-¡Señor Michael!-. Escuché gritar a alguien del otro lado de la puerta.
-!Entrega especial¡-. Fui extrañado hacia la puerta de entrada y la abrí. Era el cartero y además un fiel amigo mío. -Hola, veo que estás ocupado todavía. Tus ojeras hablan por si solas-. Me miró de arriba abajo, en lo que yo le hice una mueca de asco.-¿Qué es esa caja?-. Pregunté al ver la enorme caja que llevaba entre brazos.
-No se. Solo hago mi trabajo y se supone que es para tí-. Dijo al entregarmela. -Bueno, me tengo que ir. Mándale saludos a tu madre-. Cerré la puerta y mire la caja confundido. Me asusto un golpe en una de las habitaciones, cuidadosamente fui al lugar donde provenía el ruido. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver a mi madre en el suelo, todos estos meses la he estado cuidando. Siempre a uno le llega su hora y lamentablemente, a ella la estaban llamando.
Agarré a mi madre del brazo y la ayude a subirse a la cama.-Gracias, hijo-. Ella me miró apenada. -No tendrías que estar cuidándome. Tendrías que salir con tus amigos-. Dijo con dificultad.
-Nunca dejaría a alguien que me dió la vida y me protegió-. Desvíe la mirada para no llorar. -Te cuídare hasta el final, como lo harías tú-. Mis ojos se cristalizaron, y mi corazón se anudó. -¿Qué querías hacer?-.
-Tenia ganas de darme un baño. La verdad no es lindo estar siempre en la cama-. Respondió con una sonrisa que me partió el corazón. La ayude a ir al baño, hace meses atrás instale una bañera por si esto pasaba. También, ayude con su baño, era como tener un crío pequeño. Esa es mi definición. Sentía que todo mi mundo se despedazaba si ella no estaba. No quería que el único ser que me conocía al cien por ciento se fuera.
Pasaron los días, y empeoró. Los doctores me ordenaron que la internara. Sería mejor para que esté más controlada por si algo le pasaba. Iba todos los días que podía, después de trabajar, hasta algunas veces si podía me quedaba dormido en una silla al lado de la camilla para que no se sienta sola.
Los jueves tenía día libre. Sali del trabajo temprano, como a las 9 A.M., fui hasta el hospital con unas azucenas blancas, eran sus favoritas, les hacia acordar a su infancia. Abrí la puerta y la ví llena de tubos y conectada a cosas extrañas. Me acerqué a ella y puse las flores en un florero que posaba al lado de ella. Dijo que no había dormido bien, le di un beso en la frente y me acosté a su lado con cuidado. Al cabo de unas horas su frecuencia cardíaca no daba señal y empezó a hacer un ruido molesto. Salí de la camilla con lágrimas en los ojos, unos médicos me apartaron de la camilla y me dieron una noticia que ya sabía.
Fui a mi casa con pereza. Abrí la puerta y el silenció junto a la oscuridad se apoderaron de mí. Me senté en el sillón mientras fumaba mi abano y tomaba alcohol. No voy a mentir... Lloré, lloré, tomé, y fume. Mis ojos se clavaron en la caja que había recibido hace mucho, nunca la abrí, la agarré y mire su contenido. Había una carta y un álbum de fotos. En el álbum había fotos raras de la ciudad, no le di tanta importancia, abrí la carta y leí: "Espero que esta carta sea leída antes de que tu madre muera. Si no es así, muy bien, lo importante es que estés bien. Te necesitamos para que hagas una misión importante. Te preguntarás, '¿Por qué yo?'. Bueno pequeño mocoso, porque si, no necesitas respuesta coherente. Pagaremos a quien haga estas misiones y muy bien. Atentamente T.L.". Di vuelta la carta para ver a dónde tenía que ir. Sin pensarlo agarré mis cosas y fui hasta ese lugar, me encontré un tipo extraño, creo que se llamaba "Paal" o algo así. Estuvimos en contacto varios días, hasta que fuera la reunión.-----------------------------------------------------------
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Jugando Con Tu Cerebro • Tord Y Tú.
FanfictionUna chica común y corriente es citada en la armada por su hermanastro, ella se entera de algo horrible y escapa con sus compañeros, al escapar sus sueños extraños se hacen más recurrentes y gracias a estos la protagonista puede salvar a la humanidad...