1. "Soy Amelia"

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Me desprendo de las sábanas para incorporarme y me siento en el borde de la cama. Me froto los ojos y se me escapa algún bostezo entre medias. Me he despertado antes de que sonara el despertador, gracias a mis nervios del primer día de clases después del verano.

A los pocos segundos se escucha el estruendo del despertador. Estiro mi mano para coger el móvil y apagarlo, acabándose por fin el sonido.

La puerta se abre y mamá entra en la habitación. Me fijo en que ya vestida.

—Buenos días, cariño. —me saluda y me da un beso en la mejilla —. ¿Qué tal has dormido? —se apoya en el marco de la puerta mientras que me levanto y me empiezo a vestir.

—Bien, nada que sobresalga de lo normal. —contesto simple poniéndome los vaqueros.

—Te espero en la cocina. —habla antes de irse de la estancia.

Me pongo una camiseta de manga corta azul clara junto a mis mustangs blancas, que deje preparado ayer por la noche. Me voy al baño para asearme antes de ir a la cocina para desayunar.

—Aquí tienes. —me tiende un vaso de leche con colacao.

Tras un gracias de mi parte, me siento en una de las banquetas y empiezo a comer. Nada más terminar vuelvo al baño para lavarme los dientes y peinarme el pelo.

—¿Ya estás preparada? —aparece mamá por detrás mirando su reloj de muñeca. 

—Lista. Ya nos podemos ir. —respondo guardando el cepillo.

Me cuelgo la mochila a los hombros y ambas salimos de casa.

—Hasta luego. —me despido de mamá cuando llegamos al sitio en el que nos tenemos que separar para ir cada una a su destino.

—Hasta luego. —se despide mamá antes de seguir su camino.

Me pongo los cascos y la música inunda mis oídos mientras que me encamino al instituto.

Llego tras unos minutos andando a buen paso, al llegar ya hay mucha gente esperando a entrar. El portero abre las puertas, por lo que todos entran como borregos al matadero.

Paro la música, desconecto los cascos y guardo el móvil antes de entrar en el edificio.

Subo las eternas escaleras y me dirijo a mi clase, la última puerta del pasillo. Cuando entro me siento en la segunda fila.

Observo la clase y a la gente que ya está en el aula. A la espera de que llegue el profesor empiezo a sacar las cosas de mi mochila para compartir un poco el aburrimiento.

Los estudiantes van entrando en el lugar y ocupando sus puestos. Mientras miro algo en el móvil, siento que alguien se sienta a mi lado. Apago la pantalla y dirijo mi vista hacia el lado en el que se ha sentado la otra persona.

—Hola, soy Amelia, la chica que vino nueva el año pasado. —se presenta una chica de pelo castaño claro con una sonrisa.

—Sí, me acuerdo de ti. —sonrío —. Yo soy Nora. —me presento.

—Encantada. Me alegro de tener a alguien con quien sentarme. —sonríe apoyándose en el respaldo de su silla —. El año pasado fue un más aburrido, iba cambiando de compañeros de mesa. —mira al frente. 

—Vaya, eso debió de ser muy duro. —pronuncio mirándola, sabía cómo se sentía eso, en el colegio a mi me pasó.

—Tranquila, eso ya es pasado. —sonríe mirándome, me hace gracia conocer a alguien con un carácter tan alegre como el suyo.

No podemos seguir hablando ya que la profesora llega a clase.

—Me gusta esta profesora. —comenta cerrando su cuaderno de lengua al igual que yo.

—Esta es la mejor de todos los que tenemos. —sonrío estando de acuerdo con ella.

Tras los cinco minutos de descanso la profesora de economía entra por la puerta. Nos tiramos como cincuenta minutos literales apuntando cosas en el cuaderno y subrayando en las hojas que nos ha entregado.

Las demás horas antes del recreo siguen así o incluso más aburridas aún si cabe. Cuando llega ese receso, todos lo celebramos recogiendo todas las cosas de manera rápida. Salgo afuera del edificio junto con Isaac, mi mejor amigo, y Amelia, quien me presenta a su novio.

Luego volvemos a seguir con la tortura, pero después de tres clases más ya somos libres.

—Por fin, se ha acabado. —comenta alegre mi nueva compañera de mesa colgándose la mochila en el hombro. 

—Ya ves, se me ha hecho eterno. —sonrío haciendo lo mismo que ella.

—¿Me pasas tu número? —me pide sacando su móvil para apuntarlo. 

—Claro. —sonrío. Se lo dicto y ella me hace una llamada perdida para tener su número.

Nada más abrir la puerta de casa me encamino hacia mi habitación. Dejo la mochila al lado de la cama y enciendo la televisión sentándome en la silla de mi escritorio.

Saco el móvil del bolsillo delantero del pantalón y miro a ver si mi madre me ha mandado algún mensaje. Al ver que no tengo ninguno, me meto en mis redes sociales.

Abro la aplicación de Instagram y busco el perfil de Amelia. Para mi gran suerte, este es privado, por lo que no puedo ver mucho.

Me pienso durante un rato si mandarle una solicitud de amistad o no. Al final pincho en el botón de mandar. Salgo de la aplicación y apago la pantalla.

Dejo el aparato encima de la mesa y saco las cosas necesarias para hacer los deberes, volviendo a la aburrida rutina de antes de las vacaciones.

Apago la televisión, ya que lo que están emitiendo no me interesa. Saco los cascos, los conecto y la música llega a mis oídos.

Hago parte de los deberes, que consisten en unas frases de inglés. Cierro el cuaderno y lo coloco en un extremo de la mesa.

Siento que alguien pone una mano en mi hombro, asustándome un poco. Giro la cabeza y veo a mi madre. Paro la música para hablar con ella.

—Hola, hija. —me saluda dándome un beso en la mejilla —. No quería asustarte. ¿Qué tal el día? —se interesa. 

—¿Cuánto llevas aquí? —respondo con otra pregunta al ver que ya está cambiada de ropa. 

—Llegue hace una hora, pero como estabas con la música ni te has enterado. Bueno, ¿qué tal el día? —me vuelve a preguntar. 

—Bien, igual de aburrido que siempre. —contesto encogiéndome de hombros —. ¿Y el tuyo? —le devuelvo la pregunta.

—El mío también un poco aburrido. No se ha salido de la rutina. —contesta de igual forma —. Bueno te dejo que sigas con los deberes, no te quiero molestar. —sonríe saliendo de mi cuarto —. Voy a preparar la comida y cuando puedas vienes a ayudarme a poner la mesa. —me pide antes de irse.

Le doy al play y la música vuelve a reproducirse, empiezo ha hacer el ejercicio largo de matemáticas.

Cuando lo termino cierro el cuaderno y recojo las cosas esparcidas por la mesa. Hago la mochila fijándome en el horario y con todo acabado cojo el móvil de nuevo.

Lo desbloqueo y veo que Amelia ha aceptado mi solicitud. Indago en su perfil, en el cual la gran mayoría son selfies suyos, fotos de carteles y de lugares preciosos.

—La comida ya está. —oigo que me llama mi madre.

Me dirijo al comedor y la ayudo a poner la mesa. Luego comemos tranquilamente hablando de temas banales, como el instituto o su trabajo.

Solo iba a ser una citaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora