Me empiezo a preparar para la fiesta de esta noche. Me visto con un vaquero negro de tiro alto junto a una camiseta blanca de manga corta y unas playeras blancas. Descuelgo la cazadora de cuero negro del perchero y la dejo encima del sillón.
Me dirijo al baño para pintarme los labios de color morado y la raya negra debajo de los ojos. Cierro el lápiz y en ese momento llaman a la puerta.
La abro y detrás de ésta aparecen mis cuatro alocadas amigas.
—Buenas. —saluda Amelia entrando —. He traído esto. —nos enseña una bolsa y saca unas cervezas —. Tenemos que ponernos a punto antes de la fiesta. —sonríe sacándolas.
Se quitan sus abrigos y se sientan en mi sillón. Sacan la bebida y se ponen a beber todas a excepción de Eva.
—Estoy pensando y si mejor no voy a la fiesta. —comenta Lisa dando vueltas con el dedo en la boca de la botella.
—No puedes recluirte en casa para no verle. Debes salir y disfruta de tu juventud. —la intento animar y después le doy un trago a mi cerveza.
—Está bien, iré. —sonríe haciéndome caso y bebe.
—Me alegro. —celebro sonriendo.
En ese momento me llaman al teléfono, me vibra en el bolsillo delantero. Lo saco y en el identificador veo el nombre de Abel. No se lo cojo y vuelvo a guardarlo, éste sigue vibrando aunque lo ignore.
—¿Quién era? —me mira Amelia curiosa.
—Número desconocido. —miento y sigo bebiendo para evitar el tema.
—Bueno deberíamos ir yendo a la fiesta o sino llegaremos súper tarde. —habla Eva.
—Coger las botellas y las metéis en la bolsa que habéis traído. No quiero que mi madre las vea. —les pido. Me hacen caso y las guardan.
Con los abrigos puestos salimos de mi casa y nos encaminamos a la dirección que le han mandado a Bianca. Al llegar al local, éste ya está llena de mucha gente, bebiendo o morreándose.
—Qué empiece la fiesta. —grita Eva sonriente, haciéndonos reír a las cuatro.
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Llevo como siete horas aguantando el ruido estridente de la música en mis oídos.
—Te quiero. —me da muchos besos Amelia, que se ha pasado con los tragos.
Busco con la vista a Abel, pero no le encuentro por ninguna parte.
—Quédate con ella. —le pido a Lisa, quien acepta a regañadientes.
—Vamos a conseguirte un vaso de agua. —le dice a Amelia.
Sigo buscando por el espacio a Abel, me muevo entre la gente. Hasta que siento que alguien me coge de la mano y que alguien me susurra al oído.
—¿Me buscabas? —su aliento choca contra mi oreja, haciéndome cosquillas.
—Buscaba a Eva. —miento.
—No la busques más está con Javi. —me indica con una sonrisa —. ¿Podemos hablar en un lugar más tranquilo? —me guía hasta una zona en la que hay menos gente —. No te cansas de este tira y afloja. Quiero aclarar las cosas entre nosotros.
>>Así que mírame a los ojos y dime que no te gusto. Entonces me iré y te dejaré. —me pide mirándome directamente a la cara. Evito su mirada durante un buen rato.
—No me gustas. —le miro directamente a los ojos como me ha pedido y en cuanto esas palabras abandonan mi boca se va dejándome ahí parada, sin entender nada de lo que ha pasado ahora mismo. Salgo del local para seguirle a donde quiera que se haya ido.
Le veo con la capucha puesta y andando para irse del lugar lo más rápido posible.
—Espera. —le grito provocando que se gire —. No me puedes culpar porque no me gustes. Sabes que esto no puede ser, a Lisa le gustas y no le puedo hacer esto. Además a veces puedes llegar a ser un completo idiota. —pronuncio sin dejar de mirarle.
—¿Has terminado? —me mira sin moverse.
Niego. Mi pies se dirigen a donde está bajo su atenta mirada. Me acerco a él. Nuestras caras están muy cerca. Junto nuestros labios en un beso.
Mierda esto se siente muy bien y no debería ser así. Quizás llevaba más tiempo deseándolo, del que me gustaría admitir.
—No podemos decir nada. —le pido cuando nos separamos.
—Está bien. —accede sin rechistar —. ¿Damos una vuelta? —sugiere.
Entrelaza su mano con la mía y damos un paseo bajo la luz de la luna.
Damos un paseo alrededor del parque sin decir nada, solo disfrutando del momento.
—¿Vamos a mi casa? —me propone —. Así podremos estar más tranquilos. —agrega —. Solo vamos a hablar, no pienses nada raro. —habla de nuevo al ver mi expresión.
—No había pensado nada raro. —sonrío bajo su mirada.
—Pues vamos a buscar mi coche. —habla sonriente.
Nos encaminamos hacia el lugar donde éste se encuentra.
Después de una hora andando llegamos al coche, nos montamos en él y nos dirigimos hacia su casa.
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—Ey, ahora debes tener cuidado, porque te estás empezando a enamorar de mi. —me suelta sonriente.
—Yo no me estoy enamorando de ti. —me tumbo boca arriba en su cama.
—¿Segura? —acerca su rostro al mío.
—Segura. —afirmo asintiendo.
Entonces sus labios presionan suavemente los míos en un lento beso. Separa nuestros labios y apoya su cabeza en la almohada.
—¿Sigues igual de segura? —me mira sonriendo.
—Quizás un poco menos. —le sonrío de vuelta —. A lo mejor si me das otro, estoy aún menos segura. —acerco mi cara a la suya y le doy un beso.
Me abraza, rodeando mi espalda con sus brazos y pegándome a su pecho desnudo.
Cuando nos separamos apoyo mi cabeza en su pecho y entrelazamos nuestras piernas.
—A lo mejor me puedo pensar eso de enamorarme de ti. —sonrío aunque él no me ve —. Tengo sed.
Me intento levantar, pero no puedo ya que Abel no me deja.
—Solo voy a por un vaso y ahora vengo. —levanto la cabeza para mirarle.
—Está bien, pero no tardes mucho. —sonríe soltándome.
Me levanto, cojo el vaquero de la silla y me lo pongo.
—¿Qué haces? —me mira desde la cama.
—No voy a salir de aquí en camiseta y bragas para encontrarme con tu hermano por el camino. —sonrío haciendo que se ría.
—Pues tienes razón. —ríe.
Salgo de allí y me dirijo hacia la cocina. En ésta me encuentro a Itzan.
—Hola. —me saluda sentándose en la pequeña mesa que hay con un bol de leche y cereales.
—Hola. —saludo —. Solo venía a por agua. —pronuncio desde el marco de la puerta.
—Vale, los vasos están ahí. —me señala hacia una puerta del armario mientras que sigue comiendo.
Abro la puerta y saco un vaso que lleno con el agua del grifo. Bebo su contenido de un trago.
—Buenos días. —escucho que Itzan saluda a su hermano, por lo que me giro para mirarle de frente.
—Buenos días. —le saluda éste —. ¿Desayunas aquí? —me mira.
—Está bien. —acepto el ofrecimiento —. Pero no puedo volver muy tarde. —digo sentándome en la mesa al lado de Itzan.
Abel y yo nos preparamos el desayuno y luego nos sentamos con su hermano.
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Solo iba a ser una cita
Teen FictionPRIMER LIBRO Nora se encuentra en una de las peores situaciones de su vida, sus padres se han separado y su madre se refugia en el trabajo, dejándola totalmente sola. La vuelta al instituto después de un pésimo verano no será tan mala como pensaba...