Nos encontrábamos todas en la despedida de soltera. Kelly, Nereida y unas cuantas amigas de Kelly me habían llevado a un club solo para mujeres, esos donde se celebra este tipo de cosas, la verdad que yo no quería pero Franco me dijo que me divirtiera un rato, al parecer a él también le habían planeado una despedida de soltero. Y como no iba a disfrutar el condenado si no siente amor por mí.
Al fin lograron convencerme y ahora estoy con unas cuantas copas enzima, empezaba a emborracharme pero que va, es mi último día de ser soltera. Cuando creí que esto no podía ser mejor, salió un muchacho súper guapo vestido de policía. ¡Un stripper! Nos bailaba sensual y juro que estaba más que embobada con él, tomó a una de las amigas de Kelly de la mano y la condujo a una silla que estaba en el escenario del lugar, frente a todas. Y comenzó a bailarle muy provocadoramente. Cuando la música acabó tomo un micrófono.-por ahí me dijeron que teníamos futura novia hoy.- dijo y las chicas comenzaron a gritar.- ¿Dónde está Yenevit?- pregunto.
Para pronto, Kelly y las demás me señalaron y entre todas, como pudieron, me llevaron a arrastras –literal- hasta el escenario donde antes había estado Clarisa. No me hice la aguafiestas y yo solo me dispuse a divertirme. De vez en cuando tocaba una que otra parte del cuerpo del galán que bailaba más sexy que antes, y solo para mí. Me olvidé de todo, absolutamente todo, hasta de Evans.
Después de un largo rato de diversión decidimos irnos –bueno más bien después de corrernos del club porque Ceci había vomitado sobre el dueño de tan borracha que estaba - Kelly, Nereida y yo nos fuimos por separado. Las tres estábamos muy tomadas Kelly más que Nereida y yo. Salí del club y tomé un taxi para irme. Solo dios sabe cómo pude darle la dirección al chofer.
Entre risas y tropezones entré a la casa y me dirigí a mi habitación. Me pregunto ¿Cómo les habrá ido a los chicos? ¿Habrán tomado? Pues sabe. Tomo mi pijama que consiste en un pequeño short negro que apenas cubre mis pompas –bueno en realidad es un tipo bóxer corto demasiado ajustado, o sabrás dios que sea- y una blusa de tirantes que me llega a la cintura del mismo color, cuando voy a entrar al baño me tropiezo con mi zapatilla y caigo de bruces a la alfombra de mi habitación y como si me hubiesen contado el mejor chiste del mundo comencé a reírme como una loca. A carcajada abierta.
El golpe se escuchó muy fuerte por lo que después de cierto tiempo entró Evans a mi cuarto con un bate de baseball.
-¿Qué diablos ocurrió? –dijo agitado.
Verlo asustado me causó igual o mayor gracia que el haberme caído así que volví a reírme pero esta vez no de mi si no de él. Arrojó el bate al sofá cercano y se dirigió hacia mí para ayudarme a levantarme ya que no lo había hecho desde que me había caído.
-¡Dios Yenevit! ¿Cuánto tomaste?
Tenía los ojos adormilados y lucia muy desaliñado, estaba en unos pantalones de pijama oscuros –o eso creía- y una playera gris. No se veía tan elegante como las otras veces que lo había visto, de hecho era la primera vez que lo miraba así.
-Evans ¿no deberías de estar dormido?
Terminó de levantarme y caminé al baño chocando con todo aquello que se interponía en mi camino –aunque claramente yo era la culpable-
-Eso hacia hasta que tú llegaste haciendo mucho escándalo.
Comencé a reír de nuevo. En mi torpeza en lugar de dirigirme al baño fui a mi guardarropa. De igual forma no sabía que exactamente me dirigía ahí. Tomé mi pijama y salí de ahí. Franco seguía en el mismo lugar frotándose el rostro.
-Bueno ya llegué, ya me voy a dormir, ya puedes irte ¿de acuerdo? –dije arrastrando las palabras.
Soltó un gran suspiro y salió dejándome sola.
Mis mañanas nunca habían sido tan dolorosas como esta. La cabeza me punzaba, nunca en mis 25 años de vida había padecido semejante dolor. Jamás en mi vida volveré a tomar alcohol lo juro.
Con pesadez me levanté de la cama y me asee. Al bajar podía escuchar un sonido proveniente de la cocina, era una música demasiado suave y relajante a decir verdad, así que sin preámbulos caminé hacia allá. A medida que me iba acercando el sonido de la melodía comenzaba a irritarme y el dolor de cabeza se intensificaba.
Tenía una versión muy diferente de Franco Evans frente a mis ojos, muy tierna a decir verdad.
Me encontraba en el marco de la puerta teniendo una vista muy graciosa cuando de pronto comienza a cantar la canción de manera espantosa, literal eso sí que era un completo dolor de cabeza, como si el que ya traía no fuese suficiente.-¡Joder, cállate que no lo soporto! –grité.
Lo asusté tanto que el tazón de vidrio con ensalada en su contenido que estaba en sus manos terminó impactando contra el suelo. También el susto me lo llevé yo y terminé gritando de nuevo. Rápidamente me acerqué a él cuando de su mano comenzó a caer sangre.
-¡Dios Franco ¿Por qué no tienes más cuidado?!
Traté de gritarle pero debido al dolor que tenía, sólo logré susurrar.
-¿acaso fue mi culpa?
Cerré fuertemente los ojos ante el estruendo que en mi mente se escuchaba. Definitivamente no volvería a tomar alcohol, esa cosa definitivamente es un infierno. Y ciertamente no, a decir verdad la culpa fue mía al gritar. Pero es que escucharlo era un martirio.
-¿Podrías por favor dejar de hablar fuerte? tengo una horrible jaqueca y tú no ayudas mucho… - Con sumo cuidado tomé su mano ensangrentada y lo halé hacia el baño, él sin decir una sola palabra y con el ceño fruncido camino detrás de mí. -… Y quita esa cara de perro que te cargas, te miras más feo que de costumbre. -
Sonrió con esto último. Después de todo si tiene sentido del humor.
Comencé a curar su herida que no había sido tan profunda aunque no entiendo cómo fue que se la hizo si ni siquiera tocó los vidrios rotos que estaban en el piso. Sospechoso. Solamente limpié la sangre con agua oxigenada y Evans ya estaba llorando. Bueno básicamente aguantándose las ganas de gritar. Niña.
-Bien. ¿Qué tal el diagnostico? –preguntó en un susurro.
Lo miré detalladamente y sonreí un poco, me debatía en darle una emoción poco convencional, como una sonrisa lastimera pero ganó mi parte tierna.
-Sobrevivirás.
Salí del baño y camine hacia la cocina para limpiar el desastre que había hecho Evans por mi culpa.
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Adoptando Un Futuro
Random¿Qué dirías si te preguntaran un día que gracias a una bebé ibas a encontrar al amor de tu vida? Normalmente dijeras que todo sería una broma, ¿cómo ibas a encontrar a tu hombre perfecto gracias a una bebé?, pero ¿qué tal si todo eso fuera cierto? ...