5.- Rescate

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Por primera vez en su vida, Zerkanya creyó los rumores sobre las criaturas en el bosque pues las tres hadas que los guiaron se transformaron en unos seres parecidos a unos duendes que los ataron y amenazaron con unas guadañas, la joven maldijo para sus adentros y volteó a ver a Grüthier, ella sabía que las hadas tenían esta forma e intenciones ya que leyó sobre ellas, Grüthier se encontraba increíblemente tranquilo para la situación en la que estaban, probablemente porque sabía que se librarían fácilmente o porque también sabía sobre la verdadera forma de las hadas, Zerkanya suspiró y dejó que su cuerpo se envolviera en llamas para quemar las cuerdas, al parecer las criaturas no tuvieron en cuenta que ellos como seres mágicos pertenecientes a la realeza también poseían habilidades poderosas, la joven pelirroja se paró frente a uno y este se encogió de hombros intimidado, no se tentó para nada al sujetarlo del cuello quemándolo al instante, al contrario, gozó verlo sufrir hasta su muerte, soltó el cadáver calcinado para llevar la amenaza a los demás quienes se transformaron nuevamente en hadas antes de salir huyendo, se acercó a Grüthier para quemar sus cuerdas, él no dominaba del todo sus habilidades como ella, de hecho él parecía tener afición con el hielo y el agua, le parecía extraño que nadie de ellos a excepción de Zerkanya y su madre pudieran controlar el fuego.

—Tu padre, Zerkanya —Advirtió el chico mientras pasaba los dedos por cada rama para congelarla, ella pasaba los suyos para deshacer su efecto, era un juego que llevaban haciendo desde que tenían memoria. Zerkanya se detuvo junto con él a la orilla de un río pero al sentir un agudo dolor en el brazo derecho, se levantó un poco la ropa para observar las escamas que lo cubrían caerse poco a poco, el tiempo se terminaba, tomó asiento prediciendo el acontecimiento, Grüthier se sentó a su lado como si supiera lo que estaba pasando, cerró los ojos un momento y al abrirlos notó que el último paso había llegado, la ceguera la invadía haciéndola sentir intranquila, no podía saber que pasaba y eso alteraba su sistema a tal punto en el que su pulso y respiración se desnivelaron, sin embargo pudo sentir una helada mano sobre la suya que le brindó la calma necesaria para resistir, había llegado el momento del cambio, el fin de su pacto de silencio.

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Seyrkan corrió avistando ambas siluetas, los había encontrado, se acercó hasta ellos pero sus movimientos se frenaron repentinamente al notar como Zerkanya se retorcía levemente como si sintiera dolor, Grüthier sostenía su mano para tranquilizarla. Intentó ir pero Grüthier volteó y negó lentamente advirtiéndole que no diera un paso más, Zerkanya comenzó a gritar alertando a su padre, nuevamente intentó ir hacia ella pero Grüthier se levantó y lo detuvo.

—Sería peligroso para ella si interfiriéramos —Se quedó parado observando impotente el gran cambio de su hija, su ropa se desgarraba en su brazo derecho y su piel escamada se desprendía, eso tendría sentido si fuera una especie reptil o dragón, pero los únicos con esas características eran los aparentes enemigos que se llevaron a Sephyra, reflexionando sobre lo que Sethirya le dijo, llegó a la conclusión de que también su hija corría peligro de ser capturada.

—Está sufriendo mucho, puedo sentirlo, pero no puedo hacer nada —Ambos observaban impacientes como ella se arrodillaba dando alaridos, de su espalda surgieron dos bultos que poco a poco tomaron forma de alas draconianas, se veía doloroso y ella sollozaba, la escena era tanto perturbadora como hermosa, era el ciclo de la vida, Zerkanya estaba mudando de piel y sus alas se desarrollaban, su sufrimiento era parte de su crecimiento y eso era una pena, simplemente ambos siguieron observando hasta que se tiró al suelo y el aire se impregnó de un intranquilo silencio, éste se interrumpió cuando las alas que superaban su pequeño tamaño se abrieron, se levantó con dificultad y volteó sobre su hombro, era bellísima, sus nuevas escamas eran de un rojo con plateado tan brillante que hacía relucir su cabello rojizo, sus facciones igualmente cambiaron para dar paso a las de una mujer, ninguno de los dos creía que esa chica era la misma niña que se pasaba las tardes observando a sus compañeros desde la lejanía, sentada en la rama de un árbol mientras comía cualquier cosa, ella ahora era una mujer, una mujer joven.

Zerkanya y la rebelión de Varthrân【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora