Él me había encantado.
Me había encantado desde la primera vez que me miró a los ojos.
Me encantó.
Me había metido en el hoyo de la locura desde la primera vez que me tomo la mano en señal de ayuda.
Me hechizó.
Había hecho conmigo lo que se daba la gana. Y a mi no me molestaba en absoluto.