¡Préstame tu nombre! SP9

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Serguéy sabe que el veneno puede estar dentro de un cuerpo perfecto, ¿y la dulce miel?, ¿qué aspecto tiene?.

Prólogo

Serguéy

Cuando llegué a los Estados Unidos, pensé que dejaba atrás todos los problemas. Un país nuevo, una familia nueva, una vida nueva. Pero me equivoqué.

Mi primer error fue pensar que Moscú estaba demasiado lejos de Las Vegas, y no, no lo estaba. Y el segundo, pensar que esa distancia era suficiente para mantener a Constantin Jrushchov lejos de mí. Desde que empecé a pelear para él, sabía que entraba al servicio del demonio, pero haría cualquier cosa por pagar las facturas médicas de mi padre. Él se sacrificó hasta el último momento por mí y por mi hermana, era de ley que yo le devolviese parte de ese sacrificio.

Cuando llegaron los Vasiliev a nuestras vidas, fue como recibir a las fuerzas de liberación, las malditas fuerzas especiales al rescate. Eran pocos, pero se las ingeniaron para sacarnos a mi hermana y a mí del país, pasando bajo las garras de Constantin Jrushchov.

En Estados Unidos, nos dieron una nueva vida, trabajo honrado, y la oportunidad de prosperar con nuestro propio esfuerzo. Pero era un sueño demasiado bonito para durar demasiado, ¿verdad?

- ¿Por qué estás aquí? -

- He venido por ti, amor. -

- No sabes lo que es amar, nunca lo has sabido. Así que no digas que estás aquí porque me amas. - ella caminó hacia mí, haciendo que, en cada paso, sus cabellos dorados se balancearan.

- He venido hasta aquí por ti, idiota. He desafiado las órdenes de mi hermano, he abandonado la seguridad de mi casa, de mi familia, de mi país. ¿Y te atreves a decir que no es por amor? - Sus dedos se posaron suavemente sobre mi mejilla, mientras sus ojos me miraban con esa mezcla de fragilidad y dulzura, que ella sabía imitar a la perfección. Pero no era real, ella no lo era. ¿Por qué lo sabía?, porque había estado a su lado el suficiente tiempo, como para descubrir lo que había dentro de esa perfecta imagen.

- Estás aquí, porque eres de esas personas que cuanto más le dicen que no puede tener algo, más lo desea. - y como por arte de magia, sus ojos se tornaron duros, implacables. Sí, esa era ella.

- Había más como tú, Serguéy, pude tomar a cualquiera pero te escogí a ti.-

- No, me escogió tu hermano.-

- Como a muchos otros, pero yo te elegí entre todos.-

- Me elegiste porque era el que más peleas ganaba, y a ti siempre te ha gustado tener lo mejor. El mejor coche, el mejor vestido, la mejor casa, el mejor marido...-

- El mejor amante.-

- Seguro que los has tenido mejores.-

- No te infravalores, Serguéy. Sino habrías sido bueno, no habría repetido.-

- Repito, ¿Por qué estás aquí?.-

- Mira que eres cansino. He venido por ti, amor.-

- Hui de Rusia, hui de Constantin, hui de ti, ¿no quieres entender?.- me removí en mi silla, haciendo que mis ataduras se clavaran más en mi carne.

- Sssshhh, no luches contra lo inevitable. Volveremos a estar juntos, y todo será como antes. Tu pelearás para mi hermano, y él será feliz porque le harás ganar dinero. Y después de las peleas, estaremos juntos. Volverás a amarme, como antes.-

- Era sólo sexo, tú lo dijiste. Me usabas como tu juguete para satisfacer tu placer, no te importaba si estaba demasiado lastimado para cumplir con tus exigencias. Sólo querías un semental que calmara tus necesidades.-

- Tú me querías.-

- Nunca dije tal cosa. Es más, si no recuerdo mal, las tres últimas veces te dije que te odiaba.-

- Y aun así, cumpliste.-

- Porque sabes malditamente bien cómo hacer que el cuerpo de un hombre reaccione, maldito súcubo.- ella sonrió complacida. Sí, la gustaba que le dijesen lo buena que era, aunque la llamaran zorra.

- Volverás a amarme.-

- Eso no ocurrió antes, y no ocurrirá ahora.-

- ¿Lo dices por esa mosquita muerta con la que te casaste?.-

- A ella no la metas en esto.- no, no podía permitir que Ella sufriera por esto, era mi problema, no el suyo.

- Sé que muchos se casan para conseguir la nacionalidad, pero la verdad, pensé que tendrías mejor gusto. Casarte con una gorda como ella, qué bajo has caído.- apreté los dientes. Ella no estaba gorda, tenía todas las curvas que un hombre deseaba en una mujer, y las tenía perfectamente bien puestas. ¿Cómo las llamaban ahora?, si, curvy, ella era una curvy.

- Al menos no es una anoréxica como tu.- el grito casi llegó al mismo tiempo que la bofetada. Sí, así era ella, alguien que te hacía sufrir porque simplemente podía hacerlo.

- Soy perfecta, y volverás a decirlo. Sólo necesitas recordar lo que has olvidado en esta mierda de país.

- Nunca dije que fueses perfecta.-

- Lo dijiste.-

- No. Lo que dije fue que eras preciosa, pero eso sólo fue la primera noche que pasamos juntos. Después, descubrí que no eras más que un bonito frasco lleno de veneno.-

Temporalmente completa  en Litnet, se retirará en octubre 2019.

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