Prólogo

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Parpadeé chiquicientas veces, preguntándome que hacía Midorikawa con todos esos bolsos rodeándolo en la puerta de mi depto.

. — Kariya, hola, gracias por recibirme—. Hizo una reverencia aun cuando yo no entendía nada, y esperaba que Hiroto me diese respuestas ahora que había entrado con la que esperaba fuera la última valija. ¿¡Qué demonios estaba pasando!? ¡Apenas había apagado todo para irme a dormir! No tenía buena pinta por más que mi guardián sonriera de oreja a oreja, como si se hubiera sacado el premio mayor en la lotería.

... quizá sí la sacó, yo también sonreiría si me hiciera más rico.

. — Masaki, que bueno que te encontramos despierto—. No pasé por alto como ponía una mano encima del hombro de su secretario, precisamente el que tenía más lejos, en un abrazo sutil (o bueno, lo que Hiroto creía que era sutil). Siquiera seguía dirigiéndose a mí. Pasa y ponte cómodo, Ryuuji, aun recuerdas donde está la de invitados, ¿No?

Ahora sí me calmé, viendo que nomás se quedaría a pasar la noche. No era la primera vez que lo hacía, pero sí la primera que traía tantos bolsos, ¿Acaso tendrían una presentación mañana? ¿Tenían un evento en otra provincia? No recuerdo a Hiroto comentándome algo al respecto, pero hasta yo sé que podía ser algo olvidadizo de vez en vez.

. — Eso, pase y siéntase como en casa.

. — Cómo dice el chico—. No me gustó nada eso. Después de todo, ahora también es tú casa.

Quedé mudo, confundido, ¿Qué había dicho? ¿También su casa? ¿Por qué? ¿Qué era todo esto que pasaba tan rápido?

Me delataba solo, tanto que el propio invitado me tuvo que explicar. Tu tutor me quemó el departamento.

Lo miré rápido, sin clemencia, algo horrorizado. Sé que hace mucho Hiroto quería convencer a su novio de venirse a vivir porque no me escapaba de las quejas a la hora de cenar, pero nunca creí que llegaría tan lejos por sus cometidos. Y una vez más me delaté solo, porque agregó:

. — Nunca conozcas a tus ídolos, Kariya.

. — ¡Pero bueno! —. Se defendía, abochornado, mi mencionado tutor. ¡No lo hice a propósito! Pasa que no me fije bien que el bowl era de aluminio a la hora de meterlo al microondas y-

Midorikawa levantó la mano para callarlo. Es muy tarde para recordarlo, lo cual me lleva a preguntarme, ¿Por qué sigues despierto?

Me descoloqué bastante, ¿Quién se creía él para preguntarme eso? ¡No era tan tarde, apenas eran la una de la mañana!

. — Ryuuji, no importa, en fin de semana lo dejo dormirse cuando quiere.

. — A su edad eso no es muy sano...

. — Yo lo veo bien.

. — Bueno, es tu protegido. Lamento entrometer, Kariya.

. — No pasa nada...

Pero mentía, porque sí me pasaba algo. Y es que no me gustaba nada cuando hacían cosas sin avisarme. Hiroto pudo haberme pegado un llamado sabiendo que seguía despierto, aunque sea para darme el lujo de cambiarme de piyama. Me resultaba vergonzoso andar solo en pantalones aun si éramos todos hombres. Y menos mal que me los dejé puestos por las dudas.

. — Bueno—. Nos llamó la atención el invita-no-el nuevo residente. Me iré poniendo cómodo, fue una larga noche. Nos vemos mañana, recuerden que a quien madruga Dios lo ayuda. Con permiso~

Jamás creí que un sujeto como Midorikawa, así tan flaquito y afeminado, pudiera cargar todo ese peso como si llevara un flan del mercado. Mi boca quedó tan abierta que Hiroto tuvo que advertirme que me iban entrar moscas. Yo no me pude contener.

. — ¿En verdad se quedará a vivir?

. — Sí—. Se le escuchaba tan feliz que un poco me hacía sentir mal no compartir del todo el sentimiento. ¿No es genial? Por poco se iba a ir a lo de Kino pero al final pude convencerlo. Claro, tendré que pagar yo los daños de su antiguo departamento pero por fortuna se pudo rescatar la ropa entre otras cosas.

. — Que bueno...

. — ¿Ya te dio sueño? Mejor ir a la cama.

. — Un poco sí, pero no es eso... ¿Cree que Midorikawa... encajará?

Estoy seguro, por lo que me contestó, que sabía a lo que me refería. ¡Claro que sí! Incluso apuesto a que se llevarán bien, tú sabes cómo es él. ¡Sera la mar de divertido!

Me despedí de él antes de quedarme pensando en eso último, en saber cómo era. Lo más destacable que podía pensar de la presencia de Midorikawa es que siempre tenía un refrán para todo lo que me pasaba, y que sonaba más a un regaño que consejo, aunque era alucinante cuantos se sabía de memoria que me preguntaba si no era secretamente un anciano que sabía cuidarse la piel.

Pero eso sí, algo que me gustaba de Midorikawa es que siempre que se quedaba a comer había helado de postre, y muchas veces había mencionado ser un amante de los mismos. Por ahí de ahora en más habría helado después de la cena todos los días, y quizá sea aun más tranquilo que Hiroto porque no le tomó demasiado rato entender cómo se hacían acá las cosas.

Por ahí no se equivocaba y convivir con Midorikawa, cómo lo puso él, sería la mar de divertido.

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¡Buenas! Espero que estés muy pero muy bien. Podría decirse que este es mi primer longfic, así que esto de cierta manera me pone nerviosa, aspiro poder ofrecerte una buena historia. Lo cierto es que incluso del año pasado tenía la idea y recién ahora me animo explorarla, y es mi propia visión de la familia masakimidori. No planeó que tenga muchos capítulos, solo los necesarios porque no considero que se deba alargar más de la cuenta. Y sobre las actualizaciones no las tengo claras pero trabajo en ello. Espero que podamos llegar al final de esta historia juntos, ¡Gracias por leer!

Nadie te enseña a ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora