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Ha abierto el baúl de los recuerdos y ha extraído de este la mejor foto que tiene de ella, porque sí, él conserva muchas fotos de ella. Las guarda para recordar que una vez, hace algún tiempo, fue realmente querido y apreciado.

Mark espera que ese juego al que Yoonhe esta jugando no dure por mucho y sea tan solo eso, un juego con pequeños ánimos de venganza.

Su pie se mueve incansablemente bajo la mesa en la que siempre se sienta, inmensos trabajos para mitad de semana lo esperaban pero eso no era algo que atormentara su mente lo suficiente, de hecho, y a pesar de estarle costando acostumbrarse al ritmo de la universidad, lograba entregar a tiempo todo tipo de trabajos y sacaba un nota promedio que lo ayudaba a sobrevivir.

Ahora mismo sale disparado de su asiento y se abre paso entre sus compañeros para llegar hasta la biblioteca, lugar acordado.

Nuevamente la bibliotecaria está durmiendo sobre su escritorio a la entrada del lugar y no nota como el chico entra apresurado y se cuela entre los estantes.

Mark tiene el corazón agitado y quiere pensar que solo es por la carrera.

—Has sido muy rápido. —habló apenas lo vio aparecer al inicio del pasillo de ficción—¿Tienes la foto?

Fue inevitable que los ojos de Mark viajarán por la vestimenta de la chica, una lindas piernas y un short bastante apretado, una blusa suelta que probablemente, si se agachaba, se vería algo más que solo su ligero escote.

Mark enrojecio cuando la chica lo descubrió en su descarado recorrido, pero le sorprendió aún más la reacción de esta, mostró una sonrisa de lado luciendo satisfecha y orgullosa.

—¿Terminaste? —preguntó con el único objetivo de avergonzar más al muchacho y, obviamente, lograndolo—Ahora dame la fotografía.

Mark escondió su rostro al que acababa de subir toda la sangre, y torpemente sacó del bolsillo de su camisa la foto muy bien conservada y de pequeñas dimensiones.

La chica tomó la foto rozando sus dedos ligeramente con la mano del chico y consiguiendo inquietarlo más.

—¿Ella es la Nam Yoonhe que tanto buscas? —preguntó con cierto tono de burla y esbozando una leve sonrisa— ¿Cómo puedes estar confundiendola conmigo? Creo que ella se ve algo fatalmente diferente a mí. No recuerdo haber llevado alguna vez en mi vida esos lentes de botella o esos rieles en los dientes.

Algo dentro de Mark se retorcio, enfureció a decir verdad. Ella había hablado de Yoonhe tal cual él y otros chicos y chicas de la escuela lo hacían hace algunos años.
Luego de todos los sucesos desencadenados, él se prohibió volver a referirse a ella como un "patito feo", apodo dado a la chica en primaria, y también se propuso evitar que alguien vuelva a referirse a ella con palabras minimizantes u ofensivas.

Pero, ¿cómo podía reprocharle a la chica frente suyo por estar insultandose a si misma?

Los sonrojados cachetes del canadiense cambiaron su rojo avergonzado a un rojo furioso y de impotencia, el mismo tono pero con diferente sentimiento.

Por un segundo quiso perder la cordura y la paciencia con Yoonhe, se sentía atrapado en un tonto juego que era como un pasillo sin final, entonces intentó arrebatarle la foto de las manos y renunciar a todo, darse por vencido y convencerse que ella solo era una mala coincidencia. Pero Yoonhe era más hábil, más inteligente y más rápida, hizo un veloz movimiento y evitó que el chico le quitara la foto de sus manos, retrocedió unos pasos y lo vio con ojos divertidos.

Mark se tambaleo por unos segundos pues la fuerza con la que se había impulsado había sido mucha y al no hacer buenos cálculos y fallar casi cae.

SMITHEREENS ➤ Mark LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora