Egoísta

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Se suponía que no debía hacerlo.

Se suponía que no debía siquiera intentarlo.

Aún así, lo hice, lo hice sin pensar en las consecuencias.

Lo hice sin pensar si era lo correcto.

Nadie esperaba su regreso, nadie esperaba que funcionase aquella arcaica maquina de Becca Pramheda, la primera y única Comandante de la Sangre cuya vida precedió a tantas y tantas otras.

Nadie.

Ni siquiera yo.

Cuando conseguí preservar su cuerpo, cuando conseguí traerla de vuelta, tras aquel primer abrazo que le di me di cuenta de que Lexa parecía no seguir estando del todo allí con nosotros.

Quizás Gaia también podía notarlo pero simplemente ella prefirió no verlo. No después de que la gran Heda de los Doce Clanes, Comandante de la Sangre y precursora de la Coalición, digna sucesora de Becca Pramheda acabase de darnos las gracias por traerla de vuelta.

Creo que en el fondo, Gaia como Seda Fleimkepa y máxima devota de la Llama que era, necesitaba ese gesto suyo. Necesitaba esa clase de agradecimiento. Necesitaba sentir que su fe ciega en el legado trigeda era de gran valía todavía. Creo que en aquellos momentos necesitaba eso más que cualquier otra cosa en esta vida.

Indra lo tomo con mucha más calma, como si aquello no fuese algo desconocido para ella. Como si hubiese sido testigo de ello alguna vez antes.

A veces creo que desconozco muchas más cosas de las que pienso en este nuevo mundo.

Aquel abrazo fue sincero.

Fue sentido.

Sus palabras fueron genuinas, auténticas, pero de algún modo sonaban ensayadas. Como si ella hubiese pasado toda la noche practicándolas, preparándolas.

Podía oler su cabello, podía sentirlo mientras mis brazos la rodeaban con sentimiento.

En mi mente las palabras acudían repitiendo sin cesar una y otra vez, "ella vuelve a estar bien, ella está de vuelta" y aquellos pensamientos me engullían, me devoraban.

"Ella está de vuelta aquí y eso es todo cuanto importa".

Pero eso no es del todo cierto.

No, no lo es.

Hay muchas más cosas en el mundo por las que preocuparse.

Sé que quizás no debería pensar en ello pero lo hago.

Hemos sido egoístas, yo la primera.

La vida sin Lexa durante aquellos días me había parecido tan dura.

Tanto...

De todos, ella era la persona más importante en nuestra vida, así lo había aprendido al aceptar las reglas de esta Tierra. Así lo habíamos asimilado todos.

Era difícil vivir con el hecho de que ella ya no iba a volver. Y todo cuanto yo quería era traerla de vuelta. Todo cuanto su gente quería era recuperarla.

Solo así nos sentiríamos de nuevo completos, solo así podríamos afrontar la realidad.

Durante un tiempo lo único que hicimos fue estudiar los diarios de Becca Pramheda, los diarios de los Comandantes anteriores a Lexa, los sagrados escritos de los Guardianes de la Llama, durante un tiempo lo único que hicimos fue ignorar la dura verdad.

Muchos quisieron quemar su cuerpo, honrar sus restos, cumplir estrictamente con el ritual ceremonial que diera descanso permanente a su espíritu antes de escoger un nuevo cuerpo Natblida que ocupar, pero Gaia confió en mi, confió en mi madre, en Raven cuando esta, hallo la maquina, prometiendo que aquel artilugio ancestral funcionaría y nos traería de nuevo, la guía que necesitábamos y la cual habíamos perdido por la egoísta mano de Titus.

Egoísta (One-Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora