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En lo más profundo de su ser comprendía que no siempre se saldría con la suya, si bien ahora mismo vivía las consecuencias de sus actos. La primera vez que burlo a los guardias le pareció algo insulso y fácil de lograr, no obstante la segunda vez no fue tan oportuna. Sus ropas se encontraban hechas polvo, llenas de raspones y arena sobre todo; y ni hablar de su cabellera que en estos instantes parecía un nido de arañas por tantos nudos en ella.
En simple y sencillas palabras era un asco total.
Pero no generalicemos lo anterior a tan solo su estado físico, sino también mental; la furia y frustración trataban de hacerse presente en él, pero de una u otra manera logro tranquilizarse, pues sabía que si estas dominaban su lado racional saldrían en forma de lágrimas, y eso no ayudaría demasiado en patético estado físico-mental.
Francamente no creía que los actos que cometían fueran tan graves para tan forzada situación, conocía acertada-mente los castigos que conllevaba el hurtar cualquier tipo de bien, no obstante se crio alrededor de los barrios bajos, donde el robar era el alimento de cada día. Y el miedo de perder una parte de su cuerpo pasó a ser un simple juego, donde si ganaba tenía que continuar con el mismo chasco de siempre. Algo común en su vida cotidiana. Todos aquellos rodeados de algunas riquezas no entenderían lo que era el vivir así, existían veces donde la muchedumbre poco agraciada se tocaba el corazón por los suyos —especialmente aquellos sin hogar, forasteros—; un ejemplo de ello sería su persona, quien a pesar de nacer y crecer en esos barrios tenia —pocos— modales que su madre se esmero en enseñárselos, y hasta ahora agradecía a aquella vieja mujer por inculcarle algo de —podría decirse— cultura. Aunque no lo demostrase seguido.
"Pero aquí es diferente" Se mentalizo. "Es el corazón de la capital"
Un quejido salió de sus labios, su agarrotado cuerpo pedía a gritos que cambiase la posición en la que se encontraba en esos instantes; la presión ejercidas sobre sus rodillas y frente era algo de los mas incomodo, lo peor, que no podía utilizar sus manos para apoyarse en ellas. Puesto que se encontraban atadas por detrás de su espalda.
Esto era a su parecer una manera de tortura algo eficiente, claro si lo que querían era lograr hacerle sentirse humillado, al igual que cansino por consiguiente de la prohibición de sus manos. Las cuales escocían por el ardor que la constante frotación de la soga al movimiento agitado de sus estas; aceptaba de la manera más franca que los guardias sabían sujetar nudos firmes.
— ¡Maldición!
Los pasos posteriores a sus maldiciones lo hicieron guardar silencio, y con el rabillo del ojo admiro unos pies limpios y blancos, adornados levemente de las uñas con pintura negra pasar de sí como si nada, hasta detenerse a un par de metros delante suyo.
Tan solo significaba que el rey hacia aparición.
No le intereso en lo más mínimo cuanto tiempo él se le quedo mirando, como cualquier mamífero raro, y podía garantizar que pudieron acontecer ahí si no fuera por el constante sonido de su respiración. Inconscientemente giro un poco su cabeza hacia el frente.
Algo Kōki gritaba que era un ser poderoso, tan solo por su aura.
Desde niño su madre le decía que no había porque juzgar a alguien sin siquiera conocerlo, pero qué demonios importaba ahora, su madre catalogaba a todos como buenas personas, hubiese deseado tener aquella capacidad; durante la adolescencia aprendió junto a su hermano a leer el aura y comportamiento de una persona. No podrían convencerlo de que aun se mantenían individuos con buenas intenciones.
Ya no se tragaba aquellas fachadas de genuinos.
Sin embargo se sorprendió cuando unas manos suaves liberaron de cualquier presión las suyas; el sonido de satisfacción no pudo ser retenido al sentirse como hace unas cuantas horas. Sin ser demasiado obvio alzo un poco su vista, encontrándose al instante con unos apasionantes ojos rojizos, los cuales se mantenían centrados en sus coloradas muñecas y, cuando se encontraron Furihata sintió encogerse por la increíble decisión que estos desbordaban.
—¿Te sientes bien?
Rehuyó a su toque inmediatamente, negándose a la misericordia del pelirrojo; algo dictaba que no era buena idea.
— ¿Por qué me has liberado?
Su comportamiento no pareció sorprender al joven monarca, todo lo contrario, el destello cruzo fugazmente sus ojos al ver un desafío ante él y sin poder evitarlo trato de leerlo. El tiempo pareció romperse cuando volvió a hablar.
—No parecías muy cómodo.
— ¿Qué te hace pensar eso?
—Tan solo lo sentí.
Con los sentidos alertas y su mirada viendo directamente hacia él logro descubrir que, a pesar de que se mostraba solo no lo estaba, los guardias se encontraban detrás de los grandes pilares; esto lo limitaba a no actuar tan a la defensiva frente a ellos.
—No te debo nada. —Gruño. —Mucho menos si fueron tus hombres quienes me ataron.
—No he pedido nada a cambio de tu libertad— Contra ataco
—Pero lo harás.
— ¿Qué te hace pensar eso?
Recorrió su cuerpo con sorna, por ende, era más que claro —Desde su punto de vista— que los de la realeza necesitaban algo a cambio, su avaricia era algo inhumano. — Los de tu clase son siempre así, ¿No?
Bien, de alguna manera su comentario pareció ofender al chico de extravagante cabellera. Sus críticas eran con toda la intención de hacerlo rabiar y mostrarse a sí mismo y a él que no era como se clasificaba a sí mismo; nadie en esa vida era un alma pura, cada uno de ellos poseía sueños o avaricia algo que no se podía cumplir.
El hombre está condenado a destruirse y todo aquel que le rodea.
—Te equivocas... —Dio un par de pasos hacia adelante. — En mi monarquía nada de lo que tú hiciste aquí es tolerable, incluso para alguien de más estatus. Pero eso claro tú quizás no lo sabías
Frunció su ceño. — ¿A qué te refieres?
—Has cruzado sin registro a este reino, has saqueado varios puestos honrados... el castigo a esos actos, es uno demasiado duro.
La sorna desapareció de su mirada... nadie en su vida la había tratado de esa manera. Jamás la pudieron argumentar en su contra. Pero ahora.
—Adelante. —Estiro su mano hacia él. — Temo decirle que no poseo alguna clase de pavor o sosiego a perder una parte de mí.
Mentía... El corazón le latía demasiado fuerte; se suponía que estaba ahí para poder mejorar su vida, no para perder ante el primer obstáculo que se presentaba. Su madre y padre estarían decepcionados, ¿Qué pensaría su hermano? Para Furihata, su pariente era un ejemplo a seguir, alguien que se enfrentaba a las dificultades y propias consecuencias de sus actos con valentía, alguien que quizás ya no lo reconocería como familia.
Jadeo involuntariamente cuando sintió el jalón en su diestra al momento de cerrar los ojos, apretándolos fuerte cuando entro en calor junto a un cuerpo extraño, su mano seguía sujeta pero ya no por parte de la muñeca; sino enlazada. Sus piernas fallaron y gracias a su peso cayó al piso de rodillas acogida en un par de protectores brazos.... Todo fue muy rápido e inesperado, como un escalofrió ante lo frio.
No entendía lo que sucedía, no obstante su cuerpo se concentro en el placer de la suave tela y el viril olor de su verdugo... Tales sensaciones calmaban a su desbocada mente.
—No te haré eso. —Fue su dictamen.
— ¿Qué quieres de mi, entonces?
—Lo quiero todo.
— ¿A qué te refieres?
—Se mio.
Se mi cortesano... Mi musa
........♥Hola!!!!
Ejem, puede que quizás carezca poquito de coherencia, pero mi inspiración llega y se va en momentos; momentos justos en donde la necesito y se va —Como mi ex :(— Es broma... yo no tengo ex.
Bueno, llegando a lo bueno; espero y le haya gustado.
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Sencillamente
Fiksi PenggemarLos escenarios entre ellos podian ser de los mas caotico, insufribles o un batallon de ser posible; Por que asi sucedia, por que sus personalidades se completaban cual rompecabezas. Sencilla y paulatinamente. Por que ellos eran Furihata Kōki y Akash...