La felicidad de un juguete

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Olvidado en un aparador.
Cubierto por incontables capas de polvo.
Una acción inconsciente puede traerle felicidad al más triste juguete.

En el estante mas oscuro de un estante un muñeco cuenta sus días en la tienda de juguetes.
Triste, desesperado mientras ve como escogen a otros.
Y a él, solo lo hacen a un lado.
Estando cada día más cerca del rincón.

Cada que alguien nuevo llega, a los juguetes viejos los van empujando mas y mas.
El sabe lo que pasara una vez que llegue al final de aparador, ha visto a muchos de los suyos irse, y no porque alguien los compro, no porque alguien los eligió...
Se los llevaron porque nadie los quiso, porque no fueron populares y la tienda tiene que hacer espacio para un juguete nuevo.

Pasaron los días y cada vez se acercaba más al final de la fila.
Su último día estaba cerca y lo sabia, ya se había despedido de sus amigos y se había resignado a no ser elegido.

Una noche justo a la hora de cerrar.
Un hombre llego gritando para que no cerraran la puerta.
Ese hombre agitado sin siquiera verlo, lo escogió.
Había olvidado el regalo de su hija y eligió cualquier cosa.
Por suerte, ese fui yo.
Me sentí feliz.
No iba ser desechado.
Me despedí una vez más de mis compañeros pero ahora con una sonrisa y abrasé a quien tomaría mi lugar, como ultimo en la fila

Cuando llegue a mi nuevo hogar no pude ver nada, estaba dentro de una bolsa, y ni siquiera era una bolsa de regalo.
Estaba obscuro, había ruido y las luces estaban apagadas, cuando las voces dejaron de cantar, alguien me levanto, comenzó a abrir mi empaque y por fin Salí.
Ahí estaba una pequeña niña, quien me abrazo en cuanto me vio.
Tal vez no fui un regalo que escogieron.
Pero ahora sé, que alguien a decidió quererme

La pequeña niña todos los días estaba conmigo.
Jugábamos, se reía cuando hablaba, y yo la abrazaba cuando lloraba.
Aquellos aburridos días olvidados en un polvoriento estante eran lejanos.
Ahora cada día era algo nuevo.
Tal vez no siempre había sonrisas.
había días cuando ella estaba triste pero en esos días ahí estaba yo para consolarla, para hacerla sentir mejor.

Aquella pequeña niña fue creciendo.
Conforme pasaba el tiempo hablaba menos conmigo.
Hubo menos risas.
Menos abrazos.
Pero al menos, cuando ella estaba triste podía compartir un poco de ese cariño que ella me hizo sentir cuando nos conocimos.

La vi crecer, la vi reír, la vi gritar y llorar.
Y cuantas veces me aventó al estar enojada pero fueron mas las veces que me abrazo y diciendo que me quería.

Incluso al día de hoy cuando la pequeña niña creció y no jugó más conmigo.
Cuando se fue y pensé que me iba a olvidar pero en el último momento regreso y me tomo y medio el ultimo abrazo que me ha dado diciendo que no se podía olvidar de mi.

Ahora ya no juega conmigo, y al igual que al principio estoy sobre un estante.
Solo viendo a lo lejos.
Pero esta vez es diferente, el polvo ya no se acumula en mi.
No se siente la misma soledad y de ves en cuando mi pequeña niña me mira y me manda una pequeña sonrisa.
Una sonrisa que me hace recordar la primera vez que nos conocimos.
Una sonrisa que me hace sentir el juguete mas feliz del mundo.

La felicidad de un jugueteWhere stories live. Discover now