Capítulo 3: Adiós, hogar

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No miento si digo que no he pegado ojo en toda la noche. Mi molesta cabeza, como siempre hace, utiliza las cosas buenas no como lo que es, algo bueno, sino como un destello, una luz, que aparece un segundo y hay que atraparla porque sino se escapa. No he tenido muchas cosas buenas en mi vida, y las que he tenido, se han esfumado mucho antes de que me diera cuenta de que existían. Me he pasado toda la noche pensando en como conservaré esta luz, este foco que puede iluminar mi vida, o puede hacerla arder.

Después de quedar ayer con Denise, me pasé hasta la hora de la cena reorganizando mi maleta, ya que Denise tiene muy buen gusto, pero pierde la cuenta de las cosas que ha comprado cuando llega a diez, o a diez mil, no estoy muy segura.

Pensar en ella me provoca un vacío en el estómago, no puedo creer que vaya a separarme de la persona que me preparaba miles y miles de batidos de fresa cuando estaba deprimida, de la persona que en la acampada a la montaña me prestó su abrigo y ella se resfrió porque yo tenía frío. No puedo creer que vaya a separarme de la única amiga que he tenido de verdad, de la persona que confío desde los tres años.

La lágrima que resbala por mi mejilla se confunde en el reflejo del cristal con una de las gotas que corren tratando de ser las primeras. Al ver mi reflejo, me sonrío, pensando en lo que encontraré dentro de unas cuantas horas en un nuevo continente.

Me recoloco los auriculares y vuelvo a reproducir de nuevo la banda sonora de “Begin Again”, película que he visto recientemente y, aunque la música que abunda en la película no es rock o punk, me gusta mucho. La película trata de una chica que se muda con su novio a Nueva York para que él comience su carrera como músico, pero luego él la deja, aunque todo cambia cuando llega la posibilidad de que ella también pueda tener una oportunidad en el mundo de la música. En realidad, me recuerda mucho a mi situación, y no entiendo por qué, ya que son cosas diferentes, pero Gretta, la protagonista, también quiere hacer lo que yo quiero: quiere llegar a Nueva York siendo diferente y quiere marcharse de allí siéndolo. Y esa es mi meta.

—Jamie —me llama la voz de Justin, moviéndome el hombre con su mano. Yo me aparto he intento concentrarme la letra de “Lost Stars”.

Are we all lost stars, trying to…

—Jamie —vuelven a interrumpirme.

Me quito los auriculares, furiosa y le miro.

—¿Qué quieres, Justin? ¿Con qué tontería vienes a molestarme ahora? —Le espeto, deseando borrarle esa mueca de estúpido de la cara. 

—Es mamá quien te llama, no yo. Ya sabes lo poco que me interesa tu vida.

Yo le dirijo una mirada asesina antes de mirar a mi madre por el espejo retrovisor.

—¿Qué ocurre, madre? —Le pregunto, medio gritando. Me suena muy raro llamarle “mamá”, por más que lo entiendo, es difícil llamar del mismo modo a alguien que no llamabas así desde hacía seis años.

—Quería preguntarte donde está la puerta de embarque, Jeanette —me contesta, continuando esta especie de juego que tenemos. Cuando yo le digo madre, ella me llama por mi nombre completo. Y detesto mi nombre completo, si no es mi padre quien me lo llama.

—Me llamo Jamie —le replico yo.

—No, te llamas Jeanette Pauline Garnier, y te llamaré Jeanette cuando tú dejes de llamarme “madre”, como a una persona que no hubieras visto en diez años —me ordena ella, subiendo cada vez más el tono.

Yo estoy a punto de contestarle, cuando Justin vuelve a abrir la boca. Qué inesperado.

—Creo que Jamie dijo que era la terminal A, puerta catorce —apunta Justin, señalando al frente.

El Mundo tras las Cámaras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora