—Llevo horas esperando—se decía a si mismo un joven de veintisiete años, al mirar su reloj.
Vestía una sudadera azul y lentes negros, miraba alrededor del parque, estaba repleto de gente, eso lo ponía inquieto, movía con nerviosismo la carpeta en su mano.
—¿Porque accedí a esto?—se repetía— ya tengo demasiados problemas...
—¿Eres tu Alexander?— escucho el joven, al mirar noto al hombre mayor de traje, tenia escaso cabello, sus pómulos estaban hinchados y contaba con una inusual corbata amarilla, la cual le llamaba mucho la atención— Perdona que te haya hecho esperar tanto, pero tu sabes que esta reunión no debe ser presenciada por alguien mas de mi ambiente.
—¿Te seguían?— se notaba muy alarmando, pero dio un respiro— Calma, ya ha pasado antes— se decía a si mismo— lograste perderlos ¿no?
—Si, no arriesgaría nuestras vidas, pero permíteme insistir en que consideres mi petición— el joven se negó moviendo su cabeza.
—Lo lamento, pero seria demasiado riesgoso, nadie veria bien que yo me quede aquí, sin contar que me he acostumbrado a esta vida— respondió con cortesía y le entrego la carpeta.
—Harías demasiado bien a este país, te necesitamos, nuestros enemigos parecen estar dos pasos delante de nosotros—tomaba las manos de Alexander mirándole a los ojos, este miro detenidamente los ojos del hombre trajeado, noto que sus manos sudaban mucho.
—Seria muy injusto, quiero ayudar a los pequeños a poder defenderse de los fuertes y arrogantes, con esos datos podrán manejarse muy bien— concluyó el joven.
—Lo lamento Alexander, lo lamento, pero ellos se enteraron, tomaron a mi familia, ¡Incluso le cortaron una oreja a mi esposa!— se quebró el hombre trajeado.
—No fuiste lo suficientemente discreto, tu sabias que tu gobierno haría lo necesario si se enteraba de mi venida— le regañaba mirando a su alrededor— dime ¿Cuantos agentes mandaron por mi?
—Son veinticinco agentes en el parque y cinco francotiradores— le revelaba el hombre— Seria mejor para ti si vienes con calma.
—La he visto peor, sabes la primera vez que hice esta clase de cosas me atraparon los musulmanes, querían que les ayudara con el hackeo de inteligencia de U.S.A. fui torturado por dos semanas, al final logre conseguir escapar, pero entonces me pregunte como podía prevenir el volver a ser capturado— contaba Alexander con calma— hice una bomba.
—¿Q-que? ¿Atentas contra nosotros?— dió un paso atrás.
—Es una bomba informática, se filtrarán toda su información a todas las naciones— sus palabras atemorizaron al agente.
—Aborta la misión— dijo esas palabras a su ropa.
—Gracias, espero no volver a verte— hablo con honestidad.
De vuelta a su escondite, Alexander buscaba en la web información, pero algo llamó su atención, era un informe de un grupo de personas enmascaradas haciendo justicia por mano propia.
—Que valientes...— decía en tono soñador— pero estúpidamente imprudente.
Cerro el archivo, pero algo en él había surgido ya cansado de sus torpes y arriesgados encuentros.
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México: Los Testigos
DiversosAnécdotas variadas de héroes, villanos y civiles que vivieron la odisea que el mundo enfrento.