Cherry Blossom. [larry]

a pure creature shining through all the mist.

La luz de luna se filtra entre el follaje de los árboles.

Puede sentir la brisa fresca danzando entre el bosque, moviendo las flores y ayudando al río en su dirección, mientras el silbido nocturno de la soledad golpea las hojas, casi en un susurro.
El agua hace una melodía mientras choca contra las pequeñas rocas, algunos insectos vuelan libres ante el cielo nocturno y la tierra está húmeda, adherida a su piel, tibia contra los lunares de sus antebrazos. Pero Harry está ansioso.

No puede creer que haya oscurecido tan rápido, pero él no estaba consciente. No cuando iba camino a casa con la cesta llena de frutas y entonces accidentalmente resbaló y golpeó su cabeza contra un tronco caído. Se lleva la mano hasta los rizos y suspira con alivio por la falta de sangre.

Sin embargo, está asustado, especialmente cuando escucha el aullido de los lobos en la lejanía, aquella manada de la que escuchó por el doctor del pueblo, contando acerca de los leñadores heridos. Es bastante lejano y ni siquiera puede sentir presencia alguna alrededor, pero sólo quiere regresar a la cabaña donde habita con su madre.
Su único camino es el resplandor tenue de la luna llena sobre la tierra mojada, mientras se ayuda con sus manos para no dar un mal paso.

Siente las puntas de sus dedos gélidas, quizá si pudiera ver éstas estarían tintadas de un rosa suave, combinando con su nariz y mejillas. Piensa que tal vez contraerá un resfriado, pues la tela delgada de su camisa también se encuentra empapada y no puede evitar temblar.

Piensa que Marie debe de estar demasiado preocupada, de todos modos Harry aún es un chico. Su chico, repite ella con cariño. Él ama tanto a su madre, durante diecisiete años han sido realmente apegados, no tiene más hermanos y su padre murió de una viruela cuando él aún ni siquiera podía alcanzar el picaporte por sí mismo, así que entendió completamente cuando mamá comenzó a trabajar en la panadería local, pero aún recibía más abrazos de los que podía contar cuando llegaba la hora de estar en casa.

Recuerda todas las veces que le dijo que no fuera al bosque cuando el sol se ha ocultado, cuando los grillos comienzan a cantar y las luciérnagas salen con libertad. Ella ha jurado que a veces ocurren cosas extrañas. Le gusta llamarle magia, cuando un mundo que no conocemos se apodera de espacios donde los humanos no se atreven a entrar y dejan fluir su belleza.
También tiene grabado en su mente todas aquellas historias que escucha a su alrededor, cuando las voces corren de una boca a otra repitiendo "brujas, hechizos, maldad y Satán", los hombres asegurando que son mujeres que hicieron tratos con la oscuridad y danzaban a la luz de la luna para obtener poderes. Durante su infancia tuvo miedo de ellas, de los mitos y los supuestos bebés desaparecidos, pero el asunto sigue haciendo ruido en su cabeza cuando ha visto por el rabillo del ojo a todas aquellas chicas asustadas, amontonadas en la plaza principal para un destino fatal.

Así que Harry presta atención a su madre, sólo creyendo en sus palabras, confiando en historias extraordinarias que nunca ha comprobado por él mismo. Pero ahora, dentro de territorio desconocido, no sabe qué esperar, no puede ver más allá de lo normal, lo de todas las tardes; sólo un silencio ensordecedor que le eriza la piel.

Perdido en sus pensamientos, tropieza con una rama, cayendo sobre sus antebrazos, los cuales se ensucian al igual que su viejo pantalón. Maldice en voz baja por su torpeza al mismo tiempo que se levanta y sacude su ropa.

De pronto la luz plateada se ha ido, mira hacia arriba, encontrándose con las ramas de los pinos cernidas sobre él y el viento lanza un silbido apenas perceptible, ahogándose junto al agua del arroyo que corre a su lado, escucha el crujir de algunas hojas secas y sube la mirada, intentando encontrar a alguien, pero lo único que sus ojos captan son sombras y las flores abriéndose con todo su esplendor.