Capítulo 22

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—Tengo que irme —dijo el Lobo, alejándose de la joven un par de pasos. Chi se sintió estúpida por querer alargar la mano hasta él y rogarle que no la dejase sola—. Cuando oigas mi señal, comienza a cazar —Kobu le sostuvo la mirada durante unos segundos más, a duras penas aguantándose las ganas de quedarse con ella. Se dio la vuelta con brusquedad, soltando un gruñido bajo de resignación. Cuando llegase la hora de pelear en el Torneo, no podría ayudarla, aunque quisiera—. Mantente alejada de Arvel y de Alessia, son peligrosos.

Entonces, sin decir más, se marchó. Su silueta se fue diluyendo poco a poco entre el follaje, hasta que no hubo más que las sombras de las hojas.

Chi se quedó sola a los pies de aquel árbol gigantesco, intentando calmar su ansiedad. Con un suspiro tembloroso cerró los ojos y comenzó a contar los segundos. Era una de las tácticas que Ransa les había enseñado para calmar los nervios durante misiones.

Ciento treinta y seis segundos después, Chi abrió los ojos. Todavía sentía como su corazón le palpitaba en la garganta. Pero no podía esperar más.

—Cálmate —susurró para sí misma—. Cálmate.

Abrió y cerró los puños, notando que, por fin, su pulso comenzaba a tranquilizarse. Sus compañeros esperaban más de ella que una crisis nerviosa. Llevaba entrenando más de dos semanas, estaba preparada.

Se dio la vuelta y comenzó a trepar el árbol, hincando las uñas en la corteza, hasta llegar a la primera rama, que utilizó como soporte para saltar a una más alta y luego a otra, hasta llegar a la copa del árbol. Se sentó, rodeando una rama con las piernas, y dejó que el viento corriese los dedos por su pelo.

Minutos después, un aullido resonó entre los árboles, haciendo que docenas de pájaros abandonasen el bosque, espantados. Chi asumió que aquella era la señal que Kobu había mencionado.

Chi inspiró hondo y cerró los ojos. El palpitar de su corazón se atenuó, como si estuviese en el fondo de un lago, mientras que los sonidos que la rodeaban se acentuaban. Escuchó los cientos de hojas siendo mecidas por el viento, escuchó las alas de los pájaros cortando el aire y las ardillas saltando de rama en rama mientras huían.

Ahogó todo el ruido, todo lo que no necesitaba escuchar, hasta que lo único que quedó era el sonido de corazones palpitando por el bosque, el sonido de su sangre al ser bombeada por venas y arterias.

Once corazones.

Chi se deslizó unas cuantas ramas hacia abajo y luego saltó al siguiente árbol, y luego al siguiente y al siguiente.

"Demuéstrales de lo que eres capaz" Eso era lo que le había dicho Kobu, y estaba dispuesta a hacerlo. Sabía cómo dejar a alguien inconsciente con facilidad, era una de las cosas más básicas que se aprendían en el sector...

Después de un minuto, encontró al dueño del más cercano corazón. Chi puso una mano sobre el tronco del árbol en el que se encontraba, sintiendo la corteza áspera contra su piel.

Melibea se encontraba a un par de metros de distancia, sentada con la espalda contra un árbol. Tenía los hombros hundidos y una petaca en mano. Alzó la cabeza para darle un trago al frasco, antes de tirarlo sobre la hierba. Tenía bolsas bajo los ojos, como sombras durante el atardecer y una expresión que hizo que el estómago de Chi se revolviese.

La joven se dio un cabezazo contra el árbol en el que reposaba y luego otro más, con demasiada fuerza, mientras sus ojos observaban el cielo a través del follaje. Estuvo así durante unos segundos, agonizante, antes de inclinarse para sacarse una segunda petaca de su bota de cuero. Pasó una mano por su frente, limpiándose un sudor inexistente, antes de abrir el recipiente y comenzar a beber.

Academia De Bestias (ADB #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora