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La nieve cubría la ciudad como si de un manto se tratase, todo debajo de aquella infinita y blanca nieve brillaba. No importaba el frío o los embotellamientos por culpa de la nevada, todo en aquel paisaje le parecía hermoso.

Calentó una vez más sus manos con el baho y se dispuso a continuar su pequeño recorrido después del trabajo.

" -¿A dónde debería ir hoy?."

Pensó la chica de mejillas sonrojadas y sonrisa tímida. Soltó un pequeño suspiro y sus pasos se hicieron un poco más lentos; metió sus manos heladas a los bolsillos de su chaqueta y después de caminar un poco más paro en la orilla del lago que en ese momento estaba totalmente congelado.

"- podría patinar allí." pensó, y una sonrisa burlona atravesó sus labios.

- Bien, creo que es hora de un café caliente.

"En cualquier lugar la rosa carmesí puede florecer."

Recorrió el resto del lago y entro en un pequeño camino de los muchos que llevaban aquél precioso lugar. Apreció los pocos arboles que allí se encontraban y cuando por fin llego a su cafetería favorita, noto ese particular olor que tanto le encantaba. El café de allí era un tanto especial, no era ni de cerca parecido a otro que hubiese probado.

Se quitó su chaqueta y sacudió la poca nieve que tenía antes de entrar; con una sonrisa saludo a los empleados que ya distinguía y le brindaba otra a las nuevas caras que veía. Se sentó en el lugar de siempre junto a la ventana y pidió el café que solía tomar.

Su vida no era tan interesante como para escribir sobre ella, pero sus pensamientos, eran tan espectaculares que hasta en una sonrisa, tenía una gran historia.

- Dahian. - una suave voz la llamo - No pensé que pasarías hoy por aquí.

Miró a la chica que esta justo a su lado y le dio una sonrisa de labios como saludo.

- Tenía ganas de un buen café, ya sabes que amo el café de tu abuelo, Marie.

Marie era una chica delgada, de cabellos rojizos y pecas hermosas. Se conocían desde pequeñas, ya que estudiaron juntas; escogieron la misma universidad y se hacían compañía el mayor tiempo posible, eran amigas, de esas que ya no hay.

- Tanta cafeína te hará daño, y yo no te cuidaré.

Dijo al mismo tiempo que se sentaba frente a ella. Su sonrisa se ensanchó porque ambas sabían que si algo ocurría, Marie, seria la primera en cuidar de ella.

- ¿Ya pediste?, a puesto a que fue el café con miel. - pregunto su amiga mientras curioseaba el menú que ya se sabia de memoria.

- ¿Eres bruja?. - respondió sorprendida.

- Tal vez.

Ambas rieron; compartieron un poco de su día mientras disfrutaban del ambiente de la pequeña y vieja cafetería que a pesar de todo, estaba muy bien conservada. Después de un tiempo de charlar e ir por su segunda taza de café, Marie se levantó de su asiento.

- Ya vengó, iré a saludar al abuelo, ¿Me esperas?.

- Si, claro.

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⏰ Última actualización: Jan 25, 2023 ⏰

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