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*NARRA MARTA*

Celia y yo habíamos bajado a la cocina en busca de algo que comer. Desde que habíamos llegado habíamos pasado todo el tiempo en la habitación organizando todas las cosas y, a decir verdad, ganduleando allí. Total, no teníamos mucho que hacer hoy que era el primer día. Nos encontrabamos hablando, Celia sentada sobre la encimera de la isla y yo cogiendo un vaso, cuando se acercaron Niall y Harry. Lo cierto es que les había visto pararse antes de llegar a la cocina, pero no había pensado que se acercarían a hablar con nosotras, ya que esta mañana no habíamos empezado muy bien que digamos. Pero si era sincera, pasaba de tener que estar con ese rollo de tensión todo el verano, no lo soportaría. Por lo que si no eran ellos, tendríamos que ser nosotras las que nos acercaramos a intentar entablar algo de amistad con ellos. Con ello no quería decir que tuviesemos que ser unos amigos inseparables durante los meses que nos quedaban juntos, pero al menos soportarnos y llevarnos bien. Justamente Niall comenzó a hablar de ello.  —¿Qué os parece si empezamos de cero?—preguntó, fijando su vista en mí por un momento. En unos instantes me di cuenta de que me había perdido en el brillo azul de sus ojos. Joder Marta, que te emapanas. — Nos encantaría—respondí. A su lado, el chico del pelo rizado dejaba mostrar una leve sonrisa. Me giré hacia mi amiga, cuyo gesto no había cambiado—, ¿verdad  Celia.
—Eh sí, claro—dijo con la cabeza gacha, para después bajarse de la encimera de un salto y salir a paso ligero  mientras se iba fuera. Estaba enfadada, y en parte, la entendía. Este año había sido bastante duro, y este verano era como nuestro modo de desconectar antes de que todo lo que tenía que ver con la universidad y comenzar a ganarnos la vida en otro sitio. Llevabamos planeando este viaje durante mucho tiempo y encontrarse con unos completos desconocidos aquí no era precisamente lo que habíamos previsto hacer. El del pelo rizado, Harry creo que era su nombre, la miró mientras se marchaba con una expresión no muy agradable, que digamos.

—Disculpadla—intenté defender a mi amiga—, todavía tiene que asimilarlo.
—No pasa nada, en realidad es normal—sonrió Niall—, nosotros tampoco lo hemos asimilado del todo.
Le devolví el gesto.
—Pero, lo cierto es que si nos gustaría empezar de cero. No queremos niguna clase de mal rollo ni nada. 
—De acuerdo—habló el rizos—, pues empecemos bien. Soy Harry Styles—extendió la mano esperando a que se la estrechase, y sonrió—. Encantado.

*NARRA CELIA*

Empezar de cero, genial. Supongo que tendría que aceptarlo ya que me esperaba el resto del verano con ellos. Todo el verano, tal y como había dicho uno de ellos antes. Llegué a la parte trasera, un patio con un suelo de piedra precioso, con una piscina que ocupaba gran parte de él, y se encontraba rodeada de tumbonas. Pero lo mejor se encontraba en un pequeño muro que separaba el apartamento, de una vacía caída al mar, haciendo que la parte trasera pareciese en sí una enorme terraza. Esto se debía a que el apartameto se encontraba en un pequeño acantilado. La verdad es que no me podía quejar de la ubicación, ya que el sitio era precioso y tenía unas vistas que dejaban de piedra a cualquiera. Decidí acercarme en el muro de piedra para disfrutar de la puesta de sol que se encontraba frente a mí, pero al ir a apoyarme en él, dejé que mi codo se posase sobre unos objetos que no supe identificar a primera vista y tan rápido como lo había echo, estos cayeron al otro lado del muro. También conocido como "al agua patos". Genial Celia, ironizó mi subconsciente, tan grácil y ágil como de costumbre.

Por suerte, uno de los objetos sí que logré atraparlo entre mis dedos antes de que cayera al mar. Lo cogí velozmente con ambas manos y me dí cuenta de lo que se trataba. Era una libreta de dibujo. Si no fuese por la imagen que mostraba la primera página, que había arrugado completamente al intentar que no se cayera al vacío, habría creido que se trataba del cuaderno de Marta, pero no. Aquella manera de dibujar no era típica de ella. Me quedé mirando la pintura e intente quitar las arrugas alisando en papel con mis manos, de lo que me arrepentí porque lo único que conseguí fue que se corriera el carboncillo por todo el paisaje, dejándolo hecho un asco.

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