Capitulo 4

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Mi mandíbula casi cae al suelo por los chismes que están corriendo hoy por el instituto.

—Y dicen que tuvieron sexo en el salón de música— todos escuchamos atentos ante las declaraciones de un chico que no tengo la menor idea de quién es pero que al parecer aspira a ser periodista.

Todos a mi alrededor comienzan a murmurar muchas cosas y luego la cafetería estalla en gritos recibiendo a la feliz pareja que acaba de hacer sus cochinadas en el salón de música.

—Que guardadito te lo tenias Tony— Machu es la primera en alzar la voz, si, al parecer Antonia y Ulises están viviendo un apasionado romance, algo de lo que no estaba enterada, tal vez debí prestar más atención a las miraditas que se lanzaban en clases. He tenido mi atención sobre Claudio que he dejado a un lado mi vida de chismera.

Hablando del argentino, justo ahora se encuentra con la mandíbula tan tensa, creo que si las miradas matarán Ulises estaría bajo tierra, es la cara que delata lo mucho que le molesta que su querida Tony sea de otro.

La parejita de enamorados observan a todos los que tenemos la vista sobre ellos, algunos dicen frases estúpidas como "la llama de la pasión se ha encendido en like" ó "a la próxima búsquense un cuarto"

—¿Sabías que ellos tenían algo?— murmura Leon a mi lado.

—No tenía idea, según yo ni se conocían.

Antonia sale de la cafetería seguida por Machu, Ulises nos ve a Leon y a mí y se dirige a nuestra mesa. Todos en la cafetería dejan de prestar atención y deciden continuar con sus pláticas como si nada hubiese pasado.

—Con que la princesita eh... ¿no pudieron buscar un cuarto? ¿Qué acaso Tony no puede pagarte un hotel y tratarte como el rey que eres?— es lo primero que digo cuando Ulises se sienta frente a nosotros, Leon comienza a reír por mi comentario.

—¿De que hablas? Sólo tuvimos una cita.

—¿Una cita? Porque muchos dicen que escucharon muchos aplausos en el salón de música— esta vez no puedo evitarlo y suelto una carcajada por el comentario de León, Ulises sólo nos lanza miradas de enfado por reírnos.

—¿Por qué no nos habías dicho que te gustaba?— pregunto

—No pensé que ella me correspondiera, quiero decir si ella me gusta mucho pero si yo no le gustaba entonces ella a mi tampoco— esta vez reímos los tres, me encanta pasar tiempo con estos chicos, sin duda hacen que la situación en mi casa desaparezca un poco de mi mente.

—¿Va enserio la cosa?— habla León mientras toma uno de mis nachos— Porque hasta donde tengo entendido Antonia y Claudio tenían sus queberes— Siento como se revuelve mi estómago ante las palabras de León, se que tiene razón, Claudio y Antonina todo el tiempo están juntos, la forma en como él la observa siempre me deja en claro que está colado por ella, lo sé porque es la misma forma en que yo lo veo a él.

—Ella y Claudio no tienen nada, ya me aclaro que solo son muy buenos amigos— escucho atenta y comienzo a tomar el zumo de naranja de León— Ha dicho que me ama a mí y que quiere estar conmigo

Escupo el zumo de naranja en la cara de Ulises, Leon suelta a reír y saca su celular para tomarle una fotografía, Ulises sólo cierra los ojos molesto aceptando su desgracia

—¿Estas bromeando no?— pregunto pasándole unas servilletas— ¿Quién rayos te pude amar en tan poco tiempo? Ni siquiera Jesús.

León se ríe un poco más fuerte, como si eso fuera posible, incluso muchos nos observan curiosos, temo que en cualquier momento esté chico se haga pis de tanto reír o algo peor, me agrada que la esté pasando bien, sé que algo le preocupa porque su mente parece estar siempre en otro lado.

—El tiempo suficiente para saber que somos el uno para el otro

—Claro... algo así como la dama y el vagabundo

—Emilia no seas pesimista con nuestro Romeo— ruedo mis ojos

—No confío en esta gente y lo saben, son demasiado superficiales como para sentir algo tan profundo como el amor, sólo espero que no esté jugando contigo.

—Tranquila Emilia, Tony es diferente— si, lo perdimos. Me levanto de la mesa y dejo a los chicos conversando.

Estoy por ir directo a mi habitación cuando escucho una melodía de guitarra, no soy experta en instrumentos pero eso suena muy bien, decido seguir la melodía y me doy cuenta que viene de la bodega donde tuve uno de mis encuentro con Claudio.

Abro la puerta despacio para no asustar a la persona que se encuentra tocando la guitarra.

Cuando entro veo que por fin han reparado la iluminación, avanzo hasta encontrar con él causante de muchos de mis insomnios, Claudio está sentado en una butaca tocando una de las guitarras antiguas, tiene la mirada perdida y la melodía suena tan triste que dan ganas de abrazarlo porque esa sin duda es la melodía de una persona rota.

Él levanta su vista hacia mí, me observa por largos segundos luego hace un gesto con su cabeza para que me siente en la butaca de al lado, hago lo que me pide.

Por supuesto puedo ser tu pendeja cada vez que quieras mi amor.

—¿Estas bien?— es lo primero que digo— supongo que el noviazgo de Tony con Ulises no te tiene muy feliz.

—Estoy bien Emi, sólo que no me lo esperaba... yo...— su voz está más ronca de lo normal, incluso puedo notar que sus ojos se encuentran un poco rojos, está sufriendo y me duele, porque Claudio no es un mal chico, siempre es muy atento con todos.

—La noticia te cayó en el hígado ¿cierto?

—No es eso Emi, Tony ha tenido muchos novios, la conozco desde que tengo 13, desde entonces yo no he dejado de idealizar un futuro donde ella y yo éramos perfectos juntos.

Auch ¿escucharon eso? Si, es mi corazón haciéndose añicos.

—Entonces ¿De qué te preocupas? Un novio más, un novio menos, que más da, aún pueden tener esa perfecta historia de amor que tanto deseas— El me observa sin decir nada yo sólo quiero salir corriendo porque esto me rompe más a mi que a él. ¿Quién en su sano juicio le da consejos de amor a la persona que le gusta? Yo merengues.

—¿Ahora eres la doctora corazón?— él sonríe divertido, me toma un mundo apartar la vista de su rostro para no ver la forma en que sus ojos se achican sonriendo porque mis palabras le dan esperanza de ser feliz con ella.

—Al menos te hice reír— hablo y me siento orgullosa de que mi voz no delate las ganas que tengo de llorar.

—Vos siempre me haces reír— mi corazón se acelera sólo de escuchar esa frase pero sé que debo mantener los pies sobre la tierra— eres una gran amiga.

Esa es la gota que derrama el vaso, me levanto, y comienzo a caminar hacia la puerta, sólo soy su amiga.

— Eh... Emi ¿ya te vas?— no volteo a verlo porque mis ojos pican por las lagrimas acumuladas y no quiero que él me vea así.

—Si, tengo que ir a preparar unas cosas a la cocina, me da gusto que estés mejor— es lo último que digo y salgo lo más rápido que puedo de ese lugar derrumbándome.

ClauMilia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora