Jeongguk sentía como si el alma se le escapara, y no estaba exagerando. En absoluto.
Él realmente no sabría cómo reaccionar, estaba emocionado como aterrado, ¿por qué?
Lo iba a ver de nuevo, él iba a verlo de nuevo.
Sus manos tocaron el celular que sonaba sin parar, la canción Mystery of love hacía que su corazón siguiera palpitando con más intensidad, y entre todas esas cosas, pudo contestar.
— ¿Jeongguk-ssi? —su voz, su voz tan melodiosa toca todos sus puntos correctos, suspira a través del micrófono y una risa nasal por parte del mayor se escucha.
— Hyung —suelta bajito, con otro pequeño suspiro.
— ¿Podrías salir un momento?
Oh, si Jeongguk no hubiera estado recargado sobre el sofá, el probablemente hubiera caído de bruces.
— Sí.
Aspiró con fuerza, tratando de acomodar los cabellos de su frente.
Brillosos y dichosos estaban lo ojos del menor, su sonrisa en grande y el corazón como loco, porque es estaba ahí, como si nada, con los brazos extendidos hacia él, con su eyesmile y, sus ojos pequeñitos junto con su cabello bien portado.
Que alguien lo salve, estaba perdido en su belleza nata.
Tan pronto como estudió al mayor con sus ojos brillantinos, casi se lanzó contra él, sus brazos moldeados alrededor del cuello de Jimin, los ajenos en su cintura, su olor tan exquisito y todo tan repentino.
— Bebé —susurró contra su oído, Jeongguk podía sentir que sus ojos se llenaban de lágrimas, lo extrañaba, extrañaba tan mal el sentir los brazos que irradiaban calor en su cuerpo, el sentirse protegido, el amor, a él. Sobre todo a él.
— Te adoro tanto —le dijo sin soltarse, temiendo perderlo.
Jimin lo conocía, lo conocía tan bien que le sostuvo con más fuerza, acariciando con amor y suavidad, subiendo por la curvatura de su cintura hasta llegar a la barbilla de Jeongguk.
— Mírame cariño.
Jeongguk comenzó a apartarse de a poquito, dejando su rostro frente al mayor.
— Ya estoy aquí —dijo Jimin—, no me voy a ir.
Entonces una sonrisita pequeña salió de los delgados labios de Jeongguk, los cuales fueron besados tan pronto que ni siquiera pudo decir algo más. Si Jeongguk pudiera guardar esos besos, esos labios en una cajita para protegerlos, sería muy feliz; sin embargo, sentir los labios del mayor sobre los suyos, primero besando con suavidad lentamente, sus manos subiendo y bajando por su espalda, soltando suspiros de a poquito, eran el mismo edén para él, edén eran él y Jimin, un paraíso.
No supo ni cuándo ni cómo —o tal vez sí— estaban ya dentro de su casa, sobre el sofá, con Jimin acariciando sus muslos y manos, sus labios besándolo con fuerza, luego con suavidad y después volviendo a retomar esa pasión que conllevaba consigo. Palabras sinceras y llenas de calidez entre beso y beso, caricias puras y con pasión. El desenfreno y el amor estaba en una sola línea, equilibrando las emociones que ambos sentía, chupando, mordiendo, suspiros, toques y jadeos inundan sus sentidos, locos por amor, un amor sin sentido y con razón.
Regocijan sus corazones y dichosas son sus realidades, soñando con un porvenir; despertando entres las flores, de un césped primaveral; los dos mirándose mucho, besándose más. Viviendo juntos, y con eternidad.
— Jeongguk-ah —Jimin acaricia la mejilla del chico que se encontraba medio sonrojado en su pecho, aún con la respiración pesada y el cuerpo caliente, después de una fulgurosa noche de amor. Jeongguk no necesita que Jimin diga algo más, porque sabe qué responder.
— Sí quiero. Quiero ser tuyo, y que tú seas mío.
ESTÁS LEYENDO
je te laisserai des mots | edenヾ jikook
Romancete dejo palabras; bésame, cuando tú quieras.