Mal mentiroso

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Con las primeras horas de la mañana todo lucía diferente. Abrir los ojos, sacudiéndose los mantos del sueño sobre ellos para poder darle forma a los colores bailando, para recordar por qué su espalda duele tanto y qué es ese bulto encima suyo. 


-¿Tweek?- al bajar la mirada y descubrir ese cabello rubio pero más trigo que platino, casi blanco, agradece haber murmurado el nombre. Otra vez ellos dos se quedaron a dormir en el auto robado, exiliándose del bacanal que se convirtió su departamento. Pasa sus dedos con suavidad por el cabello de Kenny, sonriendo al recordarlo contarle entre lágrimas, ya desinhibido por el alcohol, que el momento más feliz de su vida fue cuando Karen nació, cómo se quedaron dormidos en los asientos traseros y no se había movido ni un centímetro de él, con sus manos bien cerradas tras su cuello. Se sintió avergonzado por su erección matutina, viendo la línea de pecas que cruzaba la nariz de Kenny, el espacio entre sus dientes al estar respirando con la boca abierta. Le recordaba a Tricia a sus cuatro o cinco años. Si tenía pesadillas  se metía a su cama para que la calmara. No era que papá y mamá no lo hicieran, pero ella confiaba más en él entonces que en ninguna otra persona en el mundo. Eso había quedado tan atrás que se sorprendió de poder recordarlo- Kenny, ya es hora de volver- levantó más la voz y el nombrado apenas balbuceó algo inintelegible- Ken, tengo hambre- comenzó a reír al sentirlo ovillarse más contra él, restregando su cabeza en su pecho. Rodea su cintura, sintiendo el calor de su cuerpo alterarlo. Las mañanas para un hombre son difíciles, se muerde los labios al sentir su muslo rozar su entrepierna y hace el esfuerzo por recorrerse más para evitar la fricción. Entonces un par de ojos azules casi violeta se fijan en su rostro, dándole una sonrisa asueñada pero tan dulce que le hace sonreír de vuelta.


-Buenos días, Craig. Gracias por no dejarme solo a mitad de la noche- 


-¿Cómo podría hacer eso?- se inclina para besar su mejilla- pero ahora sí debemos subir con ellos. Hoy, Tweek y yo vamos a recoger el auto que compramos y debemos planear por última vez las cosas. Mañana es el gran día- rió bajito cuando Kenny se deslizó por su cuerpo para pegar su nariz a la suya - pareces un conejito-


-¿Lo dices por mis dientes? ¡Qué grosero eres, Tucker!- comenzó a reír también, volviendo a pegar su cabeza a su pecho, rodeando todavía su cuello-¿ Haz pensado qué vas a hacer después del robo?-


-Tweek quiere que nos vayamos a New York a estudiar artes, siempre ha sido muy bueno en el piano y la pintura, me encantaría verlo explotar todo su potencial ahí. No creo que nos alcance el dinero hasta el final de la carrera, a mi bebé le gusta la vida lujosa, pero al menos entonces podría conseguir un trabajo más o menos decente y no sé, me encantaría tener un par de mascotas, creo que Tweek se volvería un artista muy reconocido y estaríamos viajando muy seguido así que realmente no lo veo posible pero...-


-No, Craig, qué te gustaría a ti


-No comprendo-


-Si Tweek no existiera en tu vida ¿ Qué harías?-lo sintió tragar saliva, sentándose , mirando al piso del auto- ¿Nunca te haz preguntado cómo sería tu vida si Tweek nunca hubiera llegado a ti?  Recuerdo que tú no te juntabas con nosotros porque te dábamos miedo, eras el mejor estudiante. Y de pronto siempre te encontrábamos en la oficina del director o corriendo de las patrullas. Cómo olvidar esa vez que casi te expulsan por estar teniendo sexo en los baños. Esa es la clase de persona que es él pero siempre he creído que no es la persona que eres tú, Craig, nunca supe por qué tuviste qué fijarte en él. Yo creo que tú eres una mejor persona que la que él te obliga a ser-Craig también se había sentado, mirándolo. Con timidez, sintiendo su corazón retumbarle hasta los oídos, Kenny deslizó su meñique por la mano de Craig hasta envolverla toda con su propia mano- creo que podríamos volver a South Park juntos e intentar empezar de nuevo-

Soda atómicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora