Capítulo 19. Contigo

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Sonó la alarma de mi móvil y me removí en la cama. Me pesaban los ojos y sentía mi cuerpo demasiado  relajado, pero tuve que obligarme a incorporarme porque si no volvería a caer en los brazos de Morfeo. Miré a mí alrededor y Aron no estaba, había dormido tan profundamente que no me había percatado ni siquiera de que se había levantado. Durmió abrazado a mí  toda la noche y casi puedo decir que fue una de las primeras veces, que dormí en paz, a pesar de todo lo que me estaba pasando. Me levanté con los ojos entrecerrados y me dirigí al baño para asearme, quedaba poco para que empezara el horario de visitas en el hospital y me tenía que dar prisa. Estaba entrando relajadamente mientras canturreaba una canción por lo bajo, cuando me sobresalté al ver a Aron totalmente desnudo saliendo de la ducha. Definitivamente no pude tener unos mejores buenos días, pero aun así fue incómodo.

-di un pequeño grito y me giré- ¡Oh por dios, lo siento! no sabía que estabas aquí. –comenté nerviosa-

-rió- Ya está, te puedes girar.

-me giré lentamente y suspiré tranquila al verlo con una toalla alrededor de la cintura- ¡Buenos días! –sonreí nerviosa-

-Buenos días –sonrió- ¿Cómo has dormido?

-me puse frente al espejo y suspiré- Creo que ha sido la primera noche que he dormido en condiciones desde que estoy en Seattle…

-levantó las cejas y se pasó una pequeña toalla por el pelo- Vaya, me alegro. Pensaba que no ibas a dormir cómoda conmigo pegado a ti toda la noche –sonrió-

-me giré para mirarlo y me apoyé en el lavabo-Transmites muchísima calor –me llevé una mano al pecho- pero ha estado bien…

-rió- Losé… –se acercó un poco más a mí- Tenerte cerca no ayuda a bajar mi calor corporal –se mordió el labio-

-rodé los ojos y le di un pequeño empujón- ¡Tonto!

-sonrió- ¿Sabes algo de tu padre?

-suspiré y negué- Nada. Me gustaría irme ya pero… -fruncí los labios- Antes tendría que  pasar por casa para coger algo de ropa. Es un rodeo demasiado grande en realidad ¿Te importa?

-No, pero…-remojó sus labios- Si quieres… -hizo una pausa- Aun hay ropa de mi hermana en su armario. Ve y cógete lo que quieras, así no nos entretenemos…

-dude unos segundos- ¿Estás seguro? –hice una mueca- Quizás a tu hermana no le haga gracia…

-¿Está aquí? –preguntó. Yo negué- Pues ve y agarra lo que quieras…

Sonreí un poco avergonzada y salí directa a la habitación de Vic. Sabía perfectamente donde estaba ubicada porque a pesar de tener bastantes más años que yo, también fue una gran compañera de juegos cuando era pequeña. Victoria siempre fue una chica bastante simpática y extrovertida, pero tras la muerte de su padre, su comportamiento cambió y comenzó a alejarse de su familia y a cerrarse en si misma. Conoció a un chico cinco años mayor que ella, y a pesar del desacuerdo de su madre respecto a esa relación, siempre hizo oídos sordos y acabó marchándose a vivir con él fuera del país. Creo que a raíz de aquello y arrastrando también la muerte de su marido, Kate se enganchó a la bebida sin control. Nunca me llegué a poner en la piel de Aron, se que para él tuvo que ser complicado enfrentarse a todo eso solo, y a pesar de que su hermana no le ayudaba lo suficiente y a penas venía a ver como estaba todo, él la quería por sobre todas las cosas.
Entré a su habitación cohibida. Todo estaba cambiado, ya no era tan alegre como lo recordaba. Las paredes habían pasado de ser celestes a ser blancas y a penas había dos cuadros en ellas, las cortinas color crema hacían juego con la cocha de su pequeña cama y el escritorio estaba lleno de fotos de Victoria con sus amigas y algunas con su hermano. Una me llamó realmente la atención y la agarré para verla de cerca: Salía Aron en brazos de su hermana, esta no tendría más de siete años, y agarraba a su hermano como si fuera su mayor tesoro, mientras este parecía estar al borde del llanto con un gran gorro de lana en la cabeza y un chaquetón marrón de pana.

VAS A QUEDARTE. Terminada (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora