El Ángel Rojo

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  París de noche es una ciudad muy bella. De día también lo es. París es bella todo el tiempo. Bella, alegre, bulliciosa y pública.

  Erik es un hombre feo. Lo es todo el tiempo. Erik es feo, triste, silencioso y se esconde.

  Erik tiene todo para odiar París, sin embargo, la ama. Ama París cómo amó a Christine y odia no poder vivir más que entre sus sombras tanto como se odia a si mismo por no poder conservar su amor a su lado.

  Erik odia su máscara tanto como a la oscuridad, tanto como a la soledad aunque estas sean su mayor protección y su mejor arma.

  Erik se ha vuelto silencioso, la música es belleza y es amor. Erik es feo y no es amado. La música no podrá jamás ser para él.

  Erik ya no es el Fantasma de la Ópera. Erik es el fantasma que muere de amor. Es el fantasma que se desliza entre las oscuras calles parisinas buscando y compadeciéndose de la belleza de las desoladas prostitutas y los niños abandonados.

  Erik es el fantasma que deja monedas de oro en los bolsillos a los ancianos desvalidos y cobija a cuanto animal herido se le cruza en el camino. Erik es el Ángel entre las Sombras.

  Erik se ha encontrado con una asesina. La ha visto apuñalando con saña y furor a un hombre bien vestido que intentaba violar a una niña. Y, silenciosamente, le agradece por ahorrarle el trabajo.

  Sin embargo, Erik se siente insultado, la joven se cubre el rostro con un retazo de tela roja mal cosida al que la niña de atreve a llamar máscara.

  Erik sigue a la enmascarada, observa agazapado entre las sombras el momento en el que la niña es dejada a salvo en su hogar. Erik escucha a la infantil vocecita despedirse del "Ángel Rojo".

  Erik sabe mucho. Lo sabe casi todo. Sabe que el Ángel Rojo, aquel que asesina pervertidos y protege a los desafortunados, no es más que una chiquilla fuerte y mal disfrazada.

  Pero Erik no es omnipotente. Erik no sabe que el misterioso ángel sangriento se ha percatado de su presencia desde el inicio. No sabe que el Ángel conoce su guarida bajo la Ópera. No sabe que mientras él monta guardia para verla aparecer, ella se prueba sus máscaras, repasa sus partituras y mima a Ayesha.

  Cada noche es lo mismo. Erik sale. Erik espera. Erik la encuentra y Erik la pierde. Las estaciones y el tiempo corren cómo arena entre sus dedos. Erik comienza a desesperarse, corre detrás de ella, cada vez con menos sigilo, pero siempre termina por verla desaparecer en el mutismo nocturno de las frías calles de los barrios bajos.

  Todo lo que inicia debe terminar, las noches se acortan a la par que las correrías de ambos. Las muertes escasean, los niños no salen. El Ángel se vuelve humano. Erik casi la alcanza.

  Ayesha no está en casa. Erik se cansa de llamarla y comienza a temer que se haya ahogado en el lago cuando escucha un débil tintineo en uno de los túneles.

  Erik sigue el sonido a través de las trampillas de la Ópera y encuentra un brillante por cada piso que sube.

  Un maullido lejano le indica que debe cambiar de dirección. Erik se precipita en una loca carrera por el cuarto sótano, casi tirando al exterminador de ratas en el proceso. Sigue subiendo y alguien le arroja una bolsa de arena desde las vigas del escenario, las bailarinas corren en medio de un ataque de pánico.

  Más brillantes por el piso, retazos de tela roja los acompañan. La Ópera está hecha un estropicio nuevamente. Erik se ha olvidado de toda precaución en su prisa por rescatar a su Ayesha de las manos del Ángel.

  La trampilla del techo está abierta y lo que queda del collar de Ayesha cuelga por ella sujeta a un listón rojo.

  El frío viento y la luz de la luna reciben a Erik bajo la Lira de Apolo. Ayesha lo espera cómodamente echada sobre una cesta de raso negro. Erik está tan desconcertado por la aparente soledad de su gata que apenas es consciente de la presencia que surge discreta detrás suyo.

  Un par de manos, fuertes aunque de apariencia delicada, le arrancan la máscara. Ni sus muy desarrollados sentidos, ni su fuerza sobrenatural son capaces de ayudarlo a conservarla.

  Erik se gira con la rabiosa determinación de asesinar a quien de atreviese a tal blasfemia, pero solo alcanza a distinguir un rojo resplandor antes de verse paralizado por unos labios que atrapan los suyos.

  Una vorágine de intensos y poco experimentados sentimientos lo invade. Ni siquiera la sumisa compasión de Christine al dejarse besar lo elevó de esa manera. La calidez de los labios ajenos se extiende hasta su pecho. Su corazón se acelera y, por primera vez, la sensación es bien recibida.

  El Ángel de aparta y la máscara cae, lo mira cálida y con una sonrisa traviesa en los labios. Pierden del todo sus aires de ángel y fantasma, ahora mismo no son más que una chiquilla atrevida e imprudente enamorada de un cuarentón solitario y peligroso.

  Erik está tan aturdido que apenas se da cuenta de que Ayesha se le trepa en la espalda y que la joven camina lentamente hacia atrás, lo ha cogido de las manos y ambos avanzan al mismo ritmo y sin despegar la mirada del otro.

Ayesha maulla suavemente en su oído. Ángel y Fantasma, ahora el cuarentón y la chiquilla, se encuentran de pie sobre la cornisa del techo. Ya bajo ellos París. La bella, bulliciosa y nocturna París palpita, rebosante de vida y de muerte, a sus pies, entonando la música más rara que Erik ha escuchado jamás.

  "Niña insensata ¿que pretendes?" Por fin Erik nota que su compañera está descalza, en medio del invierno parisino y apenas lleva un holgado camisón negro. De nuevo es un ángel surgido de las tinieblas nocturnas. Un ángel que ha venido a llevárselo a quien sabe donde, quizá al infierno, por que un beso como aquel, para un monstruo como él, sólo podría significar el preludio a la condenación eterna.

  Sin embargo, no es una mirada de malévola advertencia la que lo mantiene unido a aquellas manos, en realidad, los desvelados ojos oscuros le muestran una tácita y secreta promesa de un "algo" benévolo y luminoso.

  Y antes de que Erik pueda decir nada, ella se abraza a él y provoca que los tres, la gata incluida, caigan inevitablemente al vacío.

 

  París es una ciudad muy bella. De día y de noche. Es bella, bulliciosa, alegre y pública.

  París tiene luz todo el tiempo. De día y de noche, en las calles y en los bares. París tiene luz, ruido y vida.

  Pero París tiene miedo. Miedo a la oscuridad y a la muerte. Miedo a la silenciosa música con la que bailan un ángel sangriento y un fantasma solitario por las noches en las calles.

  Erik sigue siendo feo, sigue siendo un fantasma. Sin embargo, ahora es un fantasma feo, enamorado y amado. Amado por Irena, amado por un ángel poco más que humano.

  Erik observa a Irena juguetear con Ayesha tranquilamente sentada en la misma cornisa de la que hacía tanto tiempo saltaran.

  Por que Irena, su dulce hechicera camuflada de ser celestial, llevó al futuro a un hombre que vivía huyendo del pasado. A un futuro lleno de luces y sombras artificiales que, paradójicamente, mejoran la realidad.

  Irena ahora es feliz girando por los techos parisinos de la mano de un genio genio espirituado en la inmensidad del tiempo. Gira y gira casi sin parar de la mano de Erik, su Erik.

  Una suave y oscura música se desprende de la Lira de Apolo, Erik e Irena en el techo de la Ópera bajo la atenta mirada de la gata. Uno es la familia que el otro necesita, familia, compañeros, amantes, amigos, cómplices.

  "Niña boba, te has manchado el rostro". Aún así, Erik piensa que Irena se ve hermosa y letal con el rostro salpicado con diminutas gotitas de sangre. Abajo, en la dirección, una joven aprendiz de bailarina (última descendiente de las Giry) grita desaforada al encontrar el cuerpo sin corazón del pervertido director adjunto.

  París de noche es tan bella como peligrosa, peligrosa para quienes del mal se nutren. Pero...

  ¿Que puede temer una persona justa del Fantasma de la Ópera y el Ángel Rojo, aquellos que gobiernan París desde las sombras?



  Jeje. Hola, esta es la primera historia que escribo del Fantasma de la Ópera -de hecho también es la primera historia que publico completa-.  Surgió de la inspiración que supuso el haber asociado al chico que me gusta (Esteban, si algún día vez esto, me sigues gustando y mucho) con algunos rasgos que posee Erik, mi amor literario desde la infancia. Espero que sea del agrado del fandom del Fantasma y pues nada, sólo quería dejar una nota al final. 🖤
 

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⏰ Última actualización: Mar 10, 2019 ⏰

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