Era un día de diciembre y como naturalmente sucede en Londres todo estaba cubierto de nieve, el frio se hacia presente en cada calle lo cual obligaba a las personas a caminar muy bien abrigados.
El cielo estaba despejado después de la suave tormenta de la noche anterior y es así que dos personas estaban sentadas en un parque, hablando y haciendo uso de magia sutil para no convertirse en trozos de hielo.
Habian sido novios desde hacia un año, no contaban el tiempo que estuvieron firteando en el colegio, pues eran otros tiempos más complicados en los que ninguno estaba realmente comprometido con el otro, no se podían ofrecer promesas reales, de largo plazo si es que éstas no se sabian si podian ser cumplidas.
—Y bien, Harry —comenzó la pelirroja—. ¿Para qué me citaste? Pero antes de que me digas nada, necesitamos hablar, desde hace un tiempo aca estas muy extraño, no me besas ni me dices algo cariñoso que pueda distingir que somos algo más que amigos, bueno ya ni siquiera me quieres tomar de la mano, ¿qué sucede?
—Lo sé Ginny, para eso te cité aquí...
—Bueno, entonces explícame, ¿por qué estos cambios? ¿Hice algo mal?
Harry suspiro, era hora de ser sincero con ella. Eso era algo que lo ponía temeroso pues le daba miedo el perderla, a ella y su familia que tanto lo habia apoyado en los momentos más dificiles de su vida, que lo queria como un hijo más, no quería decepcionarlos lastimando a la pequeña Ginevra.
No queria lastimarla, pero sabía desde un principio desde que la citó en aquel parque que eso era practicamente imposible, puesto que ella, al parecer, se encontraba perdidamente enamorada del azabache. No la quería lastimar porque la quería.
Era verdad, no la amaba, de hecho hasta llegó a cuestionar si en realidad llegó a sentir algo tan profundo por ella, o quizás algo similar.
Pero ya no podia más con la situación en la que se encontraba. Sí, tenía que ser sincero y mostrar sus sentimientos abiertamente, tenia que ser sincero con la chica a quien tendría que amar.
"Tendría". Harry casi sonrió irónicamente ante aquella palabra. No era la palabra que tenía que usar al referirse a sus sentimientos con ella.
Cualquiera pensaría, y lo hacian, que después de todo lo ocurrido, después de que se animara luego de seis meses pasada la guerra a estar con ella y le pidiera ser su novia y tras todos esos años de conocerse, que estaría locamente enamorado de la pelirroja.
Pero no, no lo estaba.
Y es que como oyó en un bar muggle a un anciano que le decia a su compañero de copas:
"En el amor no se manda".
El hombre estaba enamorado de una mujer que no era su esposa y aunque la mujer le había dado tres hermosos hijos de los cuales se enorgullecía, la traicionó mental y emocionalmente durante todo su matrimonio. El anciano se sentía un poco mejor al saber que nunca le habia sido infiel fisicamente. Aunque confesó que de haber tenido la oportunidad, no sabía si se hubiera resistido a las tentaciones que aún le rondaban la mente sobre aquella mujer.
Admitió que su corazón y su mente aún estaban con aquella mujer que ya seguramente tenía su propia familia.
A Harry le pasaba algo similar, solo que él no estaba tan tarde para "solucionar" las cosas.
—Ginny... —comenzó, no sabía que decir mientras ella lo miraba expectacte e ilusionada, quizás esperando que brotase de su boca ese: "Te amo" que tanto necesitaba para saber que no lo había perdido—. No hiciste nada mal, así que deja de culparle por esto, en realidad fui yo quien te causó daño.
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Quiero ser yo
FanfictionHarry ha recibido a lo largo de su vida varios sobrenombres: "El niño que vivió, el hijo de los Potter, el Elegido, el Salvador del mundo mágico", incluso Malfoy tiene un apodo para él: el "Cara-rajada". ¿Pero quien es detrás de todas esas etiquetas...