I. Brillante Irritable. || Parte 2 ||

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La alarma del despertador estaba a todo volumen, Samuel soñoliento la alcanzó y apagó, luego instintivamente tocó su rostro, que, por fortuna no estaba hinchado. Como lo imagino, sólo había sido un sueño. Las distintas maneras de apretar su rostro por parte del joven Guillermo a lo largo de su infancia se había vuelto una pesadilla de todos los días. Tenía casi 30 años, pero aún temía a esos dedos largos y delgados. De pronto recordó que ese chico regresaba ese día de Inglaterra.

—No sé como luce después de no vernos durante años... —murmuró para sí mismo y se levantó de la cama. El señor y señora Díaz fueron a buscar al joven Amo al aeropuerto, así que podría ir a trabajar a la empresa Díaz como de costumbre.

La pequeña casa donde vivía estaba ligeramente apartada de la casa matrimonial, pero tenían unos pasillos que las conectaban. Samuel se encontraba arriba en su cuarto cambiándose cuando escucho un grito de emoción de la ama de llaves, confuso por esto, caminó escaleras abajo.

—¡Joven Samuel! ¡El Joven Amo ha vuelto!

Su cerebro seguía sin procesar la inesperada información, cuando fue golpeado por un cuerpo desconocido, haciéndole retroceder cuatro o cinco pasos para finalmente caer al suelo.

—Samuel, ¡De verdad te he extrañado! —la espalda de Samuel se congelo de repente. Trató de mirar al desconocido con ojos grandes hasta que el otro pegó si cara contra la de él y ahora si lo pudo ver claramente.

—¿Es usted, Guillermo?

—Sin emociones... ¡Claro que soy yo! —sonrió irónico al "pulpo" que se estaba aferrando a él.

—¿No debería encontrarse con los señores en el aeropuerto ahora mismo? —por alguna razón que no sabía, Samuel quería evitar cualquier conversación que pasará más allá de lo personal.

—Quería verte a ti primero, pero soy incapaz de tomar un taxi, así que tomé un pecero. Olvidé avisarles a mis padres que cambié de vuelo por uno que saliera más temprano. No podía esperar, te extrañaba... Samu, ¿Me extrañaste? Habla, ¡dímelo!

Samuel empezaba a sudar un montón, pues aún se encontraba en el piso cara a cara con el otro chico. Ahora Guillermo era unos pocos centímetros más alto que él, tenía pinta de buen mozo, algo pálido y delgado, con esos ojos rasgados que le caracterizaban, muy guapo. Cumpliría 26 años y aún seguía actuando como un mocoso malcriado.

—El Señor estará feliz de verlo.

—Que extraño... Tú no pareces feliz.

—¿Yo? Claro que lo estoy.

—No te creo... —inesperadamente, el Joven hizo un puchero.

Por supuesto que estaba feliz, tan feliz que no sabía que expresión era apropiada de usar y tampoco sabía cuáles eran las palabras correctas que debía decir. Sólo que era el tipo de persona que no era bueno con las palabras desde que era pequeño. Era muy gesticular, así que reiría sinceramente o lloraría cuando hubiera algo que no pudiera hacer. Ahora lo único que le salía era una sonrisa calmada en su rostro mientras que saltaba alegremente en su mente.

Ambos se levantaron y se abrazaron firmemente.

—Samu, hay algo que quiero decirte —se dirigieron a la pequeña sala tomados de la mano y la ama de llaves les sirvió té. Se sentaron inexplicablemente cerca y Samuel sentía que su rostro estaba cubierto de saliva debido a que Guillermo comenzó a parlotear.

—¿Qué es?

—En el pecero de camino para acá le rompí los dedos a alguien...

—¿Huh? —Guillermo ya había mostrado nuevamente sus tendencias violentas a su llegada ¿No sólo las demostraba cuando le apretaba la cara? ¿De repente quiso subir un nivel y romper dedos? De pronto Samuel tuvo miedo y retiró la mano que sostenía la de Guillermo—. ¿Por qué? ¿Alguien le ha robado la cartera?

—No —Guillermo frunció las cejas y apretó los dientes como si estuviera pensando en algo asqueroso—. ¡Fui manoseado por un pervertido enfermo!

—Manosea... —Samuel se quedó perplejo, ¿Cómo era posible que una chica hiciera eso?

—Si, tomando ventaja de que el lugar estaba lleno de gente manoseó mi trasero, pero alcancé a tomar sus dedos y le hice una firma llave hasta romperle los huesos... Ni se atrevió a llorar de dolor

—No sea tan duro, a pesar de que haya cruzado la línea, sigue siendo una mujer...

—Demonios Samuel, ¿No escuchaste lo que dije? Él era un pervertido anciano calvo. ¿Sabes lo que es un gay?

—¿Gay? —Samuel sintió escalofríos y sonrió de mala gana—. Lo sé, no es algo inusual en este siglo.

—Es realmente anormal —Guillermo frunció exageradamente el ceño—. ¿Hombre con hombre? ¡Es muy enfermo! ¿No te sientes disgustado al pensar cómo es que tienen sexo? Horrible... Hasta se me quito el hambre.

—De todos modos, da algunas mordidas, el encurtido fue especialmente echo para usted, además que el tiempo para que estuviera listo fue cerca de un mes —Samuel empujó con cuidado la fuente de porcelana china frente al otro—. Coma primero, iré arriba a conseguir algo para usted.

A pesar de que hace mucho tiempo se había dado cuenta, escucharlo decir aquello tan crudo sin importar qué, hacía que el deseo de haberlo visto le parecía ridículo y patético.

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2019 ⏰

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Incontrolable. || Wigetta ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora