Capítulo 8-Desconcierto

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Estaba destrozada en el interior, veía el cuerpo de la persona a la que más amaba en el mundo sobre mi regazo, reposando, parecía encontrarse en un sueño profundo, había perdido el color, su piel era de hielo, transparente, descansaba con tanta ternura que a veces olvidaba por qué no despertaba, mis lágrimas corrían sobre sus mejillas y se precipitaban hasta la curvatura de sus labios que habían adoptado la forma de una sonrisa, ahí se perdían las gotas de lluvia que habían salido de la tormenta dentro de mí, en una sonrisa de paz total.

Richard manejaba con apuro, se le notaba totalmente desconcertado y Loy estaba atónito, pude escuchar como en susurros se maldecía a él mismo por no haber revisado cuan cerca se encontraban las tropas enemigas, no supo ni de donde llegaron, y yo no podía pensar en nada más sobre el pesar que atosigaba mi cerebro en cuantiosas ocasiones a causa de la tristeza y agonía de no haber pronunciado nunca las palabras "te amo" antes de haberla perdido, antes de no poder mencionarlas nunca más ante la presencia de mi luz de Luna.

Pasaron algunas horas, cuando Loy le dijo algo a Richard y cambiamos bruscamente de dirección- "Es para que pierdan rastro"- dijo y el silencio regresó durante algunos minutos más, al fin llegamos a un pequeño pueblo entre varias colinas, mientras el coche pasaba entre soldados estos colocaban su mano frente a su rostro en modo de saludo militar, una muestra de respeto hacia Loy debido a que era descendiente de uno de los alto mando de este sindicato armado, de esta manera llegamos a la biblioteca del pueblo, se había convertido en la base principal debido a que estaba bien ubicada en el conjunto, bajamos, yo aún llevaba a Devany sobre mis brazos pero me dijeron que si quería llevarla conmigo no podría defenderme de ningún ataque enemigo sin brazos disponibles así que me dieron un collar en forma de gota de agua, hicieron cenizas a mi amada y depositaron un poco de ellas en el colgante, el resto fue vertida en un gran recipiente llamado urna que también recibí, a Loy le entregaron un uniforme especial que le daba autoridad, Richard fue reclutado como soldado y le enseñaron algunas tácticas que necesitaría conocer para llegar al otro lado junto con los demás civiles, yo tampoco fui reclutada debido a mi minoría de edad, pero juré que la muerte de Devany no sería injustificada, tenía que llegar al otro lado para poder hacer valer su sacrificio, iba a luchar hasta el final, sin descansar y así me volví una de las mejores soldado del pelotón que entró como voluntario, Loy fue un estratega nato y junto con su mapa no había quien pudiera detenerlo, se encargó de levantar en alto el nombre de su padre y junto con otros estrategas idearon un plan infalible para llegar al otro lado, Richard era un hombre grande no le fue difícil tampoco volverse un importante soldado y sobresalir entre todos, a final de cuentas llevábamos esperando ese momento poco más de 2 años dentro de un bosque obscuro.

A pesar de todas las adversidades logramos salir adelante y cada noche nos reuníamos los tres para mirar al cielo y charlar como en los viejos tiempos, Loy nos comentaba como iban los preparativos para el gran día, lo admiraba mucho, en verdad se había convertido en mi hermano mayor, y además de ello su inteligencia era magnifica, en verdad nunca conocí ningún hombre que se le pudiese comparar, tenía tan solo 19 años y nos había salvado con tanto coraje y astucia que en verdad para mí era como una deidad, perderlo a él también no era una opción y le pedí que llegado el gran día me dejara estar en su grupo, dijo que no tenía de que preocuparme, Richard, él y yo estaríamos juntos en todas las misiones por su propia decisión, habíamos llegado hasta ese punto todos juntos con ayuda de Dave y así permaneceríamos hasta llegar a la zona de paz, no había forma de que nos separásemos porque éramos un equipo y en nombre de Dave íbamos a lograrlo juntos costara lo que costara, al escuchar eso no pude evitarlo y comencé a llorar, Richard me dio una palmada en la espalda y Loy me acarició la cabeza, los tres miramos al cielo esperando que todo llegara a su fin.

Al día siguiente, Loy me mandó llamar en la tarde y me presenté ante el mejor estratega de todo el sindicato, lo acababan de nombrar líder y se sentía muy feliz, nos sentamos y me comenzó a contar el plan que nuestro equipo debía seguir para llegar a la zona de paz, escuche atentamente todo lo que tendría que hacer, en nuestro grupo vendrían algunos civiles que pasarían junto con nosotros, nuestra misión como soldados nombrados era mantenerlos con vida a toda costa y cruzarlos, para ello haríamos una formación peculiar que Loy había desarrollado durante nuestro tiempo en la base, él iría al frente, en cuanto dijo eso sentí un nudo en la garganta, Loy, mi hermano, estaría totalmente expuesto, ni si quiera yo podría salvarlo de una emboscada, pero creo que Loy estaba consciente de ello, por lo que dijo- "Sami, iré hasta el frente, sé que tal vez te parezca arriesgado y loco pero es la única manera de lograrlo, Sami, si caigo no te detengas sigue adelante, debes llegar a la zona de paz, buscar a mi padre y darle esta espada"- sacó la espada misteriosa que llevaba consigo cuando lo conocí-" Te la confío a ti, hermana mía, no la desenvaines, la dejo en tus manos", me tendió la espada y la tome, era pesada y no tan larga como antes creía que era, sé que Loy me dijo que debía dejarlo atrás si algo sucedía, pero no pensaba dejar que fuese una realidad así que le regresé la espada y le dije-" Hablaremos de eso en la zona de paz", me sonrió, yo le sonreí y nos dimos un gran abrazo, no había sentido tanta calidez, no desde que mis padres habían muerto ese trágico día, sentí todo, me llegó el olor a panqueques de mi madre, el sonido de las hojas del periódico que pasaba mi papá y el estruendo de Zach, todo en un solo abrazo, era tal la melancolía que sentí que no me percaté que Loy había comenzado a llorar, nunca lo había visto hacerlo antes, siempre fue el hermano fuerte que necesitaba, ese que me cuidaba cuando sangre se derramaba y me sacaba siempre de todas, nunca había visto gotas cristalinas derramarse de su rostro de porcelana, nunca había visto al valiente Loy destrozarse frente a nadie, pero estuvo bien, me sentí más tranquila ya que Loy al fin pudo liberar todas sus penas y se sentiría ligero cual pluma de ave, así tendría paz para soportar hasta el cansancio más potente, paz para ver lo cruenta que era la guerra y aun así continuar, paz suficiente para llegar conmigo al otro lado.

Loy subió la intensidad de su abrazo y me apretujó con fuerza para posteriormente soltarme y secarse las lágrimas, se peinó su desaliñado cabello de carbón y me preguntó qué tal se veía con su uniforme nuevo, seguramente su padre habría estado muy orgulloso de verlo de esa manera, como uno de los generales más respetados, estratega y líder de su propio pelotón, héroe de muchas personas, la salvación de muchas vidas, protector de los más afectados y con una educación impecable, sin duda un hombre tan respetado que se volvería un personaje nacional, Loy, mi hermano, podría meter las manos al fuego y apostar que te volviste la persona más importante en mi vida.

Luego de eso, lo salude a manera militar, me regresó el saludo y partí, debía platicar con los soldados más cercanos a mi acerca del plan del general, todos lo querían bastante y acordamos que no lo dejaríamos morir, siempre estaría cubierto de cierta forma sin dejar sin protección a los civiles claramente, pero era tal el reconocimiento y adoración que sentían hacia él que estuvieron de acuerdo en darle protección también y así fue como, un día antes de la gran batalla planeaba mantener con vida a Loy, el chico que llegó al 5º piso de un edificio en Genrika hace poco más de dos años, y me había abrazado hasta calmarme y luego me había sacado del infierno que pude haber vivido, me ayudaba a dormir por las noches, me contó sus secretos, corrió conmigo, llegamos a una cabaña, conocimos a Richard para luego ir a un pueblo y conocer al amor de mi vida, nos escondimos en un bosque y durante ese largo tiempo Loy buscó una manera de sacarnos de ahí y darnos el derecho de vida, nos dirigió hasta aquí y era un estratega, ¿Qué no hizo por nosotros?, le estaba y sigo estando muy agradecida, no hubiese sobrevivido sin él.

A mi chica de la Luna: Omne initium habet finemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora