PARTE I: Una tarde inolvidable

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Después de tanto sufrimiento, remordimientos, peleas, discusiones, portazos en la cara, propuestas indecentes imperdonables y sueños tormentosos y frustrados, Feriha había encontrado de la forma más sorprendente y a la vez más tierna y conmovedora que pudiera imaginar a Emir dentro de su casa, luego de que él se atreviera a ingresar para ver cómo en realidad vivía. Lo había hecho quizá (pensó) al darse cuenta de que la mayoría de su familia no se encontraba y que ella aparte dejara la puerta entrecerrada al salir por unos pocos momentos a llevarle una llave a Gulsum que se encontraba esperándola a la salida del otro edificio. Él entonces, al verse sorprendido abrazado a su almohada, aspirando su aroma, lo que le delataba sin dejar espacio a dudas de cuánto le extrañaba por debajo de toda la rudeza con la que se intentaba blindar; no había atinado siquiera a qué responder, dándole a entender que movido por su curiosidad y su deseo de explorar no se puso a pensar ni por un segundo en lo que pudiera ocurrir después.

Como conclusión a su simple contestación le había quedado mirando de manera triste y anhelante con esos hermosos ojos cejones color avellana que bien sabía casi podían derretirla con su intensidad, por lo que reconocía ella misma poco le faltó para ceder a sus ganas de lanzársele encima y llenarlo de besos.

-¿Viniste a escucharme?- preguntó así la joven hija del conserje de aquel distinguido edificio de uno de los barrios más lujosos de Estambul, aunque la verdad no hacía falta, mientras cerraba de inmediato la puerta de su pequeño cuarto intentando inútilmente sentirse protegida de dar explicaciones en caso de que en mala hora alguno de los miembros de su familia pudiera ingresar de nuevo hallándolos a ambos solos allí. Cosa que estaba consciente en cualquier momento podía suceder sin poder evitarlo.

Sin embargo haciendo a un lado su preocupación por unos instantes puesto que aquello que los dos tenían por dialogar y aclarar era de lo más importante, procedió a ocuparse de exponerle que aquel humilde y estrecho sitio era su habitación, la cual por su aspecto parecía estar muy lejos de la torrecilla engalanada en que él la imaginara desde un principio... para ser más precisos en el departamento de Cansú -...Aquí me arreglaba cada día para ir a verte, aquí lloré muchas veces por ti... por nosotros-

-Necesitaba conocer esta parte de ti- admitió él al fin, dejando la almohada de lado y levantándose para aproximársele despacio, más ella que continuaba arrimada a la puerta antes de que pudiera terminar de extender la mano para tocar sus cabellos, esquivó el roce prefiriendo ser precavida ante todo.

-Es mejor que dialoguemos afuera, en cualquier momento alguien puede regresar y si te descubren aquí... si nos descubren aquí (corrigió) será realmente nuestro fin-

De tal modo, apresurada y viéndose ella misma como lo tomaba de la mano lo condujo afuera de la casa.

Aquel día se estaba volviendo memorable y no sólo por aquella peculiar intromisión si no desde una noticia feliz que recibieran la noche anterior. Una llamada de su madre desde el pueblo contándoles que volvería con su pequeño hermano a pasar las festividades de diciembre junto a ellos, algo que ocasionara una algarabía general en la casa y por lo cual se organizaran desde temprano para ir a recibirla al caer la tarde.

Su padre se encontraba de tal forma ya en esos momentos en el terminal de buses esperándolos, habiéndoles dejado a cargo del edificio a ella y Memeth por unas horas, sólo que su incontrolable gemelo había decidido salir a realizar un trámite personal, que según le dijera no le llevaría mucho resolver y no tardaría en volver. Algo que ella tenía en cuenta y prefería por ende evitar problemas... aunque en muchas ocasiones como aquella estos parecían perseguirla, pensó al alcanzar a divisar a su hermano en mención platicando con un obrero de la cuadra a la salida del edificio, ante lo que manejando su coordinación y rapidez por encima de su nerviosismo como podía para que no sucediera lo peor y aprovechando que éste se encontraba de espaldas a la entrada, logró halarlo a Emir lo más de prisa que pudo hacia el ascensor escapando de su vista.

El príncipe y la plebeyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora