philip no se sorprendió.
— Luego se ha puesto a llorar. Habrá llorado durante horas. Ha llorado tanto que hasta yo he llorado. Me encogía el alma verlo así. Jamás lo vi tan destrozado
El sí, o al menos parecido, cuando su tío murió.
—Menos mal que el avión es vuestro, si llegamos a ir en uno comercial estaría detenido — resopló—. Luego ha entrado en este estado catatónico donde parece estar dando vueltas a muchas cosas en su cabeza y a la vez como si estuviera en el fín del mundo.
Philip se cerró el grifo y se mordió el labio inferior con fastidio. No lograba que su hermano hablara, comiera, se duchara o se levantara de la cama desde que llegó. Ni siquiera quiso entrar en su apartamento, atrincherándose en su habitación.
— ¿Has hablado con Sang Jae?— pregunto por curiosidad.
— ¡Que va! me ha prohibido que me comunique con ellos, ¡Bajo amenaza de muerte!— levantó el dedo índice—. Bueno a Sang Jae lo ha maldecido durante todo el viaje, lo odia.— No lo odia— apuntó—. Lo que odia es seguir queriéndolo pese a todo.
—La verdad Philip, no sé si va a poder con esto.
— Pues tiene que poder— determinó— porque le ha tocado perder y esta vez no puede huir de ello.
— ¿Crees que es definitivo?
—Mucho me temo que sí.
Se quedaron en silencio, angustiados y reflexivos mientras contemplaban la bahía.
— Voy a ducharme a ver si mato del todo este jet lag — suspiro dejando la cocina.
Philip lo siguió y se sentó en una butaca del salón. Se dio cuenta de que en breve recibirian el aluvión de llamadas de Adyoon por no presentarse en Italia y su madre no tardaría en enterarse. Y ninguno estaba en ese momento con ánimos de tener que escucharla. Se levantó y fue de nuevo a la habitación. Abrió con cuidado.
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Recordé quien era.
RomantizmAbbi había abandonado muchos caminos para estar con Henry, excepto uno. El único camino que la abandonó a ella antes de poder elegir. Y ahora, ocho años después, vuelve a cruzarse en su vida.