Acababa de cortarse el cabello, le llegaba a los hombros, se miro una vez mas en el espejo tratando de hallar alguna similitud entre la chica que veía y ella, nada, es una desconocida desde hacia veintidós años que la seguía como una sombra, se levanto, recogió unos cabellos del suelo y se fue sin pagar, llego a un parque y se quedo mirando los cabellos que sostenía en su mano durante diez minutos, los soltó, y se dio cuenta que estaba sobria, inmediatamente fue a la tienda y compro cerveza, ya eran las seis de la tarde, abrió una lata de cerveza mientras pasaba por la panadería que conocía desde niña, prendió un cigarro, mientras caminaba se turnaba alternadamente un sorbo de veneno , una calada de muerte, pensando en donde iba a dormir, una pareja paso a su lado y entonces recordó que tenia una amiga viviendo a media hora a pie del lugar, empezó a llover, guardo las latas en la maleta, bebió de un sorbo lo que quedaba de cerveza y comenzó a correr a la vez que fumaba, llego en quince minutos, llamo a su departamento, subió los cinco pisos a pie, se negaba a usar asesor, y allí estaba Sofia con sus dos hijos mirándola subir las escaleras.
-No vas a fumar dentro de la casa -grito Sofia.
-¿Por que ya no?
-Porque ya no fumo y mis hijos tampoco -respondió Sofia mientras entraban al apartamento.
Era una miseria, un aparta estudio para una persona, la alcoba era ocupada por los niños mientras que la madre dormía en el sofá que servia de comedor, la ropa estaba colgada en la ventana, el vidrio de la cocina estaba roto y diferentes tonalidades de vidrios adornaban las ventanas del apartamento, los niños estaban lavando su ropa mientras que Sofia hacia agua de panela y arroz.
Amira dejo la maleta en el suelo y apago el cigarro en la pared.
-No hagas eso, les das mal ejemplo a los niños.
-Que importa, este lugar seguirá igual de feo con o sin esta mancha.
-¿Que haces aquí?
-Me echaron de nuevo -divago Amira mientras ofrecía los pocillos a Sofia.
-Ya es la segunda vez este mes ¿que hiciste?
-Rompí los vidrios de mi vecina sin querer... Varias veces -Sofia la miro pidiendo una explicación-. Perdí mis llaves unas cuantas veces y pues, mi vecina tenia balcón, ya sabes yo vivía en el segundo y ella en el primero, la ventana que tenia en la cocina daba hacia mi cuarto y bueno... Ya a la quinta vez se cansaron y eme aquí.
Los niños tomaron sus pocillos y platos y fueron hasta el sofá y empezaron a comer mientras veían televisión seguidos de las dos mujeres que se sentaron en el suelo.
-Pense que no tenias dinero ni siquiera para el gas -comento Amira sorprendida.
-No tenemos, pague al agua, la luz y el gas hace una semana, no tengo ni un peso.
-¿Entonces como?
-El vecino, los niños le pidieron parabólica prestada y por un favor que le hice nos dio un cable que se conecta a su parabólica y los niños ven lo que el deja.
-¿Como les va en el colegio?
-Alejandro se la pasa peleando con sus compañeros, por eso se queda en casa y lee los libros que le dejas, Samuel, es bastante tranquilo -observo a sus hijos atentamente.
-Si quieres me puedo llevar a Alejandro a la universidad...
-No, solo seria una carga, seria muy estúpido de mi parte dejarte a alguien a cargo, cuando no puedes ni siquiera tener un lugar fijo para vivir.
Los niños terminaron de comer y se fueron a su cuarto. Ambas se sientan en el sofá.
-Extraño la universidad -comento Sofia.
-¿Por que no vuelves?
-No puedo, tengo que trabajar, apenas tengo tiempo para ver a mis hijos, si vieras, los dos son tan hermosos, lavan su ropa, me ayudan a ordenar y son bastante juiciosos cuando yo se los pido, ser una camarera es lo mas jodido que hay, pero llegar a casa y escucharlos contarme sobre su día, lo vale todo.
Amira la observa y una especia de decepción la invade. Habia conocido a Sofia en una reunión con sus amigos, cuando tenia dieciséis años y ella diecisiete, Sofia llamaba la atención por ser divertida y sensual, durante la reunión ambas solo habían cruzado un par de palabras, pero Amira sabia que Sofia era una estúpida que se iba a dejar hundir por la vida, era tan débil, tan simple, solo buscaba la aprobación social de cualquier desconocido, le recordaba esos perfumes que conseguía en la calle, insípidos, con olores horribles, y que duraban solo cinco minutos, eso era Sofia un perfume de cinco minutos.
Después de eso, se la encontró dos meses después por la calle: estaba embarazada. El padre era tantos que fue ninguno, la llevó a su casa y la acompaño durante todo el proceso.
Un día Sofia le dijo que quería ir a la universidad un día y saber que fue aquello para lo que nunca estuvo destinada. Amira la llevo junto con su hermano que estudiaba medicina, Sofia solo estuvo diez minutos en la clase, salio furiosa del aula seguida por Amira.
-¿Que sucede? -pregunto Amira asustada por su reacción.
-¿Acaso están locos? ¿A quien demonios le gustaría estudiar por que es interesante? ¡Prefiero ser una cajera a dejar que mi vida sean cosas tan complicadas que no me ayudan en la vida!
Y ahí estaban, seis años después, Sofia trabajando de mesera, delirando que extraña la universidad.
Amira no se sorprendió de tener razón, Sofia era una estúpida.
-Ya me voy -Amira se levanto y tomo sus cosas.
-Siempre te vas después de cinco minutos -murmuro con tristeza Sofia.
A Amira le causo gracia su comentario.
-Porque no veo porque quedarme diez -cerro la puerta.
Eran las nueve, ya no llovía, bajó las escaleras, deambulo hasta quedar frente a la panadería de antes, se sentó en el suelo, saco sus cervezas, encendió un cigarro, todo sin apartar la vista de aquellos ojos que estaban de pie enfrente suyo.
-¿Quieres? -le ofreció un cigarro.
-¿Tu quieres? -el chico le mostró unas pastillas.
-No.
-Yo si -el chico se sentó a su lado, tomo una pastilla y se la puso en su lengua, luego cogió un cigarro y se puso a tararear una canción de Pedrina y Rio.
-Mas feliz , que yo, no hay, mas feliz que yo no haaay, mas feliz que yo, no hay, no hay, no hay...
-Me encanta esa canción -dijo Amira mirándolo, tenia el cabello largo, ojos verdes con miel, tez morena, la forma de sus ojos era una mezcla entre saltones y rayados, llevaba un sombrero, y un alma rota.
-Estaba sonando de fondo mientras mi familia se golpeaba.
-Vaya suena interesante tu vida-murmuró Amira cuestionandose la edad del muchacho.
-Sabes soy muy bueno con el piano, pero no me alcanza para irme de casa.
-Yo ni tengo casa.
-¿Qué haces?
-Doy clases de idiomas y filosofía en la universidad del distrito, no es la gran cosa.
-¿Puedo ir contigo?
-¿Voy a llevar conmigo a un menor que acabo de conocer a buscar donde dormir?
-Estoy a nada de cumplir los 17.
-Eres un niño, tienes casa y yo apenas tengo para la cena -se levantó del suelo y recordó fugazmente a Sofia- y si...
-Esta bien, volveré a casa pero pasas seguido por aqui?
-Vengo una vez al mes, siempre visito a una amiga que vive por aqui.
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Tiempo en pensamientos
RomanceLe encanta salir y drogarse con la lluvia, la sensación de como cada gota cae lentamente, y le hace ignorar su existencia, lo hechiza, mas cuando encuentra al amor de su vida en el suelo fumando en un charco, frente a la panadería que conocía en sus...