Capítulo 6º

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   -¿Qué? ¿ahora? Dijisteis que iríamos más adelante-contestó Misa.

   -Ya, pero es que ellos saben que tienes más...potencial en esto de lo que se plantearon en un principio, y les parece algo inusual el que no hayas cruzado, supuestamente, la Puerta de Athia. Podrían empezar a sospechar-dijo Aile. Las dos se encontraban a solas en en "vestíbulo". Su amiga elfa le había dicho que no debían retrasarse mucho más en cuanto a lo de revelar que Misa había entrado en el refugio, y le había planteado el hacerlo ese miso día; mañana como muy tarde. En un principio, a Misa no le habían caído muy bien esos que debían asegurarse de cómo, cuándo, dónde y no sé qué más sobre ella, que digamos. Su impresión de ellos era que eran estrictos, rígidos, esnobs e intransigentes-. Y recuerda: jamás digas que llegaste hace días; porque, de lo contrario, a Kreiss y a mí nos matarían, ¿está claro?

   -Sí, pero entonces...¿por qué me habéis tenido aquí todo este tiempo?

   -Bueno...eso, digamos que lo dejaremos para más adelante.

   -Agh, está bien...-se resignó. Después de todo ese tiempo, había aprendido a controlar ciertos ataques de ira provocados por las múltiples preguntas que todos sabían pero que nadie quería contestar.

   Se encaminaron hacia lo profundo del bosque, allí donde Misa jamás había estado, para ver a aquellos sabios. Llevaban dos días caminando, y a ella se le hacía eterno, hasta que llegaron a su destino. Un gran árbol de tronco arrugado pero fuerte y grueso las esperaba. Un par de resquicios asomaban entre las ramas, haciendo entrar la luz. Aile se acercó a una parte concreta del tronco, y palpó la rugosa superficie con las manos, y los ojos cerrados. Al poco, se oyó un "click", pero no sucedió nada. Aile se giró hacia Misa, y le miró con cara de <<Bueno, ¿a qué esperas?>>.

   -Ven-dijo, sonriendo por su ignorancia. Le cogió de la muñeca y tiró de ella hacia el tronco del árbol.

  -Oye, ¿vamos a escalarlo?-preguntó. Ella rio, y negó con la cabeza. Poco a poco, y con horror, Misa contempló cómo desaparecía dentro del tronco y tiraba de ella para que la imitara, aunque de  la elfa tan sólo quedase la mano que estiraba con insistencia de la suya. Al final, consiguió que entrase, pero sólo por el susto que le dio la otra mano al emerger de la madera. Detrás, se encontró en un pasadizo(decía ella que sería un pasadizo) oscuro como boca de lobo, en el que sólo se distinguía una cosa: negro. Misa oyó un sonido tintineante y la cristalina voz de su amiga diciéndole:

   -Ven, es por aquí-al momento sintió como la mano de su amiga cogía la suya, y la guiabaen aquella completa oscuridad.

   -Así que es verdad que los elfos podéis ver en la oscuridad, ¿eh?-comentó.

   -No, eso os lo inventasteis los humanos. Voy por percepción, y por un par de veces que he estado aquí-contestó Aile. Misa seguía oyendo aquel tinitineo, pero no lograba identificarlo. Más bien, eso le sirvió para no aburrirse durante el viaje, que fue más bien largo. Un par de veces se distrajo por un cambio de sentido o por un túnel demasiado empinado, pero el resto del tiempo lo dedicó a tratar de averiguar qué sería aquel sonido. Al principio pensó en una llave, pero parecía demasiado irreal como para serlo...aunque no descartaba esa posibilidad. ¿Unas joyas? Aunque, ¿para qué usarlas...? Y así todo el viaje, hasta que chocó contra el cuerpo de Aile, al que hacía tiempo que había soltado, siguiendo el sonido de sus pasos.

   -¿Por qué te paras?-preguntó, volviendo de sus pensamientos. Seguía sin haber luz, y tampoco escuchaba otra cosa que no fuese la respiración de la elfa. Aunque no la vio, Aile se volvió hacia ella.

   -Hemos llegado-la contestación provocó en Misa un nerviosismo hasta ahora desaparecido. ¿Habían llegado? ¿A dónde? ¿Qué tenía que decir? ¿Y si decía algo que no debía? ¿Y a quiénes? De pronto, tenía un mar de dudas que no se podrían contestar ahora, seguramente.

Los Misterios de AileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora