V: Tierna sonrisa

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¡Vamos hyung! ¡Salgamos a cenar!

El pelinegro suspiró tirado en su cama, con el teléfono celular pegado a su oreja mientras esbozaba una expresión de hastío total en su rostro.

A veces se preguntaba cómo fue que él y Hyesuk terminaron siendo amigos, siendo tan diferentes de personalidad. Pero él le debía prácticamente todo, el castaño fue el único que le tendió una mano cuando sus padres le echaron de casa en la secundaria.

Le brindó un apartamento, tal vez no muy grande, pero aún así le consiguió otro sitio que no fuera la calle.

Y lo ayudó mucho en sus problemas emocionales y mentales, porque sí, había padecido por varios trastornos desde la secundaria.

Pero Go Hyesuk siempre estuvo allí, siendo ése apoyo incondicional que necesitaba.

—Yah, en serio eres molesto, bien... iré, espero a que pases por mí entonces. –Le dijo antes de oír la eufórica voz de su amigo al otro lado de la línea.

Negó con la cabeza mientras colgaba y suspiró, se desperezó aún sobre la cama y se levantó de esta por fin. Con algo de pesar ya que si había algo que Lee Yoonsuk amara aparte de la música, era el dormir.

Por horas, si le era posible.

Se colocó una americana negra de mangas largas, con los gemelos desabotonados y unos jeans rasgados por las rodillas, junto a sus botines militares del mismo color que su americana.

Despeinó su cabello negro y acomodó sus perforaciones, ya que al dormir se le desviaban un poco.

El claxon de la camioneta de Hyesuk se escuchó desde la ventana, por lo que tomó sus llaves y su billetera para salir de su apartamento.

Cuando bajó, subió al vehículo y saludó con un apretón de manos a su amigo que le sonreía ampliamente.

—Iremos a un sitio diferente hoy, la señora que es dueña del lugar es muy adorable. –Comentó el bailarín tamborileando el volante con sus dedos.

Yoonsuk asintió sin decir alguna palabra al respecto, su vista perdida en la ventanilla del auto; por alguna razón pensó en Kaya, la reacción que tuvo al ver a ése hombre asomado en la ventana de aquel apartamento.

Se tornó pálida.

Y por alguna razón... le dio algo de curiosidad.

Como una exhalación rápida, llegaron al local del que Hyesuk había estado parloteando desde que salieron, se bajaron de la camioneta y entraron haciendo que la campanilla de la puerta sonase.

El aspecto cálido y hogareño del lugar inundó la vista de ambos, Yoonsuk metió sus manos dentro de los bolsillos de sus jeans mientras observaba el lugar inexpresivamente.

Tomaron asiento cerca de la ventana del local, para luego ver el menú que reposaba sobre la mesa.

—Oye hyung, esa chica de tu proyecto... ¿es linda? –Preguntó un divertido Hyesuk hacia su amigo, moviendo las cejas de arriba a abajo.

Yoonsuk puso los ojos en blanco, cruzando sus brazos sobre su pecho.— Yah, déjate de tonterías que no tengo tiempo para eso. Solo es un jodido proyecto y ya.

El bailarín carcajeó a más no poder, palmeando el brazo de su amigo en respuesta.

Aquello ocasionó que el pelinegro lo viera de reojo, y terminara esbozando una sonrisa ante lo gracioso que se veía el menor al reírse.

Con él, sí podía sonreír y reír genuinamente sin falsedad. Él era como su hermano, uno que no dudó en tenderle la mano cuando su familia biológica lo echó cual basura.

Pero antes de que pudiese decirle algo, sus ojos se detuvieron en la chica que se había acercado a ellos, y la impresión embargó su rostro al ver que Kaya trabajaba allí.

¿Era casualidad eso?

No podía creer que estaba de pie frente a ellos, en espera de tomarles la orden que iban a pedir en esos momentos; lo más sorprendente de todo, es que pude verlo sonreír por primera vez

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No podía creer que estaba de pie frente a ellos, en espera de tomarles la orden que iban a pedir en esos momentos; lo más sorprendente de todo, es que pude verlo sonreír por primera vez.

Y me era imposible no pensar que tuviera una tierna sonrisa, porque sí la tenía.

—Annyeonghaseyo, ¿qué desean ordenar? –Dije tras hacer una cordial reverencia, algo tensa y nerviosa.

No lo hubiese estado, de no ser por la penetrante mirada del pelinegro frente a mí.

Go Hyesuk, a quien pude reconocer en minutos, sonrió a mi dirección.— Oh, bueno yo quiero fideos en salsa negra y filete de cerdo cocido, y hyung... ¿qué pedirás tú?

Ambos miramos al pelinegro, mientras que yo terminaba de anotar la reciente orden de Hyesuk. Fue entonces que luego de unos largos segundos, Yoonsuk habló.

—Pollo frito y arroz, solo eso.

Asentí levemente ante su gélida respuesta, anotando de inmediato su orden y tras hacerlo, fue que me despedí cordial de ellos y me retiré hasta la cocina para darle la orden a la señora Woo.

Estaba aún aturdida de que Lee Yoonsuk hubiese llegado al lugar donde trabajaba, y por su expresión al notar mi presencia él tampoco esperó encontrarme allí.

De cierta forma, me sentí algo expuesta hacia él, mi trabajo era un lugar donde me sentía refugiada de toda la gente de la universidad y de mi progenitor, sobretodo este último.

Pero... ¿Lee Yoonsuk?

—Kaya-sshi, las órdenes de la mesa tres están listas. –Avisó la señora Woo al otro lado de la cocina.

—Oh, sí. Ya voy. –Tomé una bandeja y deposité ambos platillos sobre ella.

Con sumo cuidado, me encaminé hasta la mesa de los chicos que conversaban sobre algo referente a la música, pero al notar mi presencia detuvieron la conversación.

—Disfruten de la comida. –Murmuré haciendo otra reverencia, dispuesta a retirarme.

Pero antes de que lo hiciera, una voz me detuvo abruptamente.

—Esto... Kaya, ¿quieres sentarte con nosotros?

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¡Dios les bendiga!

𝖘𝖙𝖔𝖓𝖊 𝖍𝖊𝖆𝖗𝖙 💙 novela cristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora