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Un par de fuertes golpes resonaron en la puerta de la habitación de Su Majestad, a altas horas de la noche.

Victoria reaccionó de inmediato, sobresaltada, alzándose casi de golpe de la cama. Alzó su camisón, sacando una pequeña daga, y se echó su despeinado cabello negro hacia atrás. Afinó el oído, pegándose a la puerta, hasta escuchar un leve murmullo tras el portón de madera.

-¡Su Majestad está descansando! –reñía a alguien el Mayordomo Real.

-No me diga, no lo había imaginado. –ironizó otra voz masculina, poderosamente familiar.- Necesito hablar con ella ahora, y lo haré aunque me cueste la libertad.

Y, acto seguido, aquel hombre volvió a aporrear la puerta.

Fue la propia Victoria la que abrió, encontrándose con un agitado Eric Pendleton.

-Joven Duque- saludó la Soberana-, bien urgente debe ser el asunto si se presenta aquí y así a estas horas.

Eric fue a hablar, pero miró significativamente al Mayordomo, que se mostraba más que dispuesto a no moverse de allí. Victoria suspiró, mirando al Mayordomo Real y haciendo un leve gesto con la cabeza. Resignado, el hombre se marchó, y Victoria abrió un poco más la puerta de su habitación.

-Pase, Eric.

El joven miró suspicaz a su alrededor, antes de pasar. La Reina, con su habitual espontaneidad, se dejó caer en la cama, suspirando.

-Adelante, por favor. Querría volver a dormir lo antes posible.

-Lyrica y Even están en peligro.

Aquella afirmación le arrebató el sueño de golpe y porrazo, y se levantó, casi ahogándose por contener un grito de sorpresa y pánico. Pálida, clavó su oscura mirada en la de Eric, que se mantenía de pie, con expresión a medio camino entre seria y desolada.

No en vano, estaba traicionando no solo al hombre que amaba, sino a sus propios principios.

-¿A qué se refiere? –murmuró Victoria, con el corazón latiendo con fuerza, presa de la más absoluta preocupación. -¿De qué peligro habla?

Curiosamente, fue Eric el que le ofreció sentarse, colocándose frente a ella después. Victoria seguía esperando su explicación.

-Como ya sabréis, Alteza, Matthew Clover es el prometido de mi hermana, al cual Vos separáis de ella, y jamás os estaré lo suficientemente agradecido. Gracias a eso, investigué un poco sobre él. Mis pesquisas me han llevado a un plan que consiste en asesinar a su propio hijo.

Aquellas palabras horrorizaron a Victoria, que, con sus enormes ojos castaños completamente abiertos, se llevó una mano a los labios.

-No sé quién o quienes le ayudarán, pero sí sé que esperarán a su boda con Lyrica para raptarla, y aprovechar la persecución que están seguros que Even llevará a cabo, para asesinarlo, en la zona del puerto.

Aún resumido, aquel plan seguía dándole escalofríos. Y no había más que ver a la Reina para saber lo que estaba pensando exactamente.

Sin embargo, y pese al pavor que aquellas palabras habían causado a la dama, Victoria le miraba con seriedad, determinación, y las manos entrelazadas.

-¿Qué podemos hacer para evitarlo, Pendleton?

Eric se echó hacia atrás, en su asiento.

-He trazado un plan, un tanto alocado, pero no se me ocurría idea mejor.

La Soberana se echó hacia delante, dispuesta a escucharle.

-Fingiré que, por testamento, Lyrica debe casarse conmigo, y vos no pondréis queja al compromiso. La sacaré de Palacio, y la llevaré a una pequeña residencia que tengo en York. Allí es donde habréis enviado Vos a Even Clover, con otro carruaje y el dinero necesario para estar alejado de la Corte con Lyrica durante un tiempo, el necesario para desmantelar la conjura de mi eterno futuro cuñado, y poder encarcelarlo.

Alma Lyrica, Libro Cero - Even Clover.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora