Querido Norman [noray; angst]

prólogo

—Norman, antes de irte debes despedirte

Nadie tenía idea de cuando se había fijado la fecha para que Norman se fuera.

Todos estaban destrozados, pero los niños que no tenían ni idea de lo que había fuera del orfanato, estaban felices por él, creyendo que iba a tener una amorosa familia que lo cuide.

"Idiotas"  Ese fue el único pensamiento que pasó por la cabeza de Ray.

Emma estaba llorando. Sus pequeñas lágrimas caían como cascadas sobre sus mejillas rojas. Su nariz estaba contraída, en una señal de disgusto al verse obligada a despedirse de uno de sus mejores amigos.

Sus ojos verdes estaban rojos e hinchados e inevitablemente más brillantes por las lágrimas.

Emma estaba llorando desconsoladamente. Pero Ray no tenía las fuerzas ni para levantarse.

Ray se había quedado en la biblioteca. Sabía que si se volvía a ver a Norman cometería una locura.

Todavía le era increíble el pensamiento de que se llevarán a su amigo. Hace unos meses eran ignorantes pero felices. Ahora solamente había tristeza y desesperanza, porque sabían lo que les esperaba fuera del orfanato.

Muerte.

Todo niño sale de el orfanato Grace Field House, con la excusa de "Una familia te adoptó", muere.

Ray había descubierto eso a una temprana edad, viendo como los niños que se iban con su "nueva familia" desaparecían. Siempre prometían enviar cartas, pero nunca llegaban.

No podía dejar que Norman muriera. Pero tampoco tenía ni idea de que hacer para evitarlo.

Quería creer con todas sus fuerzas, con toda su fé, con todo lo que tenía, que Norman no iba a morir.

Qué los niños que se iban eran más felices que nunca y que eran cuidados por familias felices, rodeados de juguetes y amor.

Quería creer que las cartas nunca llegaban porque estaban demasiado ocupados siendo felices con su familia que olvidaban escribirlas.

Ray quería creer.

Él quería creer que todos estaban vivos.

Él quería creer que Norman no iba a morir.

Quería creer que Norman iba a ser feliz junto a él.