Te Estuve Esperando Tanto Tiempo....

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Renji roncaba con la cabeza hacia atrás en una posición que se veía muy incómoda, ya que no tenía la cabeza apoyada, y Rukia descansaba su cabeza sobre el brazo de él sin conciencia alguna sobre su cercanía.

El agudo y repetitivo sonido de la alarma de un coche, intentado ser robado, lo sacó de su sueño y enderezando su cabeza sintió en su cuello el distintivo aguijonazo de haber mantenido una mala posición durante demasiado tiempo. Mientras se frotaba el dolorido cuello con su mano izquierda notó que ella también se había quedado dormida y lucía muy cómoda teniendo su brazo de almohada.

Con el mayor de los sigilos la recostó lentamente en el sofá para luego poder cogerla entre sus brazos y llevarla hasta su cama. Pero cuando intentó soltarla para cambiar de posición, y cogerla de manera más apropiada, ella se aferró fuertemente a su brazo y en sueños murmuró: "No me dejes."

Viéndola dormir tan plácidamente, como si fuera una niña chica pidiendo un deseo, no pudo evitar sucumbir a sus deseos y se recostó a su lado observando su pequeño rostro con detenimiento. El ceño fruncido al pronunciar esas palabras se fue relajando lentamente al sentir su calor nuevamente junto a ella.

Renji tragó con dificultad, tenerla tan cerca hacía que sus emociones se volvieran confusas e inestables. Podía sentir la sangre golpeando en sus sienes, acelerada peligrosamente por la avalancha de estímulos que atacaban sus sentidos.

Podía sentir su aroma embriagante, una mezcla de flor de Sakura y algo más que le resultaba familiar pero no podía precisar qué era. El calor y la suavidad de su piel rozando cada centímetro a lo largo de su costado derecho. Una pierna errante en medio de la inocencia del sueño se enredó en la suya causando que cada terminal de sus nervios se erizara dolorosamente su piel. Tomó un profundo respiro tratando de recobrar el control sobre su pulso y al hacerlo movió sin intención la cabeza que reposaba tranquilamente sobre él. Lo que obtuvo fue nuevamente un ceño fruncido en protesta y un sensual quejido que entró por su oído como una lanza y se clavó en su médula provocándole escalofríos a lo largo de su espalda. Cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos para escudriñar su rostro una vez más. Era hermosa, perfecta hasta el más ínfimo detalle, tan femenina, tan frágil que le resultaba imposible en este momento verla con su imagen de feroz capitana de un escuadrón. Sus labios levemente separados parecían hipnotizarlo con cada pequeño respiro, atraerlo a su trampa, al húmedo y dulce calor que prometían.

Estaba tan abrumado por lo que sentía que no pudo evitar sucumbir ante sus inconscientes provocaciones. Tragando nuevamente el nudo que se había formado en su garganta acercó lentamente sus labios humedecidos, de tanto relamerse al buscar control, a los labios de ella y los rozó con la suavidad de una pluma y se alejó levemente esperando su reacción. Ella aún en envuelta en el nirvana del sueño, sin consciencia de sus actos enredó un brazo en el costado del muchacho y levantó suavemente su cara escondiendo así el rostro en el cuello del ajeno, en el fondo su subconsciente buscaba la calidez de su boca, poso los labios en el cuello y suspiro sobre este. Él no se movió ni un milímetro, esperó que lo encontrará, o más bien aquel suave aliento de la pequeña capitana lo estaba volviendo loco, los colores de su rostro subieron y no pudo evitar inclinar un poco ese cuello a dolorido, que ahora bien poco importaba y cuando llegó a los labios de nuevo, cuando lo hizo, cerró su pequeña y tierna boca sobre él, acariciándolo con suaves movimientos y suspiros. Su respuesta no se hizo esperar, correspondió cada suave embestida de los labios de la frágil shinigami con igual fervor. El beso mutó lentamente en uno más apasionado y ella fue despertando a la realidad abrazada por sentimientos muy familiares, pero sensaciones totalmente nuevas.

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