Ú N I C O

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Y ahí estaba, tan lindo, tan tierno y llamativo, resplandeciente como el Sol, caminando con pasitos cortos pero presurosos por los pasillos de la universidad. Sus manos de porcelana sostenían contra su pecho un gran libro, seguramente de algún escritor famoso y de gran renombre y que ChanYeol no conocía, o tal vez era una enciclopedia donde podría consultar sus dudas; su hombro delgado y delicado cargaba un bolso negro de apariencia pesada, haciendo que éste se inclinara un poco hacia abajo, y su nariz, pequeña, respingona y sumamente adorable, era adornada por unas gafas que se resbalaban constantemente. BaekHyun podría pasar desapercibido para cualquier persona, podría considerarse normal, alguien sin importancia y para nada especial, pero no para ChanYeol, que lo tenía en la mira desde el minuto cero.

Vio a BaekHyun por primera vez un año atrás. Estaba sentado en el jardín de la facultad de humanidades, recostado contra un tronco con un libro en manos y completamente solo, y para agregarle un aire fantasioso y etéreo a  la imagen, una suave brisa hacía bailar sus hebras lacias y aparentemente suaves del color del carbón. Había sido lo que los románticos empedernidos consideraban "amor a primera vista", y la verdad es que ChanYeol estaba bien con esa resolución, porque era imposible describir todo lo que sintió con sólo verlo.

A partir de ese momento se dedicó a observar en silencio al pequeño; cuando salía de clases con aires agotados y distraídos, cuando iba a la cafetería y ordenaba su acostumbrado té negro acompañado de una tarta de fresas, cuando hablaba con sus amigos, cuando sonreía tímidamente, con sus mejillas pálidas y tersas siendo adornadas por un atractivo carmín, cuando se subía las gafas por el puente de la nariz de manera elegante, cuando se llevaba los dedos a la boca al encontrarse ansioso o cuando disfrutaba solitariamente de la lectura. ChanYeol había aprendido a conocerlo a través de sus gestos, de sus expresiones, y también se dio cuenta de que, aun sin hablarle, lo amaba, y lo quería para él.

Ese año de espionaje le había mostrado que BaekHyun había logrado captar la atención de alguien más, un chico que fue más rápido que él y le confesó sus sentimientos al pelinegro, y éste, todo sonrojado, nervioso y con sonrisas temblorosas, había aceptado salir con él. SeHun era un completo afortunado, solía decirse constantemente, pero esa fortuna debía acabarse. Le había dejado conocerlo y disfrutarlo durante casi trece meses, y ahora era el turno de ChanYeol de conseguir un poco de la atención de BaekHyun.

La situación perfecta para aparecerse frente a BaekHyun sucedió tres días después, en un viernes por la noche. ChanYeol sabía que BaekHyun sería llevado a una discoteca de bastante renombre en Gangnam, y que no planeaban salir de ahí hasta bien entrada la noche. Fue entonces cuando dio rienda suelta a un plan que venía maquinando desde hace un par de semanas.

Contactó a dos amigos suyos de los bajos fondos y que les debían unas cuantas vueltas por salvarles el culo en situaciones pasadas, y les pidió con extrema exactitud lo que quería que hicieran, y ellos, algo confundidos por el extraño pedido, aceptaron y se ocultaron en un callejón oscuro mientras él se dedicaba a acabarse un tubo de nicotina apoyado contra un poste de luz. BaekHyun salió de la discoteca no mucho después, y ChanYeol creyó por primera vez en la perfección y magnificencia de los ángeles, porque eso era lo que describiría a la perfección al atractivo pelinegro.

BaekHyun estaba vistiendo una camisa blanca de botones algo holgada dentro de un pantalón negro ajustado, haciendo que aquellos bellos y llamativos, por no decir provocadores, muslos resaltaran notablemente y le dieran ganas de apretujarlos y, en sus más profundos y pervertidos pensamientos, lamerlos y morderlos; su cabello negro estaba desordenado y en su nariz no se encontraba su gafa, siempre aferrada a ella, haciendo que su rostro de porcelana y cincelado por el más experto dios estuviera libre a la vista, y, finalmente sus pies pequeños estaban cubiertos por un par de mocasines negros increíblemente brillantes. Un completo manjar a su vista, uno que quisiera comerse entero.

The Perfect SinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora