María Fernanda tiene toda su vida planificada, sabe bien lo que tiene que hacer para salir adelante y triunfar por sus propios medios, pero todo se viene abajo cuando descubre que producto de una borrachera esta embarazada y no solo eso, esta embara...
Estos son fragmentos de la novela "Enamorada Sin Querer" historia de Lizzy y Alberto.
IMPORTANTE: LA NOVELA NO ESTARÁ DISPONIBLE AQUÍ, PIENSO QUE NO ES NADA JUSTO PARA AQUELLAS PERSONAS QUE HAN COMPRADO LA NOVELA. ¿QUE SENTIRÍAN USTEDES SI COMPRAN LA NOVELA Y LUEGO YO DECIDO DEJARLA GRATIS?
NO ES JUSTO ¿VERDAD?
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—¡Tú me besaste! —chillé retrocediendo un paso y señalándolo con un dedo.
—Bonita, te recuerdo que tú también me besaste a mi —se volvió acercar a mí.
—¡Estas loco idiota!
—Si tú quieres decir eso por mi genial —colocó su mano en mi mejilla—. Pero si quieres puedo refrescarte la memoria.
—Alberto —susurré y acerqué mi rostro al suyo.
—Si muñeca —volvió a susurrar.
—Tu aliento matutino es el peor de todos —me di la vuelta riendo y regresé a la cocina.
Él se quedó parado, cuando giré la cabeza vi que colocaba su mano en su boca y soplaba para luego oler.
—¡Oye! —exclamó—, ¡Mientes!
Estallé en carcajadas.
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Mi teléfono vibró sobre la cama. Lo cogí, era otro mensaje de Alberto.
Bonita ¿Hasta cuándo vas a ignorarme?
Suspiré y dejé el teléfono de nuevo sobre la cama.
—¿Es él? —preguntó Vanessa. Solo asentí con la cabeza. Otro mensaje llegó.
Habla conmigo por favor.
Agarré otro pedazo de pizza y le di una mordida, para evitar decir algo. Mi corazón daba un vuelco cada que llegaba un mensaje o entraba una llamada de él.
—¿Qué harás ahora? —quiso saber Mafer.
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Luego sus ojos bajaron hasta mis labios, que estaban entreabiertos para recuperar el aire perdido.
—Eres hermosa Lizzy —susurró.
Mi piel empezó a hormiguear ahí donde él había tocado. Y mi corazón empezó a latir con fuerza. Sentía su aliento caliente cada vez más cerca.
Mi mano hasta ahora inerte subió hasta quedarse en su mejilla. Mientras que una de las manos de Alberto estaba sobre el suelo al lado de mi cabeza, soportando su peso, la otra me tenía agarrada de la cadera.
Sin ser consciente de mis actos, mi mano que había estado en su mejilla ya se encontraba en su nuca, haciendo una ligera presión para atraerlo hacia mí.
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—Tú me vuelves loca a mí —susurro en su oído.
Vuelvo a mover mis caderas arrancándole un gruñido.
Sus manos van a mi cadera levantándome lo suficiente para poder unir nuestros cuerpos.
Jadeo con fuerza sintiéndolo, empiezo a moverme sobre él arrancándonos gemidos a los dos.
Me besa, mientras siento sus manos explorar en mi cuerpo. Cierro mis ojos con fuerza sintiendo todo ese placer recorrer mi cuerpo.
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