09; nueve

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Cuando me encuentro bañada y perfumada, me dirijo hacia el salón buscando a el ratón. Está sentado en uno de los sillones del living mirando su celular, tiene la chocolatada que le prepararé en una mano y bebe de ella muy lentamente. A simple vista se nota que su cabello castaño aún está húmedo y me pregunto si tendría que prestarle un gorrito para... olvidenlo, debería dejar de preocuparme por él. Los pantalones de pijama que le he prestado le quedan un poco chicos, ya que se le suben por encima de los tobillos, pero me importa muy poco. El buzo rosa que le he dado le queda demasiado bien, incluso mejor que a mí, y muerdo mi lengua de la rabia. ¿Cómo es posible que hasta ese insignificante detalle logre molestarme?

—Deja de mirarme. — dice al cabo de unos minutos.

—No estaba mirándote. ¿Tienes ojos en la espalda? — digo a la defensiva.

—No, pero he escuchado tus pisadas de mamut cuando venías. — contesta con simpleza. Abro mi boca indignada y estoy apunto de reprocharle pero continúa. —Como sea, toma asiento. — sigue ignorándome con su celular, ¿quién se piensa que es para darme órdenes?

—Es mi casa, yo decido que hacer. —blanquea sus ojos con indiferencia a la par que suelta un bufido, ignoro mis propias instrucciones y me siento en uno de los sillones, enfrente de él. Al hacerlo noto que hay una hoja y una lapicera sobre la mesita ratonera que interfiere entre nosotros, intento ver qué hay en la hoja, pero frunzo mi ceño con extrañeza al ver que está en blanca.

—Es para el contrato. — deja su celular a un costado y se inclina hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas, da un sorbo a su chocolatada mientras espera mi respuesta. —Ah, y, he tomado eso de tu escritorio, si es que no le molesta, doña agresiva.

Ignoro su comentario. — ¿Un contrato? ¿De qué va esto?

—Si vamos a hacer esto, hay que hacerlo bien. Pondremos algunas reglas para que la convivencia entre nosotros no sea tan... tediosa, y así todo esto se verá mucho más creíble. — asiento en acuerdo. Si seguimos tratándonos como perro y gato nadie nos creerá, y necesitamos lo contrario. —Comencemos, regla uno. Ve anotando en la hoja.

Con un bufido y rodando mis ojos agarro la lapicera, odio muchísimo que me digan qué es lo que tengo que hacer, pero estoy harta de lidiar con él y si quiero que se vaya lo antes posible será mejor tratarlo con pinzas.

—Regla número uno, no puedes ser amiga de mis amigos. —sonríe con malicia.

—¿Porqué no? —creo que comenzaba a agradarme Seokjin. Es una pena.

—Eres demasiado distraída, podrías soltar alguna referencia que nos exponga en cualquier momento. — se encoge de hombros. — pero puedes estar con ellos cuando yo esté cerca tuyo. Por precaución.

No me agrada del todo la idea, pero en parte tiene razón. Soy demasiado bocona cuando estoy nerviosa, es decir, todo el tiempo.

—¿Cómo estás tan seguro? Ni siquiera me conoces. — mi reproche es muy similar al de una niña y me muerdo el labio inferior con pena ajena.

—Ya lo he visto en películas, la chica siempre es la bocona, y no pienso arriesgarme. —explica dejando su taza de chocolatada ya vacía en la mesa ratonera.

—No es justo. — protesto, pero de igual manera anoto la primera regla en la hoja en blanco.

De todas formas no solía socializar mucho con los amigos de mi ex novio... a pesar de que él no es mi novio en verdad. En resumen, no suelo socializar demasiado. En Chicago, los amigos de Jake solían ser los populares de la preparatoria y, según él, eran los tipicos chicos problemas que beben y fuman hierba ilegalmente. Él me mantenía alejada de ellos para protegerme, por mi bien. Razón por la cual sólo mantenía una amistad con Jessie, ¿Yuri será Jessie en esta ocasión...? Y es ahí donde comenzaron mis problemas con él, ¿Cómo es posible que intente protegerme a mí sí él era uno de ellos? Sí él fumaba hierba ilegalmente, si él bebía incluso en días de semana (o en los mismos baños de la institución) ¿Cómo pretendía protegerme si él era igual a ellos?

Fake Boyfriend. || J.JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora